Yo tenía entendido que mientras el rey no se va, ni dios se mueve. Quien dice rey, dice reina
Un acto oficial más de doña Letizia Ortiz, una aparición de la princesa en público y una nueva crítica de Jaime Peñafiel. El conocido cronista social aprovecha, una vez más, su espacio en el suplemento dominical Crónica de El Mundo para arremeter contra el comportamiento de la princesa de Asturias. En esta ocasión durante su estancia en Londres por el enlace real entre el príncipe William y Kate Middleton.
«Antes la obligación que la devoción», le recuerda Peñafiel a la princesa quien, según el periodista, durante su viaje a Londres antepuso su devoción de madre a sus obligaciones representativas:
A alguien que trabajó en protocolo de la Casa Real le oí comentar en televisión (…) que la consorte española estuvo incluso pensando en no acudir a Londres porque la fecha coincidía con la del cuarto cumpleaños de su hijita Sofía. ¡No me lo podía creer!
Según Jaime Peñafiel algo debió ocurrir ya que «nada más finalizar el lunch» que la reina Isabel ofreció después de la boda, «Letizia corrió al aeropuerto» para coger una avión hacía Madrid. Doña Letizia no espero a la reina, quien según Peñafiel tuvo que volver sola después:
Yo tenía entendido que mientras el rey no se va, ni dios se mueve. Quien dice rey, dice reina.
VESTIDO CON ESCOTE DE PALABRA DE HONOR
El que fuera redactor jefe de la revista ¡Hola! en los años 80, aprovecha el espacio que tiene en El Mundo para reconocer que Letizia iba «correctamente vestida» para la boda, pero a la fiesta de la noche anterior «no tanto».
Letizia, en su extrema delgadez, no puede llevar vestido con escote de palabra de honor que dejan al descubierto sus esqueléticos brazos y la espalda, configurada por unos agresivos homoplatos.
Por eso, a Peñafiel le sorprende que algunos compañeros de profesión alaben el gusto y la elegancia de la princesa de Asturias, ya que el sombrero que llevo al enlace «no era el acertado» y «no estaba Rania, Mary Donaldson o la famosa jequesa de Qatar», por lo que no era díficil destacar.
Aunque lo que sin duda peor le ha sentado a Peñafiel es la actitud de la princesa con los guantes que llevaba:
Un señora, a diferencia de los caballeros, tiene que llevar puestos los dos [guantes] y no quitárselos para saludar. Posiblemente a nuestros lectores les sorprenderá saber que la reina Isabel, hasta suele comer con ellos puestos cuando se trata de una cena de gala