El columnista de ABC Tomás Cuesta publica este martes 10 de mayo de 2011 un artículo —Lecciones de esperanza— elogioso con Esperanza Aguirre, a la vez que muy duro tanto con la izquierda como con la mayor parte del PP, en especial con Mariano Rajoy:
Dice de la izquierda:
Los amnistiados de oficio -aquellos que, con la excusa de pretender cambiar el mundo, se han absuelto a sí mismos de sus experimentos criminales y sus rutinas carniceras- lanzan el anatema de rigor sobre los que interpretan el papel de acusados perpetuos. La derecha es culpable: no es preciso elaborar un alegato para dictar sentencia. O sea, lo de siempre, con la exactitud de siempre, con la desfachatez de siempre. Y la derecha, ahí le duele, acata el veredicto y se hunde -se sepulta- en el autismo insípido o la medrosidad silente. La única excepción al rigor de la regla es Esperanza Aguirre que sigue empecinada en ir por libre y en reivindicar la libertad como herramienta.
Hoy por hoy, la presidenta madrileña es un personaje incómodo a diestra y a siniestra. Que sea por muchos años y ustedes que lo vean. Desgraciados aquellos que presumen de haberle caído en gracia a los de enfrente.
Contrapone a la presidenta de Madrid con el líder del PP:
A contrapelo de esa derecha-guay que Mariano Rajoy quiere poner en suerte, doña Esperanza Aguirre no se resigna a concederle al adversario ni un pequeño respiro, ni un palmo de terreno. Ella, al cabo, es consciente de que vencer a Zapatero -pese a que constituya un ejercicio de legítima defensa- no resuelve el problema. Lo importante es acabar con la impostura que, amén de sostenerlo, le da cuerda.
Concluye:
«Nobody is perfect». Tampoco Esperanza Aguirre, por supuesto. Mas si los giliprogres la odian tanto, es que les ha tocado el nervio. Hay amores que matan y hay inquinas que sientan estupendamente.