Ya está. Para el mundo -si el Washington Pos’ no es el mundo, no sé qué lo es- ya somos los herederos directos de las revueltas árabes y Sol es Tahrir, a juzgar por la portada del prestigioso diario norteamericano. África vuelve a empezar en los Pirineos.
El tiempo es corto, y hay prisa por apropiarse de la protesta. Periódicos a los que -metafóricamente- se les ha quedado ronca la voz jaleando a sus candidatos juegan a respaldar una revuelta que, por confesión propia, se opone a los grandes partidos. Público dedica su primera a un ‘collage’ de pintadas, carteles y pancartas de la acampada de Sol. ¿De qué van?
Esta gente está contra el sistema, y Público se ha pasado toda su corta existencia en el centro del sistema y apuntalando desvergonzadamente el principal representante del sistema, el partido en el poder. «La protesta de los indignados desborda la campaña». Uno se pregunta si su entusiasmo es inocente o, dicho de otra manera, si sería tal ante unas elecciones en las que el PSOE fuera a barrer.
DESCOLOCADOS
Para Xavier Campreciós, en El Periódico de Catalunya, «La revuelta les descoloca» –La revuelta les descoloca-. ¿A quiénes? Por lo visto, a nosotros: «La Gaceta llega a atribuir a Rubalcaba la protesta de Democracia Real Ya». Y son varios los medios online -como lainformacion. com- que llaman la atención sobre el faldón de Carlos Dávila en la primera de La Gaceta del jueves, «Los ‘indignados’: no somos tontos».
A Dávila le escama que el movimiento haya estallado precisamente ahora, y precisamente ante la sede del Gobierno de Esperanza Aguirre. Me parece legítimo. Imagino que los adalides de la prensa libre e independiente no tratará de imponer una versión única de hechos tan cuestionables.
A título personal, yo no comparto las suspicacias de mi director. Ni el lugar elegido ni la fecha despiertan mis recelos. No, lo único que me escama, y profundamente, es el entusiasmo con que han recibido la protesta medios que deberían, de ser honrados, sentirse ofendidos.
«El viejo topo escarba deprisa» –El viejo topo escarba deprisa-, titula Ernesto Ekáizer, con la tesis de que «El PP teme que las movilizaciones estropeen su victoria». Y esa es mi duda: ¿por qué zapateristas (ahora chaconistas) tan entregados, tan fieles, tan entusiastas, se frotan las manos con un movimiento que se define como antipoder? La propia Chacón no se corta: «Hay cosas que piden que son razonables y, además, posibles». Pues ya diréis: habéis tenido siete años para aprobar todas esas cosas «razonables y posibles».
Lo he dicho muchas veces: actúan siempre como si no estuvieran en La Moncloa, o simplemente la ‘okuparan’. Pero el poder son los otros.
No voy a hablar de los políticos, que no es para lo que me pagan; diré sólo que no soy muy partidario. Y estoy dispuesto a creer que en la derecha hay tantos hambrientos de poder como en la izquierda. Pero les paraliza cierta timidez, ciertos reparos burgueses que no entorpecen a sus hermanos rojelios. Estos se están dando una fiesta jaleando un movimiento que, en puridad, va contra ellos tanto o más que contra cualquier otro. ¿Cómo tienen semejante cara? ¿Cómo se salen siempre con la suya?
Porque El País podrá entusiasmarse mucho con los que piden que se evite votar a los grandes partidos, pero su cobertura de la campaña no deja dudas de a quién creen ellos que hay que votar. Así, si se cubre un acto del PSOE, se titula «Fernández Vara lucha por salvar su mayoría absoluta en Extremadura» –Fernández Vara lucha por salvar su mayoría absoluta en Extremadura-. Parece que estuviera hablando de Numancia asediada.
En la página siguiente, el PP: «Rajoy evita la inmigración en Cataluña pero avala a su candidato xenófobo» –Rajoy evita la inmigración en Cataluña pero avala a su candidato xenófobo-. Comparen. O la ‘radiografía’ del duelo en la Comunidad de Madrid, con el imparcial titular: «El ‘hombre común’ frente a la ‘condesa» –El ‘hombre común’ frente a la ‘condesa’-.
PODER SUBVERSIVO
Pero lo de Público es peor. Es, y no suelo emplear la palabra, directamente repugnante. «La militancia del PSOE da la razón a los indignados» –La militancia del PSOE da la razón a los indignados-. Es mezquino. ¿En qué cuerpo de letra hay que decirles que ellos son militantes del partido en el poder y la protesta se presenta contra los grandes partidos? El paro juvenil, la falta de vivienda y oportunidades de que se quejan los jóvenes, ¿bajo qué régimen se ha gestado? ¿Cómo puede el sistema ‘dar la razón’ a los que se han levantado contra el sistema?