El pueblo ‘quiere que le engañen’ cuando vota al PP y recupera la sensatez cuando acampa en Sol
En principio, debería estar cantado. La ‘brutalidad policial’ es uno de los tópicos favoritos de la izquierda, y el movimiento 15-M es el niño mimado de los progres, así que cuando los ‘grises’ (es un decir) entran a saco contra los pacíficos ‘acampados’ en Valencia, uno ya puede imaginarse el titular de primera de la prensa roja.
¿No? Pues no. Faltaba en mi cálculo un pequeño detalle: los policías los manda el Gobierno. Rubalcaba, por más señas.
Con lo que el titular es, para ‘El País’, “Las Cortes Valencianas se estrenan con cargas policiales contra el 15-M” (observen la sutil asociación entre las Corts dominadas por el PP y la carga policial, no tiene precio) y, para ‘Público’, “Indignados contra imputados”.
De verdad, no tienen precio estos chicos. Piensen durante una décima de segundo (no da para más) si los policías ‘represores’ los mandara, no sé, Ángel Acebes, y las Corts estuvieran dominadas por el PSOE. En la Cadena SER –página web, que no me da la vida para oírla de sol a sol– han optado por la solución más creativa de ignorar todo el asunto. Bajo y bajo en su página, pero me encuentro antes “La SER, dentro de un submarino ruso” que cualquier noticia sobre ‘indignados’, heridos o indemnes.
Ahí debe de estar, en el fondo del mar. Imagino que es una pequeña dosis de ‘PeriodismoReal’. Ya.
PUEBLO BUENO, PUEBLO MALO
‘El País’ está tan, tan asqueado con lo de Valencia, que olvida ese estilo suyo tan sobrio e informativo en los titulares para encabezar así la, ejem, ‘noticia’:
“Grotesco espectáculo político en Valencia”.
Sólo les falta imitar a ese alcalde socialista de cuyo nombre no consigo acordarme y llamar a los electores valencianos “tontos de los c…” por votar a quienes no cuentan con el plácet de Prisa. En cuanto a ‘lo otro’, “18 heridos durante una carga policial contra indignados”. Debieron herirse solos, sin duda; los rojos nunca mandarían la Policía a reprimir al ‘pueblo’.
También en ‘El País’, por cierto, Fernando Vallespín, perplejo en “La gran esperanza blanca”, viene a darme la razón de pasada. Hablando de cómo la candidatura de Rubalcaba no ha sido el bálsamo electoralista que se esperaba, se pregunta:
“¿Qué puede hacer Rubalcaba para recuperar a los hijos pródigos de la tribu socialista?”.
Esa es la idea: la tribu. El concepto de un pueblo que pueda moverse de un partido a otro según lo encuentre conveniente en cada elección ni se plantea; uno es del PSOE o del PP como del Barça o el Madrid, en una unión cuasi hipostática que imprime carácter.
En “Imputados al poder”, primer editorial de ‘El País’, se recuerda que el voto “no diluye la responsabilidad política de los nuevos cargos ni, en su caso, la penal”, a lo que sólo puedo añadir: ¡Amén, hermanos!
Sólo echo de menos dos detalles: que hayan esperado a que gane el PP para plantear un juicio tan obvio y que, cuando se trata de los ‘acampados’, parezcan más partidarios de la ‘justicia revolucionaria’ que de la legalidad pura y dura.
O todos, o ninguno, ¿no? Es todavía más divertido en ‘Público’:
“Las protestas causan 18 heridos y cinco detenidos”.
Vamos, que no han sido los guardias de Rubalcaba los causantes de los daños, sino ‘las protestas’. Es lo que le digo siempre a mis niños: “No protestéis, que os vais a hacer daño”.
Un poco de vergüenza ajena, ¿no? También nos informa ‘Público’ de que “Las ONG de la órbita del PP siempre ganan con Camps”. Y es noticia del modo que lo es que el hombre muerda al perro, porque nunca se ha visto que las ONG cercanas al PSOE se beneficien con Gobiernos socialistas. (Si tienen ustedes cinco o seis horas, les cuento).
Pero quizá la columna estrella de humor involuntario sea “Disolver al pueblo y elegir a otro”, de Jorge Calero, en el diario de Roures. Puesto en palabras sencillas, su tesis no tiene desperdicio porque resume toda la línea editorial del periódico, a saber: el pueblo es ‘contradictorio’ porque unas veces “quiere que le engañen” (sic) y vota al PP, y otra se manifiesta en las acampadas, demostrando que es inteligente, audaz, rebelde y, posiblemente, guapo. Reducir a términos tan modestos y claros el desprecio de la izquierda por la voluntad popular y su arrogante convencimiento de ser los guardianes de la Recta Razón, don Jorge, no tiene precio.
MALABARISMO
Pero la palma en la categoría de ‘labor ingrata’ corresponde al director, Jesús Maraña, que tiene un texto cortito –“Ellos… a lo suyo”– para a) lamentar la represión policial, b) defenderla, c) decirle al PP que es lo que ellos querían d) concluir que, de cualquier modo, los diputados ante los que se manifestaban son un hatajo de corruptos.
Sí, queda un poco deslabazado y no es el colmo de la coherencia, pero qué quieren. Hacer malabares no está al alcance de todo el mundo. Ignacio Escolar, en “Un día grande en Valencia”, dedica su columna a glosar entusiasmado el “asalto” de los indignados a las Corts valencianas, explayándose a gusto con las acusaciones a cada ‘pepero’.
¿Y los porrazos? Ah, sí, las tres líneas y media del final. Sin ‘sujeto agente’, claro, que no está Rubalcaba como para andarse con tonterías.
También en la página final de ‘Público’ otro palo a Intereconomía. Entre tanto comentario y a Wyoming en La Sexta con su campaña ‘Save the fachas’, uno se siente halagado con la atención que Mediapro dedica a un grupo que, según repiten machaconamente, sólo siguen cuatro gatos. Gracias, compañeros.