El verano ha llegado como un tsunami de calor y somnolencia, y la escena política y mediática, agotada por un fin de curso preñado de crisis, intervenciones, dimisiones, elecciones, nombramientos y pseudorrevoluciones, observa a medias el Corpus y sale un tanto anodina. Hasta Iñaki Gabilondo, a cuyas prédicas diarias en la SER me había vuelto adicto para inaugurar la sección, se están volviendo insulsamente sensatas (en la de ayer, «Las elecciones, en noviembre» –Las elecciones, en noviembre-, no he encontrado un ‘pero’ que oponerle). No les culpo por ello. Los Trasgos somos de clima frío, que es cuando más apetece calentarse con titulares ígneos.
Prepárense, pues, para las serpientes de verano, animales que pululan por la prensa en la canícula con mejor o peor fortuna. Ejemplo de lo segundo es el gran scoop que recoge Público en su primera: «Entregad las llaves al enviado del obispo» que, puesto así, suena a narrativa a lo Dan Brown. La cosa es harto más inocente y diez pueblos menos noticiosa.
Resulta que con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, que lleva ya bastantes años celebrándose en ciudades de todo el mundo con multitudinaria asistencia de público -un juego divertido para agosto: si el número de ‘callejeantes’ da la legitimidad, ¿comparamos cuentas con los del 19-J, hace?-, Madrid va a llenarse de peregrinos de todo el mundo sin un lugar donde recostar la cabeza.
La Comunidad de Madrid, anfitriona, pone a disposición de estos viajeros para que pernocten con sus sacos de dormir aquellos colegios que se presten. No hay más, ni tiene nada de extraordinario esa prueba de mediana hospitalidad.
FANATISMO
Pero el fanatismo puede llevar a tonterías como esta de dejar a los peregrinos a la intemperie con tal de tratar a la Iglesia como un apestado, como si la aconfesionalidad fuera negación de la realidad u hostilidad manifiesta hacia la religión mayoritaria del pueblo soberano (e incluyo al ateísmo entre las ‘religiones’ a contabilizar). En el peor de los casos, es difícil conceptuarlo como noticia de primera; en el mejor, es una no noticia que ilustra cómo la ceguera ideológica puede llevar al esperpento.
Y no es un desliz, como el cometido por Russian Red al confesarse vagamente de derechas (¿cuántas veces, hija mía?), porque Marco Schwartz da doctrina sobre el particular en la columna que abre su sección, ‘Opinión’, «Los colegios públicos, al servicio de la Iglesia» –Los colegios públicos, al servicio de la Iglesia-.
Ya el titular resulta bastante tonto: dejar un espacio cubierto para que unos extranjeros duerman en sus sacos no parece justificar tan grandilocuente aserto. Sospecho que, en caso de que se respondiese a la arribada de un gran contingente de refugiados dejándoles dormir en el metro, don Marco fuera a titular: «Los transportes públicos, al servicio de potencias extranjeras». Pero de algún modo me parece improbable.
«Sobra recordar que esos institutos se sufragan con la aportación de los contribuyentes y que la utilización de los bienes públicos con fines distintos a los que están destinados no debería depender de las querencias religiosas de los políticos de turno». Me niego a creer que se haya releído. Público le ha hecho guiños al movimiento ‘okupa’ -aliado estratégico del 15-M- hasta quedarse medio tuerto, y nunca ha puesto pega alguna al uso del espacio público para todo tipo de «querencias» políticas, desde el Orgullo Gay a la propia transhumancia indignada.
¿A qué viene, entonces, ese alargarse las filacterias cuando se trata de un movimiento indudablemente popular, por mucho que no sea de su gusto? O jugamos todos, o ninguno.
También deben estar poco atentos en el diario de Liberty. En sus páginas de ‘Opinión’ incluye uno de los artículos más involuntariamente divertidos que he tenido la suerte de leer en las últimas semanas. Es de Mario Trinidad, se titula «¿Quién crea empleo?» –¿Quién crea empleo?– y no tiene desperdicio.
Ejemplo: «¿Quién crea empleo en una economía? La respuesta, en las economías desarrolladas y especialmente en las europeas, debe incluir no solo a las empresas privadas, sino al Estado y otras Administraciones Públicas que prestan servicios, como la sanidad, la educación o el orden público, que son importantes generadores de empleos». Por favor, ¿hay un economista en la sala?
¿QUIÉN DIJO ADN?
Cuando digo que la izquierda es una rebelión contra la realidad, algunos lectores interpretaron que me refería a la realidad económica o social. No. La izquierda defiende de boquilla la primacía de la ciencia pero se niega ‘resultamente’ a aceptarla cuando pone en peligro sus apriorismos ideológicos.
En «Neovictorianos» –Neovictorianos-, Ignacio Escolar critica acerbamente -en Twitter se dio un verdadero día de fiesta a su costa- este comentario de expertos de la CEO: la herencia genética «tiene una importancia sustantiva en el rendimiento escolar de los hijos equivalente o algo superior a la del origen socioeconómico».