José María Izquierdo no tolera en El País que al presidente pacifista le impliquen en el fallecimiento de dos soldados

La zurda se rebota ante quienes responsabilizan a Zapatero de los muertos de ‘su’ guerra

Para Público, Rudi, Aguirre y Cospedal son solo 'lecciones de igualdad' para el PP

La zurda se rebota ante quienes responsabilizan a Zapatero de los muertos de 'su' guerra
Zapatero, en 2003, haciendo el 'pacifista' junto a Llamazares, Méndez y Fidalgo

En principio, se supone que alguien que tiene el hábito de leer periódicos está mejor informado que quien nunca abre uno. Esa es, al menos, nuestra esperanza. Pero mucho me temo que frecuentar algunos diarios es equivalente a convertirse en ese ‘homo unius libri’ que tan peligroso le parecía a Tomás de Aquino. Después de todo, quien se abstenga, feliz, de enterarse de la que está cayendo ignorará por completo el reto que plantea Bildu a la democracia. El que lee periódicos, en cambio, pensará que con la entrada de la coalición ‘abertzale’ en las instituciones se ha fortalecido ETA o se ha debilitado, sin término medio, según la cabecera que frecuente.

Por supuesto, hay datos objetivos, como la negativa de permitir que entren escoltas en determinados ayuntamientos, un hecho ominoso en una tierra donde la presencia o ausencia de un escolta puede significar la diferencia entre morir o vivir. O el presidente de la Diputación de Guipúzcoa, Martín Garitano, que ha dicho que “no es el momento” de hablar de la disolución de ETA. Detalles.

Para ‘Público’, en cambio, la paz ya se toca con la mano. Nunca he entendido muy bien la pasión ‘abertzale’ del diario de Roures, salvo que se trate de una de las habituales connivencias de la izquierda. Pero titular “Otegi, ‘culpable’ de buscar una estrategia ‘pacífica” canta muchísimo. Una cosa es que Zapatero lo definiera en su momento como “un hombre de paz”, y otra que los tribunales castiguen el pacifismo. ‘El País’, más moderado, también da a Otegui la suficiente credibilidad como para titular con las más esperanzadoras de sus palabras: “Otegi: ‘La contradicción entre mis propuestas y las de ETA es evidente”.

La noticia del día es la muerte de dos soldados españoles en Afganistán, la guerra de Zapatero. Esta denominación, por cierto, enfurece a la izquierda que, no lo olvidemos, usó la para España menos mortífera guerra de Irak como trampolín para saltar a La Moncloa. El pacifismo del “No a la guerra” demostró tener muy poco que ver con la paz y mucho con las estrategias electorales de la izquierda. “¿La muerte de estos dos militares es, entonces, culpa de la ministra, y, por extensión, del Gobierno? ¿José Luis Rodríguez Zapatero manda a la muerte a unos soldados desprotegidos a una guerra en países lejanos? ¿Es ese el mensaje?”, arde José María Izquierdo en su ‘blog’ de ‘El País’. Ese es exactamente el mensaje, don José María. Shakespeare lo explica mil veces mejor en ‘Enrique V’, pero la sustancia es esta: el gobernante debe estar muy seguro de la necesidad y justicia de la causa por la que manda a sus hombres a la guerra, porque será responsable de sus muertes. Si no, ¿qué más daba? ¿Es sólo dinero? Se habla de hospitales, escuelas, carreteras. Pero los afganos no nos han llamado, ni el Ejército español es una ONG uniformada ni se arma uno hasta los dientes para repartir paquetes de ayuda. Es una guerra. Y la gente muere.

O eso, al menos, es lo que piensa ese grupo de malhechores que es la prensa de derechas. Y es que están sin civilizar, y hay que enseñarles despacito el abc de la progresía. Ya está el PP, por ejemplo, deletreando la igualdad. Nos lo cuenta ‘Público’: “Tres presidentas ayudan al PP a visualizar su idea de igualdad”. No entender, cuidado: visualizar y van que se matan. Uno pensaba que Esperanza Aguirre tiene peso propio aparte de su dotación de estrógenos, como han comprobado amargamente numerosos rivales socialistas –todos varones–, y que María Dolores de Cospedal no ha hecho bandera de sus cromosomas XX para arrebatarle al PSOE un feudo histórico. Pero parece que no: estas dos mujeres, más Luisa Fernanda Rudi, son sólo ‘escuela de igualdad’.

Esta monótona insistencia por la cosa del género y el odio a cualquier cosa que huela lejanamente a derecha es lo que ha hecho que me acercara temblando a la columna de Joan Garí, “Apostilla sobre la educación”. Empieza recordando que, cuando entre en vigor la ‘ley Pajín’, no se podrá seguir dando conciertos a los colegios de sólo niños o sólo niñas. Pero lo que viene después, salvo su previsible final estatalista, me ha sorprendido muy agradablemente: “En realidad, la educación segregada por sexos dista mucho de ser algo monstruoso. Es una opción más, ante la que los expertos tienen disparidad de opiniones. Intentando ser objetivos, podríamos decir que no está nada claro si homogeneizar las clases con sólo niños o sólo niñas perjudica o mejora su educación global”. Todavía estoy temblando de la emoción… Jesús Maraña, para compensar, se marca una regañina a los críticos del nombramiento de Bibiana Aído en la ONU, y termina con esta frase casi surrealista: “En cualquier caso, el nombre de Aído quedará ligado a una Ley de Igualdad que ha supuesto uno de los mayores avances en la lucha por los derechos de las mujeres”. ¿Puede, por favor, citarnos algún ejemplo? Mire, señor Maraña, las mujeres son ciudadanas de pleno derecho e iguales a todos los efectos políticos y jurídicos que los hombres, no son marcianos. Lo que para la mayoría supondría verdaderos avances serían esas cosas en las que coinciden con sus padres, maridos, amigos, hijos y hermanos: trabajo, una economía estable y en crecimiento, seguridad jurídica… esas cosas. A ver si nos dejamos ya de marear la perdiz y nos ponemos con lo importante.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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