José Antonio Vera recrimina en La Razón –Yo no lo hubiera hecho– la estadía de la ministra de Sanidad en el exclusivo recinto de la isla del Lazareto, en Menorca. Entiende el columnista que, si bien es un centro ideado para tal fin, no se comprende que en una época de estrecheces económicas haya funcionarios que dispongan de privilegios de este orden y que la propia Administración mantenga un complejo ‘a pérdidas’, puesto que los pocos más de 300 euros que suponen 16 días de estancia con pensión completa es una oferta chollo imposible de encontrar para cualquier ciudadano de a pie.
Dice Vera que:
La ministra Pajín puede tener razón. O quizás no. Pero yo en su caso no lo hubiera hecho. Habría actuado de otra manera. Por varias razones. Es verdad que la Residencia Lazareto de Menorca es de uso público para los funcionarios de Sanidad.
Es cierto que cualquier trabajador puede ir allí por unos días guardando lista de espera y pagando por el servicio. Pero también lo es que 1) no deja de ser un privilegio para un colectivo concreto en un momento en el que se ven mal los privilegios, 2) no todos los funcionarios de todos los Ministerios o todas las Administraciones tienen derecho al uso de aquellas instalaciones, 3) a los menorquines les estuvo hasta ahora vetado el acceso a las mismas, 4) los precios por el uso del complejo son tan ventajosos que a cualquiera le encantaría que se los ofrecieran, y 5) el hecho de que hayan podido ir otros cargos no afecta en nada a que Pajín lo haya usado con su familia.
Y recomienda a Pajín y a todos los altos cargos, ya sean estatales o autonómicos que:
Los ministros, y por supuesto los altos funcionarios del Estado y las Autonomías, deberían irse acostumbrando a sufragar sus vacaciones en lugares no públicos sin privilegios. Residencias vacacionales «sólo para funcionarios» como la de Lazareto hay muchas, pero no por eso están justificadas. Con un Estado en semi-quiebra no sería mala idea privatizarlas y emplear los ingresos en aminorar la deuda de la Sanidad. Por ejemplo.