Escolar insiste en que lo de Camps no es como el Faisán; de acuerdo: el segundo es mil veces más grave
Si lo que querían es dar una imagen de austeridad, lo han conseguido, aunque ‘cutrez’ quizá definiría mejor la foto de Angela Merkel sirviéndose café directamente del termo, junto al zumo y la leche en ‘tetrabrik’: «Sic transit gloria Europae».
Obviando las formalidades, Merkel y Sarkozy se han reunido -en una demostración palmaria de que la elefantiásica burocracia de Bruselas tiene mucho de oropel- para evitar la disolución del euro con un nuevo rescate a Grecia.
Los titulares de la prensa son significativos:
- «Merkel estimulan, las Bolsas respiran», se solaza ‘La Razón’;
- «Suspensión de pagos descafeinada para Grecia», señala, más realista, ‘El Mundo’
- «Acuerdo para salvar a Grecia», suspira ‘ABC’
- «Europa pacta un impago controlado de Grecia», asegura en su primera ‘La Vanguardia’
- «Europa salva a Grecia (segunda parte)», ironiza ‘El Periódico de Catalunya’
- «La UE salva a Grecia y al euro», exulta, completamente en serio, ‘El País’
- ‘Público’: «La UE da un respiro a los griegos»
Qué quieren que les diga: me quedo con ‘Público’.
Debajo hay una foto que podría ser de unos feriantes de los años sesenta en La Mancha, pero no:
«Éxodo. Somalia muere de hambre».
Ya, Somalia tiene unos diez millones de habitantes, y apostamos diez contra uno a que en estas mismas fechas en 2012 esos somalíes no se habrán volatilizado, pero no está mal una nota de amarillismo alarmista por una buena causa. Suponemos.
La crisis permanente
La izquierda necesita de la crisis permanente, es cosa sabida, y es incompatible con el sentido de la ironía. Así, en su editorial «Cameron, vulnerable», el diario de Liberty, más conocido como ‘El País’, puede escribir sin que se le mueva un músculo:
«El primer ministro británico ha sorteado en el Parlamento con daños menores el primer capítulo del ultraje nacional provocado por los métodos periodísticos del grupo Murdoch, su connivencia inquietante con la policía y su excesiva proximidad a la clase política».
¿Su «excesiva proximidad a la clase política»? ¿Lo dice el diario de Prisa, empresa de la que se llegó a decir que el PSOE era su sucursal política? ¿El diario cuyo editorial antizapatero ha sido comparado con la puñalada de Bruto a César y comentado en pleno Parlamento?
Pero obviemos a Cameron y ‘El País’ y vayamos a la crisis de deuda y ‘Público’. Uno pensaría que, en el fondo, el problema de la deuda no es TAN difícil de entender: los Gobiernos de Occidente, con tal de complacer a sus votantes y que los reelijan, han gastado más de lo que tienen, dejando a deber la diferencia hasta que la bola se ha hecho demasiado grande. Nada que no sepan muchos morosos de paisano. Pero para la izquierda todo es una conspiración de ‘los mercados’, como si una historia tan vieja como el mundo necesitara una conspiración.
Leer, digamos, a Jesús Maraña -«La UE se mueve»- en el diario de Roures, que dirige, es enfrentarse a esta mentalidad paranoica.
«En mayo […] las múltiples y autorizadas voces de alarma sobre el carácter injusto e ineficaz del plan fueron ahogadas por ese coro del discurso único que entona el estribillo de la sacrosanta austeridad».
A ver, don Jesús: la austeridad no es ‘sacrosanta’; es lo que hay. Cuando uno no tiene dinero, tiene que gastar menos. No es, creo, tan difícil de entender.
De agonías varias
«Ha costado un año largo que la canciller Angela Merkel eleve la vista más allá de los intereses cortoplacistas germanos y empiece a asumir que la agonía del euro también supondría el suicidio de Alemania».
Son ganas de engañarse; en Alemania hay ya un 50% de ciudadanos que quieren la vuelta del marco. La agonía del euro quizá suponga un drama para cualquier país europeo, pero no para Alemania.
«Alargar los plazos de devolución y rebajar los intereses del nuevo y multimillonario crédito a Grecia y flexibilizar los usos del fondo de rescate para dar préstamos a países de la zona euro son tres de los pasos que ayer decidió la cumbre extraordinaria. Un éxito político».
Nunca mejor dicho: sólo político, porque ese acuerdo significa anunciar un impago con otro nombre. Seguir dando patadas a la lata no va a solucionar el problema.
Pero los delirios de Maraña parecen razonables y moderados al lado de «Deutocracia», una disparatada tribuna de Gerardo Pisarelo y Jaume Asens.
«¿Hasta dónde habrá que recortar, privatizar o desregular para saciar a los acreedores? ¿Y para pagar exactamente las deudas de quién? La deutocracia, en realidad, es eso: el gobierno de los acreedores. Un puñado de tenedores de deuda capaz de imponer su voluntad sobre la de millones de personas».
Es fascinante observar la retórica que pueden derrochar los manirrotos para no devolver lo que deben, una elocuencia que da un giro radical cuando, un poco más tarde, hay que volver a mendigar fondos. Entonces todo es seriedad y promesas de pago garantizado. Mi tío Alberto, maestro del sablazo, hacía lo mismo.
Y acabamos con Nacho, cómo no, y esa espinita que tiene clavada, Camps. Nuestro gurú de cabecera ha llevado muy mal la dimisión del presidente popular, y se nota. En «Camps, el nuevo Galileo Galilei», denuncia que la derecha ha aprovechado la dimisión de Camps para pedir que Rubalcaba haga otro tanto a cuenta del Faisán, ignorando importantes diferencias.
Aporto otra, por si Escolar Jr. quiere recogerla: aceptar tres trajes -incluso 1.000- es una minucia comparado con poner a la policía española al servicio de ETA.