Hay en Estados Unidos una revista satírica, ‘The Onion’, tan bien escrita que en alguna ocasión ha dado el pego, engatusando al redactor español de turno, que ha colado en un diario nacional de cuyo nombre no quiero acordarme una parodia como noticia real.
Un alma caritativa podría pensar que al programa de Telecinco ‘La Noria’ le sucedió el pasado domingo otro tanto al informar de que esta su cadena, Intereconomía, estaba emitiendo un ‘spot’ electoral que se realizó en las pasadas elecciones europeas (ha llovido ya, ¿verdad?) como parodia de un anuncio del PSOE.
Pero yo disto bastante de ser esa alma, primero, porque si los trasgos nos volvemos caritativos, más nos valdría dedicarnos a otra cosa y, sobre todo, porque para decir que «la semana pasada Intereconomía emitía el siguiente vídeo» hay, sencillamente, que mentir. No cabe equivocación posible.
Deben estar terriblemente desesperados para recurrir a una mentira tan fácil de desmontar. Realmente, debemos cabalgar, porque hay que ver cómo ladran.
En mi humilde opinión, la parodia de Intereconomía estaba de más: el vídeo de la campaña del PSOE era tan disparatado, tan ‘dobermannístico’ -presentando una derecha que quería la pena de muerte, la hospitalización de los homosexuales, el despido libre y gratuito y la confesionalidad del Estado- que el único modo de parodiarlo con éxito era reproduciéndolo. Lo realmente curioso, lo que da la clave de hasta qué punto la izquierda domina el discurso y el periodismo objetivo -de imparcial, ni hablamos- es cosa del pasado es que el vídeo del PSOE pasara como una pieza de propaganda lícita sin escandalizar a nadie.
El amo del socialismo
De hecho, la prensa de izquierdas está alcanzando niveles de ‘Pravda’ en su modo de ignorar noticias de evidente interés pero poco favorables a su visión del mundo. El otro día, por ejemplo, Rubalcaba se declaró amo del PSOE y en la izquierda no se levantó una ceja. Que maniobrara para quitarse de encima a quien podía hacerle sombra en las primarias y luego obviara estas para ser nombrado candidato ya marca un poco la pauta; pero que sin ser secretario del partido proclame tranquilamente que es él el que manda tiene un tufo autoritario que tira de espaldas, como lo han reconocido ‘La Gaceta’ y ‘El Mundo’. En ‘El País’ y en ‘Público’, nada.
Tampoco hay para extrañarse. La legalidad, los procedimientos, las formas son reliquias burguesas. Por eso siempre tendrá más legitimidad el puñadito de ‘indignados’ que colea por ahí que las urnas o el Parlamento, especialmente cuando todo apunta a que ‘los nuestros’, después de casi 20 años de Gobierno (entre Felipe González y Zapatero), se van a pasar unos añitos sin tocar bola. Algo se les ocurrirá a estos chicos, ya verán.
Lo de Noruega mira que nos pilla lejos, pero es clave en el argumentario de campaña de la izquierda. El último día ya avisamos de que venía denso el papel rojo con comparaciones disparatadas a modo de doberman rubio.
¿Recuerdan cuando gobernaba Aznar, los pogromos de musulmanes, la sangre corriendo por las calles? ¿No? Vaya, yo tampoco, y eso que fueron ocho años.
Pero esta vez tienen a Breivik y su carita de narciso noruego va a hacer las veces de ‘poster boy’ del ‘que viene la derecha’, ya verán. Para que no se nos olvide, ‘El País’ se calza una tribuna de Timothy Garton Ash, «El horror de Noruega y la libertad de expresión» donde dice cosas tan sabrosas como esta:
«¿Qué hay que hacer con esas palabras tan inflamatorias? Una respuesta, muy popular en algunos sectores de la izquierda europea, es: ‘¡Prohibirlas!’. Si la idea engendró el hecho, impidamos la idea».
Por supuesto, no esperen que la ‘terrible ultraderecha’ -esta que les habla- vaya a proponer, tras un atentado de ETA, que se ilegalicen las reivindicaciones nacionalistas pacíficas, o tras una matanza islamista, que se prohíba citar el Corán.
No es nuestro estilo.
Por supuesto, el autor, después de avanzar esa opción, se decanta en contra de la censura. Lo dejamos sólo en un aviso, para que la gente sepa dónde están los malos, y el riesgo de no pararle los pies a la derecha.
La eterna canción
En «La canción (triste) del verano», Jesús Maraña, director del diario ‘Público’, canta la eterna canción de la izquierda, que viene a ser que no hay otra opción ‘razonable’ que la suya. Y atribuir al contrario las peores intenciones, claro está. En general, las campañas electorales consisten en que la derecha critica lo que dice la izquierda y la izquierda critica lo que no dice la derecha.
Así, don Jesús está seguro de toda seguridad de que el Partido Popular va a desmantelar la sanidad pública. Y cuela al final:
«La mayoría de los españoles siempre se ha declarado a favor de pagar más a la caja común (eso sí, todos y no sólo los de la nómina) si ello sirve para mantener y mejorar el Estado del bienestar y si su dinero se gestiona con eficacia».
¿Siempre? Y, sobre todo, ¿con eficacia?
Existen límites, don Jesús, a lo que puede pagar el personal a la caja común antes de que el país entero se empobrezca y la ‘caja común’ se llene de telarañas.