No es que sea falso lo que dicen, que lo es; es que resulta liliputiense, todo tan pequeño, tan estrecho, tan mezquino
Sé que no me van a creer, pero yo empecé esto con la idea de echar unas risas. Ya saben, ver aquí y allá los patéticos intentos de manipulación de la izquierda sobre una realidad compartida, denunciando cuándo la ideología sustituía a la actualidad en sus informaciones.
Pero cuando esta gente empieza a escribir que hace un día radiante cuando jarrea, la cosa empieza a aburrir: no sé hasta qué punto nuestros lectores pueden estar interesados en lo que sucede en el planeta Jmong. La ciencia-ficción tiene un público limitado.
Manel Fontdevila alcanza la viñeta 18 dedicada a su mundo infeliz poblado de malvados purpurados, en esta ocasión saliendo de España -y del planeta Tierra- en naves espaciales con forma de confesionarios con destino al ‘planeta Ave María’, aunque si es la Iglesia o el autor de estas viñetas el que vive fuera de la realidad es algo que debe juzgar quien tenga ojos en la cara y haya paseado por Madrid estos días.
Aquí ha estado el Papa. Ha convocado a dos millones de peregrinos, lo nunca visto, Madrid ha sido una fiesta y Su Santidad ha lanzado mensajes como para pasarse meses rumiándolos. Los católicos españoles han descubierto que, lejos de ser una minoría agonizante, son legión y han perdido el miedo a declarar su fe. Pero, para ‘Público’, el resumen de la visita papal en su primera de ayer era:
«El Papa se va sin criticar al Gobierno»
Como Benedicto XVI no ha hecho absolutamente nada en estos días, la noticia es lo que no ha hecho.
Vamos por partes. Por mucho que les resulte inconcebible, Benedicto XVI no venía a España a criticar al Gobierno; ni siquiera, por mucho que lo puedan creer los lectores de izquierdas, venía invitado por el PP. En cualquier caso, no creo que el Gobierno del aborto o (próximamente, si se le deja) la ‘muerte digna’ pueda estar muy contento con las palabras del Pontífice sobre quienes «juegan a ser dioses» con la vida y la muerte.
En su editorial, «Misión papal cumplida», ‘El Periódico de Catalunya’ incide en esta idea:
«Probablemente, la cercanía de las elecciones y la expectativa de que las ganará el PP explican esta mesura táctica de la Iglesia con un poder civil contra el que se ha movilizado repetidamente en la calle»
O, no sé, quizá sea que la misión de la Iglesia sea anunciar a Jesucristo, y que si se mete en política es porque tiene que recordar la dignidad humana a un mundo olvidadizo -una «humanidad cruel», en palabras de Benedicto-, pero siempre como consecuencia de ese anuncio salvífico.
Sigan, sigan pensando que lo que ha sucedido es una pesadilla, que los jóvenes son los del 15-M, tan fáciles de pastorear. Desgranen todas las estúpidas vulgaridades de un Juan José Téllez en ‘Público’ («El masivo botellón eucarístico»; «La Cibeles mea agua bendita») y mantengan la ilusión de que aquí no ha pasado nada, porque su propia indiferencia ante la juventud que el mundo entero ha visto en Madrid se lo pone muy difícil cuando vuelvan sus ‘hosannas’ a la Acampada Sol.
Lo siento, chicos, pero ya se os ha visto el plumero y ha quedado claro que la ‘contestación popular’ y la ‘juventud comprometida’ os importa un rábano cuando no lleva el agua a vuestro molino.
De la hipocresía sí que pudo decirse en un tiempo que era un pecado mayoritariamente católico, cuando el catolicismo era la cultura dominante. Hoy es patrimonio exclusivo de la progresía, y la insistencia en que lo que les molesta de la vista es el ‘gasto’ resulta carcajeante para quien haya leído sus comentarios o visto las imágenes de sus manifestaciones.
No es que sea falso lo que dicen, que lo es; es que resulta liliputiense, todo tan pequeño, tan estrecho, tan mezquino.
«Benedicto XVI avisa de que sólo se puede seguir a Jesús en la Iglesia'»
Hala, ¡qué exclusivón! La noticia la ‘analiza’ el inefable Juan G. Bedoya en el diario del fondo de inversión Liberty en «El triunfo del cardenal Rouco».
«Lo que encontraría el fundador cristiano -nos informa- es una iglesia absorbente. Lo ha subrayado ayer el Papa, por si había dudas: «Seguir a Jesús en la fe es caminar con él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario»
Estás que lo tiras, Bedoya, desgranando obviedades. Supongo que el corolario es que se escandalizaría el autor de la parábola de la vid y los sarmientos (ya sabe: sarmiento que se separa, sarmiento que va al fuego; ¿no es eso más intolerante?).
Termina Bedoya:
«El cardenal Rouco, que cumplió este sábado 75 años, puede dormir tranquilo. El teólogo Tamayo advertía ayer de que ese triunfo es una derrota sin paliativos de Zapatero -su solemne promesa de avanzar hacia la laicidad de Estado- y, sobre todo, una decepción más para quienes, dentro de la Iglesia romana, sueñan con que «otra iglesia es posible»
La respuesta obvia es: claro que es posible, fúndenla ustedes de una vez y déjennos con nuestras anquilosadas tradiciones. Pero, ay, no lo harán jamás, porque un Hans Küng ‘teólogo católico’, aunque lo rechace todo de la Iglesia, seguirá siendo la coartada perfecta de ‘El País’, mientras que un Küng protestante -o, más probablemente, ‘küngista’- no iba a interesar absolutamente a nadie. El modo de no perder el foco y el micrófono es seguir dentro, aunque sea sólo de nombre.
Del vómito de José María Izquierdo -¡qué orgullosos estamos todos y de todo!-, me limitaré a un sumario:
«Es posible imaginar a Adolf Hitler santificado en el búnker dos segundos antes del tiro»
¡Qué pena!, ¿no?
«¡Este Papa mola, se merece la ola!»
Esta es, para ‘El País’, la frase que resume la vigilia de muchas horas de dos millones de jóvenes con el Papa.
Por favor, recuérdenme que la cosa era sólo por el gasto…