“El PP se instala en la expectativa de una mayoría absoluta holgada”. No lo digo yo, que lo dice ‘El País’, a partir de una cuenta realizada por la empresa demoscópica de Prisa. Y esa es la noticia que subyace a todas las noticias aparecidas hoy en la Prensa de izquierdas.
La relación de la izquierda con la democracia y sus normas ha sido históricamente turbulenta. Las urnas están bien –qué digo: son sacrosantas– para poner a los nuestros en el poder. Cuando, en cambio, el pueblo parece harto de sus tejemanejes y trapacerías y se halla dispuesto a encargar el gobierno a los otros, todo vale. De repente, un puñado de jóvenes marchando por varias ciudades españolas resultan de algún modo más ‘legítimos’ que los propios votos, como nos hemos cansado de leer en el diario de Roures.
Y no es la única queja. Manuel Saco expone la suya: “La más sutil de las trampas de los sistemas democráticos es el habernos convencido de que los ciudadanos tenemos el derecho a elegir en libertad a nuestros representantes políticos”.
Es llamativo cómo la izquierda se ha aliado insensiblemente con los peores nacionalismos periféricos. También lo es que su Prensa prefiera darle palos al inexistente muñeco del ‘anticatalanismo’ de la derecha y haga de ello noticia, ignorando una que en cualquier tierra de garbanzos lo sería de primera página: las autoridades desafiando la ley.
Uno se acostumbra a todo, como a pensar que las leyes están para saltárselas, después de tantos años de gobierno de un partido que ha recurrido a la guerra sucia y a la negociación secreta con terroristas o ha alertado a estos mismos terroristas para evitar que los detenga su propia Policía, como en una historia especialmente macabra de Gila. Por eso es imposible ver indignación alguna, y apenas mención, de la grave quiebra del Estado de derecho por parte de la izquierda, lo que nos confirma lo que decíamos en el primer párrafo: la ley es sólo un instrumento de poder, perfectamente prescindible cuando conviene.
BANDERAS ARDIENDO
“La derecha española –nos explica Manuel Rico en su billete de ‘Público’– sigue atizando una catalanofobia que sólo puede incrementar la brecha entre ambos pueblos” –Cabezas que embisten-. ¿Ambos pueblos? Admitamos que Cataluña es un pueblo. Perfecto, pero como lo es el vasco, el gallego o el asturiano, no como el español, porque de este forma parte, aunque lo ignore el señor Rico. Del desprecio por el Tribunal Constitucional, por supuesto, ni una palabra. De la quema de banderas españolas, tampoco. Las únicas banderas que en España se llevan con respeto y sin miedo son las de sus regiones. Asombroso.
“Impuestos de campaña” es el engañoso titular del editorial de ‘El País’. Digo “engañoso” porque podría entenderse que va a hablar de la reforma a la desesperada que propone el nuevo Robin Hood del PSOE, Alfredo Pepunto. Pero no, más bien se trata de descalificar al PP, como ya estaban ustedes imaginando: “El mito ha seguido formando parte del discurso del PP: reducir la carga fiscal es la condición para estimular la iniciativa empresarial, y además contribuye a reducir el déficit”. Es curioso que la izquierda llame “mito” a lo que ha funcionado invariablemente y considere, en cambio, realista un keynesianismo que es puro trilerismo político y coartada del político ambicioso, además de haber fracasado estrepitosamente.
Como ejemplo de mitología aplicada, también ‘El País’ nos cuenta en ese espacio electoral pro PSOE en que ha convertido sus páginas de ‘Política’, que “El PSOE apuesta por más energías renovables y menos energía nuclear”. Aquí cambien consonantes, porque en vez de mito deberíamos hablar de timo, lisa y llanamente.
José María Ridao nos explica pacientemente en el diario de Liberty el desastre que supondrá la victoria del PP, pero ‘sin acritud. “Con un PP controlando los grandes municipios, casi todas las autonomías y el Gobierno central, y un creciente porcentaje de ciudadanos afectados por la crisis más grave desde 1929, las tensiones sobre el sistema político pueden resultar de inusitada intensidad. Mucho más si, retomando sus formas de gobernar entre 1996 y 2004, el PP opta por ejercer el mando en lugar del liderazgo”.
¿Se acuerdan de cuando el PSOE controlaba todo eso mismo? Pues esta Prensa no vio ningún problema. Pero es que lo suyo, imaginamos, se trataba de liderazgo, no de mero mando. Así estamos de bien.
GANAR, O NO
Juan Carlos Escudier ironiza sobre el buen pasar de nuestros representantes en su columna “Ser político no está pagado”. “Nuestros diputados y senadores cobrarán poco pero lo compensan con una extraordinaria capacidad de ahorro o con abultadas herencias, hasta el punto que es imposible encontrar a un representante de la soberanía popular con dificultades para llegar a final de mes”. Y concluye: “No es verdad, por tanto, que no nos representen. A la mayoría de nosotros nos gustaría vernos reflejados en sus mismos espejos de abnegación y ahorro. Estaríamos dispuestos a tener varias casas y unos paquetes de acciones, aunque ganásemos tan poco como ellos”.