El PSOE del señor Rubalcaba lava más rojo

El arma secreta para crear riqueza de Alfredo es poner a tantas mujeres como hombres en la dirección de las empresas.

El análisis del trasgo sobre la prensa de izquierdas

¡Qué sería de nosotros sin Público, que en su primera no nos sale con aburridas ‘noticias’, sino con lo que debemos pensar de ellas! Ayer abría con el evidente «Pasos a la izquierda», bajo una foto del señor Rubalcaba (a quien Dios guarde luengos años) que, afectivamente, pasea en dirección izquierda. Eso es lo que sus lectores quieren saber, y no algo tan aburrido como, por ejemplo, «Rubalcaba propone imponer la paridad en la cúpula de las grandes firmas«, que dice El País, que si «paridad» es una palabra muy bonita, «imponer» ya lo es algo menos, y al final lo que queremos que nos digan es que Alfredo lava más rojo.

Espero que les emocione lo que corresponde, aunque no sé yo si con la que está cayendo y el paro en niveles récord del mundo -ahí sí que estamos en la Champions, José Luis-, al personal le interesará mucho saber que el Gobierno va a perder tiempo y dinero en decidir quién tiene que mandar en las empresas. Ya estábamos, en cuanto a libertad económica, por debajo de Uganda (o por ahí; no me hagan mirarlo), y el candidato socialista quiere dar un empujoncito más para que apetezca menos crear riqueza. ¡Que emprendan ellos!

Ya lo ha dicho en la SER Elena Valenciano: «Rubalcaba tiene derecho a hacer su propio programa«. Si este incluye todo lo que el candidato pudo hacer y no hizo -ni siquiera propuso- en décadas de vida política, ¿por qué no, en una España con memoria de pez? Si hasta Felipe González se presenta en toda la Prensa de izquierdas -¡y no poca de la derecha!- como el salvador del PSOE rubalcabesco! Eso sí es Memoria Histórica: considerar «prestigioso» al líder que presidió un verdadero Gobierno de ladrones y convirtió a España en la meca del paro.

Pero ya lo dice a toda página Público: «Los sondeos auguran un repunte de la izquierda«. Es curioso que el manuscrito rouresí recurra encuestas del panorama internacional teniendo más cerca de casa -y de unas elecciones generales- el estudio demoscópico de Sigma Dos del que se hace eco El Mundo y según el cual «El PP aumenta a 15,6 puntos su ventaja respecto al PSOE». Debe ser que los chicos de Roures nunca se han creído eso de que las principales noticias son las malas noticias. Aquí lo importante es animar a la tropa.

DISCUSIONES BIZANTINAS
En «La magia del cambio«, Jesús Maraña, director, hace referencia a este supuesto viraje hacia la izquierda sin darse cuenta de que su propio titular revela el truco. «Las citas electorales recientes en Dinamarca, Alemania o Francia y los pronósticos de las encuestas en Italia o Reino Unido indican que la socialdemocracia no está en crisis. Los ciudadanos europeos no están castigando a la izquierda sino a los gobiernos que han gestionado el cataclismo económico sometidos al discurso único impuesto precisamente por quienes lo provocaron». Me temo, don Jesús, que tiene más que ver con la idea misma de un cambio, y no de un cambio hacia la izquierda. La prueba está en España. El fin del Estado de bienestar -que no es responsabilidad de la derecha, como usted sabe perfectamente, sino de que no hay más cera que la que arde- no va a producirse tranquilamente ante una ciudadanía de ‘yonquis’ de la beneficencia estatal, y hasta que echemos el cierre definitivamente al invento por derribo es lógico que se castigue al que está al mando y se pruebe suerte con ‘el otro’ que, como sucede siempre, prometerá el oro y el moro.

Siempre me pareció que aquello de que los bizantinos discutían sobre el sexo de los ángeles mientras las tropas turcas asediaban Constantinopla era un mito bastante estúpido, pero últimamente me lo estoy replanteando. La crisis de deuda que empezó en Grecia y se ha extendido virtualmente a todos los países de Occidente tiene causas segundas más o menos complejas pero una causa primera bastante fácil de entender: nos hemos endeudado hasta las cejas, y el trilerismo del señor Keynes no funciona.

El Estado es insaciable y acaba matando la iniciativa privada a base de regulaciones, intervencionismo (como el de la parida de la paridad) e impuestos. Pero no esperen que se den por enterados los que viven del sistema. Miren, por ejemplo, la tribuna de Josep Ramoneda en El País, «El tabú de la fiscalidad«. Con una presión fiscal asfixiante, Ramoneda pretende convencernos de que eso de los impuestos es un «tabú», felizmente roto por el candidato socialista.
«El hecho en sí, que la fiscalidad de quienes ganan más entre en la escena electoral, ya es bueno porque el miedo a afrontar esta cuestión es una de tantas demostraciones de la impotencia de la política frente al dinero», sostiene Ramoneda. Meditar cinco segundos en nuestra vida diaria y el incesante intrusismo de las autoridades públicas da para reírse a carcajadas leyendo sobre esta supuesta «impotencia de la política». Pues menos mal que no es potente. Lo que parece ignorar Ramoneda y, con él, la izquierda toda, es que la política no es mágica, que mañana podría ‘decretar’ que cada español tiene derecho a una vivienda de 130 metros cuadrados, que si no se han construido en número suficiente y hay dinero para pagarlas, ya me dirá cómo se hace esa magia. Es la impotencia de la política mágica frente a la realidad.

«El debate sobre la fiscalidad tiene también una virtud clarificadora sobre las intenciones de cada uno: preservar la fortaleza del Estado o disminuirlo siguiendo por la senda de la privatización masiva de servicios», concluye. El hecho, accesible para cualquiera por encima de los 9 años, de que retraer dinero de la economía privada dificulta a esta crear riqueza y de que, por tanto, a la larga habrá menos riqueza sobre la que extraer impuestos se le escapa al comentarista. Pero ya lo estamos viviendo.

En realidad, la doble de tribunas del especial de Domingo de El País es un paseo por ese País de las Maravillas donde sigue dormitando la izquierda, que no quiere enterarse de nada. Está Soledad Gallego con su «Luchen por Europa«, insistiendo en que «ya solo falta que la Comisión reclame el protagonismo y la autoridad que le conceden los tratados europeos y que se niegue a cabecear como un perro de salpicadero ante las presiones, de raíz absolutamente ideológicas, para nada pragmáticas, a las que ha estado, y está, sometida». Las «presiones ideológicas» se llaman, una vez más, dinero; o Joaquín Estefanía, que en «Se dice y se hace» sostiene que «La economía sumergida, el elevado fraude fiscal, la existencia de multitud de lagunas en el sistema tributario que da lugar a lo que el economista Vito Tanzi ha denominado ‘termitas fiscales’ (personas físicas y jurídicas que, a través de exacciones, exenciones e intersticios, no pagan legalmente los impuestos que les corresponderían) forman parte de las deseconomías de escala de ese modelo productivo». Triste: todo se resume en una búsqueda de dinero para seguir con el sueño estatista.es.

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Autor

Juan F. Lamata Molina

Apasionado por la historia en general y la de los partidos políticos y los medios de comunicación en particular.

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