Dice Iñaki que el PP apela a la fe, pero a él hay que creerle cuando afirma que Rajoy va a eliminar derechos

Javier Bardem, a quien su pura rojez le abre las páginas de El País, nos alecciona sobre el Sáhara

‘Público' recomienda, para salir de la crisis, exactamente lo mismo que nos metió de lleno en ella

Javier Bardem, a quien su pura rojez le abre las páginas de El País, nos alecciona sobre el Sáhara
Javier Bardem. EFE

Aquí siempre le hemos llamado ‘reverendo’ Gabilondo, que no otro apodo amistoso merece quien diariamente nos endilga un sermón tan paternalista y untuoso como el de esos párrocos que explican el anticlericalismo más rabioso. Pero no pensábamos que el hombre fuese a forzar el paralelismo hasta el punto de hablarnos de la fe.

Pero, pese al titular, «20-N cuestión de fe» (así, sin coma), la cosa no va tanto de fe como del viejo y, ahora, desesperado grito: «¡Que viene la derecha!». Nunca una pataleta tan venenosa e irracional se había entonado con voz tan meliflua e hipocresía tan tartufesca.

Empieza el verable Iñaki advirtiéndonos que, de cara a estas elecciones, los partidos nos piden confianza -fe, en suma-, pero mientras que en el caso del PSOE se muestra vago, en el del PP destila la ponzoña habitual sin apenas disimulo.

Dice que el PP se propone arramplar con todos los derechos laborales imaginables, poniéndonos a la altura del Manchester del XIX, amparándose en el artículo de un conmilitón. Que viene la derecha, que ya está aquí. Avisa luego de que los conservadores siempre prometen sin cumplir, y alega el caso de Cameron, como si la eternidad laborista no hubiera dejado su funesta herencia.

Un acto de fe nos piden también en cuanto a la crisis «sobre la que nadie parece saber nada». No me dan los dedos de las dos manos para contar el número de los que sí dicen saber y de los que sí han hecho propuestas concretas; pero don Iñaki se refiere a los suyos que, efectivamente, no saben por dónde les sopla el aire.

Pero donde Gabilondo alcanza grados de arrogante estupidez difícilmente alcanzables es cuando sostiene que esa fe funciona en la derecha que, llena de creyentes, «está acostumbrada a creer cosas todavía más difíciles», mientras que la izquierda, donde abundan los escépticos, no compra lo que les venden por fe.

¿A QUIÉN VA A CREER?

Permítame que me carcajee, don Iñaki. La fe religiosa es creer lo que no vemos. Hace referencia a cosas de los que nadie puede tener experiencia directa. Pero la izquierda se ha elevado sobre una montaña de muertos, en un paisaje de inconcebible miseria, y todavía tiene la insultante arrogancia de predicar. La fe izquierdista es creer lo contrario de lo que vemos.

Que usted tenga todavía un micrófono para desgranar semejantes tonterías es una prueba de que el rojo vive de la fe. Y a los fieles se les adoctrina, no se dialoga o razona con ellos. Un ejemplo es el editorial de ayer de ‘El País’: «Los tipos deben bajar».

¿Recuerdan ustedes el estallido de la crisis, el principio de lo que tenemos encima, cuando los tipos eran tan bajos que los bancos repartían hipotecas como si fueran sugus? Pues el diario de Liberty quiere salir de la recesión por el mismo métodos por el que se entró en ella. ¿Irracional? Fe, amigo lector, échele fe.

Los elegidos son así: hablan ex cáthedra, no importa cuál sea su preparación. Así, Javier Bardem, merced al mérito de ser muy rojo, tiene tribuna con foto en ‘El País’ sobre el futuro del antiguo Sáhara español.

«La primavera árabe nos ha dejado un mensaje muy claro: el pueblo debe hablar»

, comienza el actor, haciendo evidente desde las primeras líneas que lo suyo son las tablas. La llamada -y en buena parte ficticia- Primavera Árabe, si uno es lo bastante iluso, nos enseña que el pueblo quiere hablar; el que deba o no es otro asunto. Si no tienes iPad, por ejemplo, lo tienes más difícil.

NOS ENDEUDAMOS POCO

«La eurozona no arranca», nos informa ‘Público’ con esa costumbre, algo cansina ya, a la metáfora de primera, con una foto alusiva de Trichet subiéndose a un coche. Los lectores de este espacio ya saben que, para ‘Público’, el método ideal de arrancar es estrellarnos, es decir, aprovechar que debemos hasta la camisa para gastar como si no hubiera mañana. ¿Disparatado? ¡Fe!

Porque, lo dice Jesús Maraña en su billete del manuscrito rouresí, «Lo que vale es el relato». «El relato instalado ya en buena parte de la ciudadanía -advierte Maraña- describe como lunáticos, derrochadores e irresponsables a todos aquellos que defienden la necesidad de ofrecer estímulos a la economía en lugar de un corsé de austeridad y ahorro que ahoga por completo la posibilidad de recuperación».

¡Ay, cuántas veces han tachado de «lunáticos, derrochadores e irresponsables» a los verdaderos creyentes! El hecho de que YA se hayan desperdiciado riadas de millones en programas de estímulo sin otro resultado que aumentar hasta el absurdo los niveles de deuda es sólo una prueba para nuestra fe.

Como no es ningún secreto que la camada Roures es marxista de estricta observancia, me da a mí que estos mantienen por Keynes el mismo desprecio que siente este Trasgo y que sólo aconsejaban sus políticas para ver si se viene todo abajo y probamos con el Año Cero. Ya saben, la vieja máxima de cuanto peor, mejor. ¿No lo entienden? Es fe, señor mío, fe.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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