Mejor hablar de ‘conflicto’, aunque sea uno en el que un bando pone los tiros y el otro las nucas. La derecha y parte de la izquierda sólo se oponen al ‘pelillos a la mar’, a la quiebra del Estado de derecho. Es divertido leer a un progre en general, y a Nacho en particular, hablando de hipocresía.
La izquierda siempre ha tenido una relación, digamos, ‘curiosa’ con la violencia. No, no voy a referirme ahora al centenar largo de millones de muertos en la represión llevada a cabo por el llamado ‘socialismo real’ durante el pasado siglo. Digamos que nuestra izquierda democrática no tiene nada, nada que ver con esa otra izquierda, aceptemos sus repulsas aunque a ellos no se les caiga el ‘fascista’ de la boca para referirse a cualquiera a la derecha del PSOE.
Aun así, cualquiera puede ver que, para nuestros rojelios, hay violencia y «violencia», y que ese señorito carnicero conocido como el Che siga siendo un icono idolatrado ya da bastante mala espina.
Estos chicos…
Con ETA, que ayer mismo anunció «el cese definitivo de su actividad armada» les pasa tres cuartos de lo mismo. Estos chicos todavía hablan de ‘socialismo’ en sus programas, y eso se aprecia. Oh, sí, repudio, condena, llamadas contra el ‘fascismo’ de los etarras… Pero mejor llamarles ‘los violentos’ que, directamente, asesinos. Mejor hablar de ‘conflicto’, aunque sea uno en el que un bando pone los tiros y el otro las nucas.
Juan Carlos Girauta asegura que abandonó el PSOE cuando en la sede del PSC aplaudieron un asesinato cometido por ETA. No me consta, pero me cuadra con muchas actitudes que vi en mi día y no desdice de esta irritación que muestra la Prensa de izquierda contra la derecha por recordar que hay un millar largo de vidas rotas porque esta gentuza eligió la eliminación física de viandantes como argumento político.
«Cada vez que se mueve algo en Euskadi, los medios de la derecha desatan una tormenta de insultos», sostiene en El País Josep Ramoneda («Entrando en el posterrorismo»). «Ello no impedirá, por supuesto, que cierta prensa de la derecha siga tronando como siempre. Es su carácter. A los conservadores siempre les cuesta digerir los grandes cambios», concluye. A mí me parece que el 20-N se avecina un cambio que es a la izquierda a la que le está costando digerir. Bastante.
También se queja Iñaki Gabilondo en la SER («Esperando el 20-N») de que a los españoles no nos alegre ni el fin de ETA. No es eso, Iñaki. El aparente fin de ETA es una buena noticia, pero no exactamente una sorpresa. Lo noticioso, el «hombre que muerde al perro» es que una banda terrorista nacida al calor de la Guerra Fría con muchas otras -desde las Brigadas Rojas a la Baader-Meinhoff- haya sobrevivido tanto tiempo a la Caída del Muro, a la democracia, a un Euskadi con elecciones, Prensa libre, concierto económico, autonomía y ayudas europeas.
La derecha -y buena parte de la izquierda, como hemos demostrado- sólo se opone al pelillos a la mar, a la quiebra del Estado de derecho, a que matar tenga réditos políticos, a que si asesinas a unos pocos lo tuyo sea una masacre y se asesinas a muchos, un conflicto, a despedir la banda con honores de ordenanza y con bocazas traídos de fuera para quedar en ridículo ante el mundo entero.
LA NUEVA HIPOCRESÍA
Pero dejemos ETA, que es sólo un incordio y un bochorno, y concentrémonos en el verdadero enemigo: la derecha. Nuestro inefable Escolar El Chico, don Ignacio, la toma con Duran por hacer explícito lo que, en opinión de la izquierda, Rajoy hace implícito: «Duran i Lleida da con el lema que resume esta campaña: «Si explicase cuáles son mis ideas perdería las elecciones» — La Política hipócrita — . Es el cinismo al cuadrado, la hipocresía superlativa: no sólo oculta lo que piensa, sino que se regodea en ello. La frase es de una soberbia insultante para el votante medio, que Duran retrata como a un niño pequeño, como a un débil mental, al que mejor no decir la verdad, no vaya a ser que se asuste y llore».
Es divertido leer a un progre en general y a Nacho en particular hablando de hipocresía. Hablando a destiempo, por lo demás, porque si Duran lo admite abiertamente, ¿cómo puede ser un hipócrita? Otros podrían ver hipocresía en bramar contra el nepotismo y conseguir que la compañera trepe a una subdirección de la televisión de todos, esa que nunca ha sido más abierta y chipiritifláutica que con Zapatero (sobre la experiencia de la susodicha, María Maicas, remito al propio Ignacio en www.escolar.net).
O quizá reunir firmas contra el ERE de Telefónica y mirar al tendido, silbando una alegre tonadilla, cuando Público -propiedad del multimillonario trotskista Jaume Roures- se deshace de un 20% de su plantilla. No sé, ¿qué les parece?
El País nos informa de que «Rubalcaba alertará sobre el exceso de concentración de poder en manos del PP«. Esto, viniendo de un partido que ha gobernado más tiempo que ningún otro en democracia, no es hipocresía: es un morro de los que se van pisando. Tampoco es un prodigio de periodismo imparcial esta otra noticia, también de El País: Rajoy pide un «Gobierno fuerte» mientras Aguirre le rinde pleitesía. De pleitesías políticas, mejor que no hablen demasiado, que existe Google….
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