La presentación del libro de Esteban González Pons, ‘Camisa Blanca’ terminó por ser un homenaje a los verdaderos indignados, los que hicieron la Transición. Sin querer hacer demasiada sangre con respecto al movimiento del 15-M, el propio vicesecretario de Comunicación del PP y diversos invitados al evento, coincidieron en reclamar el protagonismo para aquellos que contribuyeron a traer la democracia a España.
Eso sí, ya que se habla de indignación, de tumulto y algarada, también hubo tiempo para el tirón de orejas a la profesión periodística por fomentar en ocasiones la bronca y la crispación. Y la crítica, lejos de venir desde la esfera política, la hizo una de las profesionales más acreditadas del gremio, Curri Valenzuela:
Los periodistas también tenemos que hacer examen de conciencia, tenemos muchas cosas que cambiar. Es verdad que deberíamos ser más dialogantes y meternos menos en broncas. A mi todo eso de La Noria a mí me sobra. Los periodistas tenemos que ir más al análisis y tenemos que mejorar como los políticos. Ellos tienen que hacer su autocrítica y nosotros debemos hacer la nuestra.
En cuanto al fenómeno de los indignados, Valenzuela no duda de que la verdadera indignación tuvo lugar hace casi cuatro décadas:
A mí me gustó que Esteban González Pons, que es joven, recuerde a los indignados que en realidad los auténticos indignados fueron sus abuelos. Me ha parecido una frase muy brillante porque es verdad que quienes hicieron la revolución en España, los que protagonizaron la Transición fueron los auténticos rebeldes y sus nietos, a lo mejor, estaban mejor tranquilitos.
Esteban, que es un buen político, reivindica el papel de los buenos políticos y que no es otro que mojarse, luchar, hablar, discutir y yo creo que los indignados pues no están por hablar mucho ni discutir mucho. Entre Esteban y un indignado hay una gran diferencia a favor de Esteban, generalmente.
Alfonso Arteseros, responsable del programa ‘España en la memoria’ en Intereconomía expuso sus reparos a hablar de una revolución como la Transición como algo definitivo. Entiende que el movimiento es una evolución constante, no un compartimento estanco:
Estoy de acuerdo a medias porque una revolución no es la definitiva. Cuando todo lo que se consigue comienza a deteriorarse, yo creo que los jóvenes y los que están en una situación precaria tendrá algo que decir para empezar a enderezar lo que sus abuelos consiguieron.
Tampoco entiende que se pueda calificar de farsa o fracaso el movimiento del 15-M porque:
Sentenciar algo a bote pronto sin la información que considero que me falta, sería muy arriesgado por mi parte.
Y el propio protagonista, González Pons, que dijo sobre el movimiento del 15-M que «la auténtica ‘Spanish revolution’ fue la Transición española, la que hicieron los abuelos de los indignados, aclaró que no pretendía enmendarle la plana a los indignados del 15-M:
No es una crítica, pero creo que la verdadera revolución fue la de sus abuelos, la Transición. Esa sí que fue una revolución pacífica. Ojalá el 15-M y nosotros aprendamos de lo que hicieron mis padres y los abuelos de los chicos indignados.