Por fin he descubierto su secreto. He descubierto -gracias a sus propias confesiones, no por mérito personal de este modesto trasgo- cómo pueden recortar como ningún otro Gobierno el Estado de bienestar y acusar a la oposición de andar con el hacha; denunciar el nepotismo y colocar a cónyuges, hijos y demás familia; jugar a Robin Hood quitándole el dinero a los ricos y declarando patrimonios multimillonarios; grabando un carcajeante -por estúpido- vídeo contra la educación privada y llevando a los hijos propios (caso de José Blanco) al colegio más caro y exclusivo de Madrid. Pueden hacerlo porque están muy, pero que muy por encima del común de los mortales. Por eso pueden decirnos continuamente cómo vivir nuestras vidas. Y no se privan.
MODESTIA (MUY) APARTE
«Soy juez y fiscal, tengo una capacidad superior al ciudadano normal», ha dicho en Telecinco, sin cortarse un pelo, el ministrito del Interior, Antonio Camacho. Uno creía que la patochada del vídeo del PSOE sobre educación procedía de la febril imaginación de sus guionistas, pero se ve que han tenido en quién inspirarse para reflejar la arrogancia y el convencimiento de estar por encima de la chusma, de la canalla, del común de los mortales.
«Cualquier persona» que mire a Rubalcaba puede darte cuenta de que «es más listo que el común de los mortales», ha elogiado José Bono al candidato socialista en Televisión Española. Se ve que hoy tenían el día sincero, de hablar a calzón quitado, de expresar la más profunda justificación de la izquierda: os mandamos porque somos mejores, idiotas. En el caso de Bono, su listeza no se presume, como el valor en la mili, sino que está probada en el duro combate del mercado y la empresa privada.
¿De cuántos políticos se puede decir que haya compatibilizado los más altos cargos públicos con una actividad de negocios que ha multiplicado su fortuna en pocos años en el elitista sector de la hípica, al tiempo que se mantiene viva la llama del socialismo igualitario? Eso es talento, señores, desengáñense.
Y, mientras, Rubalcaba habla de «la esquizofrenia de la derecha». Ya saben, se refiere a la psicopatología caracterizada por el desdoblamiento de la personalidad, de modo que el sujeto puede actuar como personas no ya diferentes, si no aun contrapuestas, defendiendo, por ejemplo, medidas a las que se opuso mientras formaba parte del Gobierno o pretendiendo ser, a un mismo tiempo, poder y oposición, Dr. Alfredo y Mr. Rubalcaba.
La Prensa toda abre con hosanas a la salvación del euro -nada por aquí, nada por allá y, ¡hop!, un billón de euros-, desde Público, que toma la cumbre europea por lo nacional -«Europa pone a la Banca española en el punto de mira»-, a El País, que hace tres cuartos de lo mismo, sólo que con cifras y sin metáforas: «La UE calcula que la gran Banca española necesita 26.000 millones«. Se entiende que de euros.
La izquierda, que está muy por encima del común de los mortales, sigue en esto a su (políticamente) difunto señorito, que aprendió economía en dos tardes.
Cosas de la élite, aunque luego se pague tanta precipitación. Se puede apreciar en «La uña de Europa» última aportación de Escolar el Chico al periodismo patrio: «[…] Ni siquiera un cheque de 12 ceros bastará si Alemania boicotea la solución definitiva al problema. Pasa por dos cosas: por una verdadera gobernanza económica común -donde todos los países asuman sus responsabilidades- y por el Banco Central Europeo, que debe romper ese estúpido corsé berlinés y espantar a los especuladores comprando deuda soberana en grandes cantidades».
Es decir, Nacho defiende curar el alcoholismo con unas copas. El origen de la crisis es algo tan simple como que nos hemos endeudado más de lo que podemos pagar con el crecimiento, y la solución que propone Escolar es incentivar ese endeudamiento comprando humo con el dinero de todos para que la ruina sea completa.
Y, en vista de que los políticos tienen la irrefrenable tendencia a gastar como marineros borrachos, darles mayor control sobre la economía. Hey, en la Unión Soviética fue un éxito son paliativos, ¿no? ¿No?
UN CONEJO DE LA CHISTERA
Debo reconocer que no es cosa de mis chicos, los periodistas de la zurda: es contagioso y casi universal. Los gigantes mediáticos han sido unánimes en precipitarse a lanzar las campanas al vuelo y soltar en sus primeras y portadas un colosal suspiro de alivio: estamos salvados. Lo que sólo significa que esta profesión de mis pecados es crédula ante los políticos y cree, como ellos mismos, que están por encima, no ya del común de los mortales, sino de las mismas leyes de la física y la metafísica.
Lo de Europa, y esta es la amarga verdad, ha sido una cumbre virtual, un paripé, un teatrillo. Pero el dinosaurio de la deuda seguirá ahí cuando despertemos los listos y el común de los mortales.
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