Con el PP llega a nuestro país "el partido único" (Escolar) y la "teocracia" (Gabilondo)

Maraña (Público): «El éxito de Rajoy se lo debe a la crisis económica»

El diario de Roures insiste en que "si se ponen nombres, el mayor mérito de Rajoy se llama Zapatero y se apellida Rubalcaba"

La batalla ya está perdida y ganada. Los avisos apocalípticos no detuvieron el vendaval de las urnas, de signo tan distinto al que parecía marcar la calle, favorita de la izquierda. Y ahora viene contar a los caídos y restañar heridas en la izquierda.

Me quedo, como palabra del día, con la que sirve de titular al Buzón de voz de Jesús Maraña con que abre Público su sección de Opinión: «El hundimiento«. Maraña reconoce la victoria del PP, más aún la derrota del PSOE, pero no concede el menor mérito a los populares en este estado de cosas: «Si se ponen nombres, el mayor mérito de Rajoy se llama Zapatero y se apellida Rubalcaba, pero su éxito debe agradecérselo especialmente a la peor crisis económica en décadas y a un paro descomunal». Crisis que nada tiene que ver con los socialistas, suponemos, y paro que no guarda relación alguna con las nefastas políticas de Zapatero.

LLEGA EL ABSOLUTISMO

«Derecha absoluta… debacle socialista», titula en primera Público. La idea de absoluto, total es muy repetida en la Prensa de izquierda. «La crisis da todo el poder a Rajoy» es como lo da El País. No han sido, ay, los españoles, sino la crisis. Uno espera fervientemente que se trate de un automatismo freudiano y no un desprecio consciente por las urnas.

Tampoco El Periódico de Catalunya da la menor impresión de que España haya elegido por mayoría democrática un nuevo Gobierno: «En manos de Rajoy» es su modo de verlo. Suena todo terriblemente ominoso. Imagino que la idea de una derecha que cuente con el respaldo popular, que la ha aupado en las urnas en un proceso rutinario que no implica cambio de régimen no puede entrar en sus mentes. El País dedica sendos perfiles a los ex candidatos, en los que se les ve la oreja a la legua. El dedicado a Rajoy se titula «Un señor como Dios manda«, y su primer subtítulo es: «Rajoy, hijo típico de la burguesía de provincias, fue un estudiante modélico y un político precoz». Aburrido, ordenancista, rancio. ¿Rubalcaba? «El político imprescindible«. No pregunten; el titular no es mío. Ni este subtítulo: «Rubalcaba es el muñidor de las grandes operaciones, el negociador del resultado final, y el puente entre las corrientes y los grandes egos domésticos». Gran tipo, ¿verdad? Lástima que España -y, probablemente, el propio PSOE- haya encontrado el modo de prescindir de este imprescindible.

Ignacio Escolar, a quien el PSOE debería darle, cuando menos, una mención de honor por su denodada guerra de guerrillas digital en los días de campaña contra el PP, no es menos amargo en su última entrada columna, «No es un cheque en blanco». Nunca lo es, ¿no, Nacho?

… Y LA TEOCRACIA

Escolar empieza, como era de esperar, ninguneando la victoria pepera: «Ironías del sistema electoral español: con menos votos de los que tuvo José Luis Rodríguez Zapatero en 2008, Mariano Rajoy ha alcanzado la mayoría más absoluta que jamás ha disfrutado la derecha en España». Más paletadas del género apocalíptico: «Ahora llega el monopartidismo: un escenario donde la líder de la oposición al poder de Rajoy va a ser Esperanza Aguirre (o Angela Merkel)». No tengo la impresión de que las mayorías absolutas del PSOE le hayan quitado nunca el sueño, pero esto es la izquierda.

Qué malos son los años. Tengo un amigo, excelente profesional, que ha llegado siempre pronto a todo pero ya tarde al mundo digital, y apenas hay modo de que se haga a las posibilidades profesionales que ofrecen las redes sociales por Internet. Es ley de vida. Pero siempre es triste contemplarlo, como en el caso de Iñaki Gabilondo.

Iñaki se apuntó hace años a un carro ideológico, y ya es tarde para que vea la realidad sin anteojeras. Su prédica tras la victoria del PP en la Cadena SER -«Por fin, la ortodoxia«- es tan sosegada en voz y gesto como biliosa en contenido. En ella anuncia que España ha llegado a una teocracia -aquí, por lo visto, no vale el giro de los españoles han elegido-, directamente, de una nueva religión cuyo dios son los mercados.

Para Iñaki, esa fe también tentó a los socialistas todavía en el Gobierno, pero en defensa de estos añade que se sometieron «a regañadientes». No es que nadie notara la diferencia, añado yo. Ni una sola vez, ni una sola, han insinuado Iñaki o los otros popes de la izquierda la lejana posibilidad de que, no sé, quizá los Estados han gastado de forma irresponsable, o que tal vez sea poco realista vivir indefinidamente de prestado, o que a lo peor es poco práctico centrarse en el reparto de la tarta sin pararse a pensar dos minutos en cómo hacerla.

Pero cuando la realidad les desconcierta estos mandarines enamorados de su propia voz nunca optan por un decente silencio; la alternativa siempre es la construcción mítica, por disparatada que sea, aunque haya que negar la democracia en nombre de la democracia.

Muy triste, ya digo.

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Autor

Juan F. Lamata Molina

Apasionado por la historia en general y la de los partidos políticos y los medios de comunicación en particular.

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