Para ‘Público' sólo puede solucionarse con una "refundación del capitalismo", extraño modo de llamar al trotskismo de toda la vida
La última en soltar la lágrima ha sido la ministra de Trabajo italiana, Elsa Fornero, al anunciar los recortes del Gobierno Monti relativos a su departamento.
Para Ramón Lobo, en ‘El País’, el llanto de la Fornero es indicio de que estamos «ante un gobierno humano». Hoy sabemos que las lágrimas de Rubalcaba venían a cuento del precio a pagar por tanta magnanimidad ‘abertzale’.
A mí, qué quieren que les diga, eso de que los políticos se pasen el día gimiendo y llorando en este valle de lágrimas, la verdad, me tiene en un sinvivir.
La última en soltar la lágrima ha sido la ministra de Trabajo italiana, Elsa Fornero, al anunciar los recortes del Gobierno Monti relativos a su departamento.
Siempre será mejor eso que el que se tomen a risa los sacrificios del personal, pero en el medio está la virtud y, como esto siga así, no van a ganar para pañuelos.
La llorera de Fornero da a Ramón Lobo para establecer en su ‘blog’ de ‘El País’ una de esas divisiones maniqueas a las que tan dada es la izquierda:
«Del ‘bunga bunga’ al Gobierno humano».
¿Gobierno humano? ¿No habíamos quedado en que eran una panda de tecnócratas que habían irrumpido en el normal proceso democrático?
Ese es el dilema de la progresía. Quieren hablar de ‘golpe de mercado’, de cómo las finanzas están imponiendo a sus hombres de confianza en los Gobiernos europeos con independencia de la voluntad popular.
El problema es que sólo hay dos casos, Papandreu-Papademos y Berlusconi-Monti, y todo el mundo sabe que Il Cavaliere es lo peor que le ha pasado (recordar que ha sido elegido, y varias veces, por el pueblo italiano es demasiado doloroso) a Italia desde Mussolini.
Todo, claro, a cuenta de la crisis de la deuda, que para ‘El País’ se arregla tranquilizando a los mercados con una buena inyección del BCE, será por dinero, mientras que para ‘Público’ sólo puede solucionarse con una «refundación del capitalismo», extraño modo de llamar al trotskismo de toda la vida.
La crisis tiene desconcertada a la izquierda mediática, nunca muy ducha con los números. Iñaki Gabilondo, en su habitual prédica en la Cadena SER («Y España de puente») habla de que estamos en plena «refundación de Europa» (y van…) y se pregunta qué misterio es ese de la deuda.
Para mí, lo misterioso es que pueda ser un misterio para nadie.
No somos pocos los que llevamos décadas escribiendo que no hay más cera que la que arde y que los Estados estaban gastando como marineros borrachos tirando de tarjeta. La izquierda nos miraba como aguafiestas descerebrados, y, ahora que se ha producido exactamente lo que vaticinábamos, en lugar de reconocerlo, hablan del ‘misterio de la deuda’ y aseguran que esto «nadie podría haberlo previsto».
Es un grado de solipsismo que se hace francamente preocupante.
Observen cómo interpreta las cosas Almudena Grandes en su columna de ‘El País’, «¡Aleluya!»: «La Banca alemana, sin ir más lejos, se forró con la burbuja de la deuda griega, y ahora la ruina de los griegos es la única solución para que no pierda un céntimo de lo que ganó con su especulación».
A ver si lo he entendido, Almudena: los griegos estaban tan ricamente gastando con la prudencia de un buen padre de familia cuando llegaron los alemanes a prestarles inmisericordemente. ¿Es algo así? Y ahora tienen la desfachatez de pedir a Grecia que le devuelva el dinero.
Con ese don para entenderlo todo al revés uno comprende que Grandes escribiera que las monjas disfrutaban siendo violadas por los milicianos.
Pero no es Grecia el objetivo principal de Grandes, sino Rajoy, claro, que pilla más cerca. Se queja Grandes de que Rajoy hable, como se ha quejado siempre su periódico de que callara. Uno no se aclara. Y parece que Rajoy ha dicho que «la solución de la crisis consiste en que, a lo largo de 2012, los españoles perdamos un 15% de poder adquisitivo. Es decir, que sólo siendo un 15% más pobres podremos empezar a dejar de ser pobres. Esto no es un enigma para imbéciles, dicen».
Hombre, depende de lo imbécil que se sea, pero, en principio, no es muy difícil entender que el que está endeudado primero tiene que pagar lo que debe antes de empezar a llenar la cuenta corriente.
Y también fue ayer el día en que supimos (no: confirmamos) por qué lloraron tanto Rubalcaba como Patxi López y Francino a cuenta del comunicado de ETA.
Quedaba extraño, porque hombres a los que no se les vio llorar cuando ETA mataba no tenían razón de hacerlo por una promesa más de una banda de asesinos.
Pero hoy sabemos que sus lágrimas venían a cuento del precio a pagar por tanta magnanimidad ‘abertzale’.
Lo cuenta nuestro periódico, que los socialistas reconocen no haber dejado nunca de negociar con los terroristas. Aunque nos pusieron de vuelta y media a quienes dijimos que el Gobierno seguía negociando. Y ‘El País’ abre con uno de los titulares más ‘eméticos’ de su historia: «ETA a Zapatero: ‘El atentado de Barajas fue un accidente». Ups. Dos muertos no dan para muchas bromas, pero es que uno no sabe cómo tomar esto de considerar ‘accidente’ el detonar unos kilitos de Goma-2. Suena a cuando el ‘capo’ dice: «Que parezca un accidente», sólo que al revés: esto parecía completamente un atentado y qué va, un accidente.