Monzón habla de los políticos y desvela la tesis, no del todo original en el diario de Roures — ¿Para quién gobiernan? — de que gobiernan para los mercados. Nos cuenta la incesante falacia de que «este sistema que llaman de mercado, campando a sus anchas, sin ningún tipo de regulación, podría acabar devorando a sus hijos». Realmente ignoro si el capitalismo, campando a sus anchas y sin ningún tipo de regulación, acabaría o no devorando a sus hijos. Y no lo sé porque no se ha dado nunca, y porque el mercado que nos ocupa, el financiero, no es que no carezca de algún tipo de regulación; es que las tiene para aburrir. Que sean las adecuadas ya es otra cosa.
GOBIERNOS DE QUITA Y PON
Pero no quería volver ahora sobre esto; quería quedarme con la pregunta y aplicarla a otro tema de actualidad candente: Europa. En primera, el diario de Berggruen, más conocido en estos lares como El País, saca una frase de Sarkozy: «Mi querido David, tus exigencias son inaceptables». David es, lo habrán adivinado, el primer ministro británico, David Cameron, cuyo desafío a Merkozy ha merecido el titular «La noche en la que el desplante de Londres unió a Europa». Y es que ya sabemos que para Prisa «las viejas naciones son el problema, y Europa es la solución», como nos cuenta Lluís Bassets en el diario global, parafraseando a Ortega.
Cuenta la leyenda, probablemente apócrifa, que, preguntado sobre los franceses, Winston Churchill respondió que no los conocía a todos. A mí con esto de la UE me pasa algo similar, y cuando leo que el «hasta aquí hemos llegado» de Cameron «une a Europa», me pregunto a quién une de verdad. ¿A la casta de eurócratas que nos gobierna desde Bruselas? Esos ya están bastante unidos. ¿Al eje franco-alemán? ¿A los Gobiernos que quitan y ponen?
SIN APELLIDOS
Hace tiempo que la dichosa construcción europea ha dejado atrás, en un rapto de despiste, al pueblo europeo, testigo atónito de este ping-pong multilateral. Leo hoy en la Prensa que la mitad de los británicos cree que Gran Bretaña debería abandonar la UE, casi tantos alemanes piensan lo mismo del euro y un 65% de franceses clama por la vuelta del franco. Vaya unidad tan curiosa en nuestro democrático Occidente.
Público hace, como siempre, la guerra (¿guerrilla?) por su cuenta y titula que «Europa recorta su Bienestar con la excusa del euro«. Vamos, que nuestros gobernantes estaban cansados de gastar, agarrotada la mano de firmar cheques, y aprovechan que el Pisuerga del euro pasa por Bruselas para meter tajo.
Cualquiera que conozca a un político incluso de lejos sabe que eso de gastar a lo grande lo llevan en el ADN y que sin dinero no hay poder, que al final es lo que les gusta. Si no siguen con su alegre despilfarro, chicos de Roures, no lo duden: es que no pueden seguir haciéndolo.
Jesús Maraña, su director, nos cuenta en «Europa pierde apellidos» que la UE «nació con la idea de construir una economía social de mercado, pero el apellido social ha quedado enterrado en Bruselas por mucho tiempo». Como lo entrecomilla, imagino que lo habrá sacado de algún documento oficial, aunque ya tengo dicho en otra parte que por social hay que entender político y que no tenía constancia de que la UE naciera con una idea tan peregrina en mente.
ROJOS PASEOS
El País, tengo para mí, hace tiempo que perdió ese apellido, y por lo que colijo a partir de sus editoriales de un tiempo a esta parte, no está para compartir las lágrimas de Elsa Fornaro por los sacrificios que toca aplicar. En «Ahora le toca a Rajoy«nos informa muy complacido -ni siquiera una furtiva lágrima- de que «José Luis Rodríguez Zapatero fue al Consejo Europeo con la tranquilidad de haber adoptado decisiones de ajuste presupuestario -con la correspondiente enmienda constitucional- compatibles con las propuestas europeas más estrictas de unión fiscal» y «Mariano Rajoy compareció un día antes de esa cumbre en la reunión del Partido Popular Europeo en Marsella respaldando esa enmienda constitucional y sus propósitos de equilibrio para las finanzas públicas». Han salvado el euro.
Por eso corro a refugiarme en esta última trinchera del bolchevismo que es Público. Sólo gracias a él me entero de que «El Diktat amenaza el sueño europeo de los progresistas». Menos mal que no es el sueño progresista de los europeos, y no añadiré que para muchos ese sueño tiene mucho de pesadilla. Sostiene la curiosa ‘información’ que «los expertos advierten del riesgo de que la socialdemocracia y los sindicatos se descuelguen de una construcción europea «neoliberal». Llevo ya mucho tiempo empapándome diariamente de Público y nunca he leído un periódico que recurra tanto al nebuloso título de experto, aunque sospecho que son como los de la comisión sobre el Valle de los Caídos, que uno parte de la conclusión y luego espiga las guías telefónica en busca de expertos que la refrenden.
AMIGOS DE LO AJENO
Igual que fabrica expertos, el diario de Roures ha fabricado, si no el movimiento 15-M, sí su influencia política. Lo último: «El 15-M defiende las ocupaciones sin k«, y por si su lector no entiende bien a qué se refieren, aclara el subtítulo: «Integrantes del movimiento temen que las últimas tomas de edificios, desorganizadas y sin un fin político, mermen su imagen». A ver si me entero: no les preocupa que sea ilegal, ilícito o inmoral; que sea arbitrario, demagógico e injusto, no: les preocupa su imagen, como un avezado político en campaña.
Leemos en el texto que «lo difícil es saber dónde se ponen los límites», aseguran en Democracia Real Ya. Sí, uno empieza a apropiarse de lo ajeno y es difícil parar. Y, más divertido: «El movimiento apoya estas acciones pero insiste en que hay que explicarlas». Me suena a cuando los políticos la pifian y dicen luego que todo ha sido «un problema de comunicación». Es lo que le faltó al Dioni: que salió de najas, en lugar de explicar su acción a la policía.
Termino con un consejo a tan meticulosos ocupantes: si se les enciende la sangre revolucionaria y deciden ir a lo grande y ocupar la mansión de un Botín o de un Ruiz-Mateos, programen bien su GPS, no vayan a acabar en el chalecito que se reserva el presidente socialista como descanso a sus desvelos sociales, que está en el mismo barrio, y ya la tenemos liada.
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