Confíen en Ignacio Escolar: él sabe que lo de la prima no tiene nada que ver con el discurso de Rajoy. Creo que ya le estoy cogiendo el truco a la izquierda mediática: es cara, yo gano; cruz, tú pierdes.
Ha sido abrir la boca Rajoy, caer en picado la prima de riesgo y precipitarse la izquierda a decir que qué tendrá que ver el tocino financiero con la velocidad pepera.
Hay en lógica un tipo de falacia conocida como post hoc, ero propter hoc, que consiste en establecer que existe una relación causal entre dos fenómenos cuando uno se produce antes que el otro. El rojerío la usa a placer, con abandono, pero estudia vigilante al rival para impedir que caiga en igual vicio, incluso cuando no es tal.
A veces recurre al ataque preventivo, como es el caso de Escolar El Chico en Twitter: «Cuenten hasta diez y, antes de que acaben, ya habrá alguien que diga que lo del bono español es gracias a la investidura de Rajoy». Por supuesto, Nacho sabe perfectamente que no tiene nada que ver. Pero nada. Rajoy podría haber anunciado la nacionalización de la Banca y proclamado la República Soviética de Hispanistán, que la prima de riesgo hubiera bajado igual. No sé; algo que ver con el BCE, explica Escolar. Algo que no ha afectado a Italia, distinta y distante. Bueno, nada que ver aquí, sigan circulando…
De antes a ahora
Ah, bueno, quizá. Lo que no quita para que Público se regocijara infinito en su día cuando Rajoy estaba por arrasar y los mercados seguían a la baja. «¿Desconfían los mercados de Rajoy?«, se preguntaba, abriendo Opinión, Manuel Rico, subdirector de Público: «O los mercados no confían en el triunfo de Rajoy y temen que España siga en manos de un Gobierno socialista conocido por sus políticas económicas de extrema izquierda, o las toneladas de confianza que el Futuro Gran Timonel genera a su alrededor no impresionan en absoluto a los mercados». Jesús Maraña ironizaba en Twitter: «Vista la evolución de la prima de riesgo, mejor que Rajoy no haga en la UE más gestiones para que confíen en España». No seguiré con espontáneos y blogueros de la zurda que, como Schevi (si la incertidumbre hunde la Bolsa y la desconfianza eleva la prima de riesgo ¿los mercados no confían en la ya cercana victoria de Rajoy?) se pusieron las votas vinculando subida de la prima y victoria popular.
Pero ahora, qué cosas, habla Rajoy, cae la prima y una cosa no tiene nada que ver con la otra. Creo que ya le estoy cogiendo el truco a la izquierda: es cara, yo gano; cruz, tú pierdes.
Tengo para mí que Rajoy ha frustrado los sueños de la izquierda mediática, que soñaba con neoliberalismo a saco. Pero da igual: los artículos dan la impresión de estar escritos hace días o, al menos, los titulares. Para El País, que juega a poli bueno, «Rajoy se reserva las medidas más duras«. Público, con su consigna de no hacer prisioneros, ha buscado el cuerpo de letra reservado para cuando un meteorito se aproxime dispuesto a acabar con toda vida en el planeta y titula en primera: «Tijeretazo general«. ¿A que estaba cantado?
Deprisa, deprisa
El País dedica nueve páginas a la investidura, de las que un artículo me ha hecho especial gracia: «Lara emplaza a Rajoy a elegir: los mercados o los ciudadanos». No podría resumir la locura de la izquierda en un disyuntiva más sucinta. Y falsa: no hay mercados sin ciudadanos, y dónde estaríamos los ciudadanos sin mercados. La respuesta la tenemos especialmente a la vista esta semana: en Corea del Norte. Por lo demás, el diario de Berggruen tiene prisa (disculpen el juego de palabras) y Rajoy no va lo bastante rápido para sus amos de Liberty.
Gabilondo se olvida de que Rajoy ganó las elecciones
En su editorial, «Siempre Rajoy», le alecciona como antes ha hecho con Angela Merkel: «En conjunto, el candidato intentó mantener el mismo propósito de los últimos tiempos de oposición y de la campaña electoral: no enajenarse ningún sector de la ciudadanía por la vía de no pronunciarse sobre las medidas que piensa adoptar en el Gobierno. Es una apuesta arriesgada para el Partido Popular, puesto que, tarde o temprano, tendrá que comenzar a gobernar. Pero podría serlo también para el conjunto del país si la indefinición acabara por traducirse en inacción».
Tampoco Iñaki las tiene todas consigo en su prédica diaria en la Cadena SER, que titula con un insulto: «Rajoy, nuestro Monti«. Oh, la terrible, inconsciente arrogancia de la izquierda. Rajoy actúa, dice el reverendo Gabilondo, «Como si en vez de haber sido elegido por las urnas hubiera sido elegido por los mercados». Me pregunto si hubiera dicho lo mismo de Rubalcaba. Supongo que prefieren olvidar que España no sólo les ha votado, sino que les ha dado una holgada mayoría absoluta, al contrario que el inelecto Monti. Pero imagino que debe ser doloroso volver a ese asunto.
En «Al pan, pan, y al paro, paro», Jesús Maraña repite consignas: «[…] recetas tan conocidas como fracasadas: reducir la inversión pública y facilitar el despido produce exactamente los efectos contrarios». ¿Perdón? ¿Dónde, don Jesús? Pero es mejor no hablarle a la izquierda de recetas conocidas y fracasadas. Como mentar la cuerda, ya saben.