«Más allá de lo fascinante de las filtraciones, Assange y su grupo dejaban abiertas cuestiones profundas sobre la organización de las redacciones periodísticas, por un lado, y sobre el umbral de confidencialidad que requiere una gestión moderna de la acción de gobierno y de las relaciones internacionales».
Así resume Borja Bergareche, autor de ‘Wikileaks Confidencial’ (Anaya, 2011) el impacto político de Wikileaks. Otra historia diferente son las transformaciones que están socavando al periodismo desde sus entrañas a partir de las filtraciones y que son las explica Bergareche en esta entrevista con Periodista Digital en la redacción de ABC.
La era Wikileaks ha cambiado el mundo. Más allá de los contenidos de casi 750.000 documentos «robados» a EE.UU., como dice la contraportada, «consolida una nueva forma de entender cómo se producirá y difundirá la información. Wikileaks, o los buzones electrónicos que vengan después, han llegado para quedarse porque conectan con nuevas manifestaciones de libertad, más amplias y más plena».
Bergareche, corresponsal de ABC en Londres, cree que en el futuro, las sociedades y los gobiernos, estarán obligados a redefinir su concepto de confidencialidad.
Lo que define a la era en la que vivimos, que denomino en el libro, «era Wikileaks» es que ya no avanzamos a base de saltos tecnológicos, que llevaban su tiempo, sino de asaltos tecnológicos. Da la impresión de que se ha acelerado todo este proceso, que la era digital es ahora una era de lo digital al cuadrado.
Mientras algunos centraban su mirada en los cables secretos, parcialmente publicados el 28 de noviembre de 2010, y su lado más escandaloso y en las vagas teorías conspiratorias, la mirada sistemática de Borja Bergareche fue mucho más allá.
Como fenómeno mediático, Wikileaks nos ayudó a comprender mejor el mundo en el que vivimos, en un material interesante… nos daba claves y texturas de cómo son las relaciones internacionales, como libra sus guerras la Gran Potencia. Pero no ha transformado el mundo, Wikileaks ni cierra una era, ni abre una nueva era… simplemente es paradigmática de esta era digital al cuadrado.
Para el autor:
Los contenidos de los casi 750.000 documentos robados a EEUU. Consolida una nueva forma de entender como producir y difundir la información de una manera mucho más horizontal… Ahora técnicos, infógrafos y periodistas; tienen que aprender a sentarse en la mesa en la que se conciben y se gestan las informaciones; y esto es algo novedoso en las redacciones.
ASSANGE SE CASA CON LOS MEDIOS
Julian Assange sabe que el matrimonio con las grandes cabeceras, para él era un matrimonio de conveniencia muy ganador… Es el primero que dice al mundo yo necesito ponerme bajo la bandera de grandes cabeceras porque son las que, en este entorno digital, en el que se ha fragmentado tanto la comunicación, en el que hay tantas voces que nos hablan a la vez; todavía, las grandes cabeceras periodísticas, acarrean unos atributos que los lectores siguen reconociendo… una serie de garantías.
Su retrato de Assange es implacable:
Julian Assange niega el derecho de los poderosos, de los Estados, de las empresas a albergar secretos, pero un cierto nivel de secreto es necesario… Este Assange es como estos jefes de super ONG´s… que son una mezcla entre activista y ejecutivo.
LA COMUNICACIÓN ACTUAL
Hoy día la ecuación de la comunicación ha cambiado, hay más pobladores del mundo de la comunicación, y uno es Wikileaks y los X-leaks que vengan después, yo creo que es un fenómeno que está aquí para quedarse, que cubre un hueco, que facilita la era digital.
Borja considera que a los gobiernos:
Wikileaks les ha hecho un favor… les ha dicho «cuidado con archivar vuestros secretos como en la Guerra Fría». Los Gobiernos deberían aprender a gestionar, menos secretos, pero guardados mejor… En España, la administración tiene que aprender que la información pública no es propiedad del funcionario sino del ciudadano.
¿UN WIKILEAKS A LA ESPAÑOLA?
En España, en comparación con Reino Unido y EEUU, hubo una fascinación excesiva por el fenómeno… caímos en la inevitable fascinación tecnológica que genera esta idea de unos piratas de los mares del sur que han venido a asaltar las grandes fortalezas del Pentágono, del Gobierno americano, de la banca, etc. En otros países hay una mayor distancia, y se ponen sobra la mesa otras cuestiones como la necesidad de los secretos de los Estados para las relaciones internacionales.