Las grandes centrales sindicales son ya emporios de poder y dinero, fuente inagotable de sinecuras
Don Ignacio ‘Cruceros‘ Fernández Toxo está triste, y hace pucheritos en el panfleto ‘online‘ de Enric Sopena, el singular ‘ElPlural’.
«Arrecia la campaña de difamación contra el movimiento sindical», comienza su tribuna, «Contra la quiebra del modelo de convivencia«, nuestro viejo lobo de mar y secretario general de Comisiones Obreras.
«El aparato mediático ultraconservador no repara en medios para arremeter contra los sindicatos, sobre todo ahora que está convocada la huelga general para el 29 de marzo. Ponen en marcha una intoxicación programada y se pelean entre ellos para ganarse el reconocimiento de La Moncloa. Pero no debemos despistarnos. Estamos ante una huelga general tan justa como imprescindible».
Ultratodo
Ya no existen conservadores ni derecha, sólo ultraconservadores y ultraderecha. En tal caso, ¿por qué conservar el prefijo, que sólo alarga la frase y complica los titulares?
El hijo de Arsenio Escolar, Ignacio, ha optado por comerse la raíz y dejar el prefijo, y así titula su comentario del día «Los ultras presumen de sus éxitos ‘contra el laicismo salvaje‘». Y listo.
Nacho, que últimamente anda errático, como perro sin amo ante el imparable avance de ‘los mercados‘, anda con la chinchorrada esta del ‘Jueves Laico’, ya saben, la procesión blasfema con la que unos pocos quieren soltar su odio contra la Iglesia Católica, que, al fin, es el último valladar ante el poder supremo del Estado.
Es un expediente fácil que la progresía patria, que no acaba de salir del argumentario de El Frailazo, le agradece siempre. Y es que Nacho se ha definido a menudo como ‘ateo militante‘, que vaya usted a saber qué significa.
Imagino que es de los que van por el mundo anunciando la Buena Nueva de que somos, cada uno de nosotros, un conjunto azaroso de átomos sin sentido alguno y sin finalidad en un universo sin explicación que reserva a Gandhi el mismo destino que a Adolfo Hitler o que a todos los demás: la nada y el olvido.
¡Alegría, que alguien traiga el champán!
El fin de la bicoca
Pero me estoy distrayendo, que estaba con nuestro quejoso líder sindical, que, a pesar de pertenecer a un sindicato comunista y haber el comunismo teñido el planeta de sangre, miseria y opresión, no hay peligro de que nadie le llame ‘ultra‘.
«Cuando los sindicatos deciden convocar una huelga general, es porque se han agotado todas las vías de negociación«, asegura Toxo.
«Diría más. La huelga general del 29-M es tan necesaria que hasta el propio presidente del Gobierno llegó a considerarla inevitable con la reforma laboral que tenía previsto aprobar».
Para los sindicatos, hay algo más importante que todo eso, como sabe cualquiera que no se chupe el dedo ni haya vivido los últimos 30 años en una cueva, a saber: el poder de los sindicatos.
Las grandes centrales sindicales -supuestamente dos, pero que han olvidado fraternalmente sus diferencias ideológicas para repartirse el sustancioso pastel- son ya emporios de poder y dinero, fuente inagotable de sinecuras, chollos, cargos de prestigio y ayudas a los amigos.
Y con la manduca no se juega. Estos son capaces de lo que sea, que ya no es por los garbanzos: es por las pelayas ‘à la meunière’ de avellanas de El Bulli.
Hasta los métodos son de lo más prácticos, muy ‘de mercado’, para ser honestos. Lo último ha sido un número de teléfono y una dirección de correo con el lema «Pide un piquete».
¿Que sospecha que sus compañeros de curro van a deslizarse subrepticiamente en su lugar de trabajo? ¡Llame a «Pide un piquete» y a vuelta de correo le enviaremos un equipo que les haga entrar en razón! ¿No es genial? Y tan democrático…
La alternativa
Casi siempre es relativamente fácil ponerse de acuerdo sobre los síntomas. Son las causas -y, por supuesto, el tratamiento- lo que nos separa definitivamente. Es como la vejez: todo lo fastidiosa que ustedes quieran, pero en general es preferible a la alternativa.
Así, que uno se eche las manos a la cabeza con la crisis es comprensible. Que quien quiera darnos lecciones sobre cómo salir de ella sea el tiranosaurio de La Habana, Fidel Castro, no.
«Los caminos que conducen al desastre» es la tribuna del dictador en el ‘fanzine‘ ultraizquierdista (aquí vale el prefijo) ‘Kaosenlared‘, aunque sus responsables quizá ignoren que, con un Castro, podría haber cualquier cosa menos caos; y en cuanto a ‘red‘, que echen un vistazo a la ‘vibrante‘ Internet cubana.
Reconozco que este tipo de colaboraciones me ayudan a no perder la cabeza, a saber de qué van, cuando les da la vena conspiranoica con «El yihadista de Toulouse y las cloacas del Estado francés», una delirante ‘explicación‘ del aborrecible asesinato de los niños judíos en Francia, donde al final los malos son los de siempre, nada que ver con Mohamed, que canta mucho.
NOTA.- leer artículo original en ‘La Gaceta’