Este 19 de abril de 2012 en que el juez José Castro empieza a interrogar a los imputados y testigos del caso Nóos, los columnistas y los tertulianos compiten en agotar los diccionarios de sinónimos para alabar la petición de perdón que hizo el Rey a la salida de la clínica (privada) en la que se ha operado. Sólo encontramos a un puñado de resistentes ante la ola de almíbar.
El primero, y más agudo, es Federico Jiménez Losantos, que en Libertad Digital titula su columna «Qué a gusto nos dejamos tomar el pelo».
«¿Pero qué le perdonan, si no sabemos de qué se lamenta? ¿Qué le aplauden? Eso sí está claro: el gesto de sumisión al PSOE, que ha sellado la ruina moral, no material, de la Corona en las últimas décadas. El pueblo español, generoso cuando debería ser severo, lo perdona de mil amores. ¿De qué lo perdona? De lo que sea. Nos encanta que nos tomen el pelo. Y así nos luce.»
Que el PSOE tienen mucho que ver con esta petición de disculpas lo ilustran las palabras de Joaquín Estefanía en ‘Hoy por hoy’, de la SER, que empieza a trasladar el punto de mira de las escopetas a otro objetivo:
«Si el Gobierno no sabía lo del viaje [a Botsuana], malo, y si lo sabía, peor.»
Al final, el culpable de todo será Franco, ya lo verán ustedes.
Jesús Cacho recuerda en VozPópuli el comportamiento pasado del Rey:
«El Rey ha aceptado pronunciar esas diez palabras en un acto de contrición y propósito de enmienda inaudito tratándose de alguien acostumbrado durante décadas a hacer de su capa un sayo, pero sobre todo de un humano aparte, no sujeto a responsabilidad civil o penal alguna.»
Pero son excepciones desafinadas en el coro de aplausos y ovaciones. A Losantos y Cacho les acompaña la singular Maruja Torres, que en su columna de El País humaniza las piezas cazadas por el rey y hasta llama viudas y huérfanos a los miembros de las manadas de elefantes, bisontes, leones y similares. ¡Qué pena que no humanice nunca a los fetos humanos abortados!
José Antonio Zarzalejos, responsable de haber desatado la campaña de críticas con un artículo en ElConfidencial que ya comentamos, ahora escribe en La Vanguardia que pelillos a la mar, y lo soluciona todo con él método favorito de la derecha política española: una ley, en este caso una ley orgánica que regule la Casa Real.
«Desde la madrugada del pasado sábado, y más aún después del gesto inédito de ayer del Rey, es exigible que la norma sustituya al siempre subjetivo carisma del jefe del Estado y la Corona adquiera una arquitectura jurídico-política sólida, proscribiendo el voluntarismo de su titular como criterio último de actuación y comportamiento.»
El monárquico socialista (o socialista monárquico) Gregorio Peces-Barba reconoce la existencia de los republicanos en España, pero les arrebata toda esperanza de que vean su sueño realizado:
«deben abandonar toda esperanza de cambio más profundo aquellos sectores partidarios de otras posiciones que son en España minoritarios.»
Entre los columnistas que siguen que elogian al Rey sobresale Ramón Pérez Maura, de ABC:
«Ya sabemos quién pagó el viaje del Rey. Y viajes como ese son los que necesita la economía española en estos tiempos de penuria. Porque es con periplos así y con interlocutores como Mohamed Eyad Kayali y su patrón, el Príncipe Salman de Arabia Saudí, con los que se consiguen contratos como el del AVE de La Meca a Medina.»
Otro es Ignacio Camacho:
«Don Juan Carlos ha decidido no borbonearse a sí mismo esta vez. Ha zanjado la cuestión de frente y por derecho, con una franqueza insólita que pone en valor sus reflejos políticos y demuestra que aún le sobran muchos puntos en su carné de Rey.»
La seguridad de algunos monárquicos después de las palabras del Rey es tal que Alfonso Ussía pasa hoy de defender al Rey a atacar a los que le atacan. Arremete -no sin razón- contra un concejal comunista, Manuel Sosa, que lamentaba que Felipe Juan Froilán se hubiese pegado el tiro en el pie y no en otras partes del pie. Así sentencia:
«Un individuo como Manuel Sosa no puede estar en la Política, por razones de infección.»