Antonio Burgos hurga en su memoria para encontrar un acontecimiento que recomendar como modelo a Rajoy, y lo encuentra en el cuñado deFranco, Ramón Serrano Súñer:
«El PP tenía que hablar más. Y más claro. Repetir como repite el PSOE el dale-que-te-pego del argumentario del día. Tenían que decir que todo esto de los recortes y las reformas es porque Zapatero tiró el dinero en derroches, despilfarros y patochadas. Igual que Serrano Súñer se asomó un día a un balcón y dijo «Rusia es culpable», Rajoy tenía que salir en el balcón de cada telediario para decir: «Zapatero es el culpable de cómo estamos y de las medidas que tenemos que tomar para arreglar cómo nos dejaron esto».»
La verdad, no parece el ejemplo más adecuado, porque Burgos se ha pasado años diciendo que Franco era malo, que el franquismo era malo, que la Falange era mala, que la tecnocracia era mala… y ahora nos descubre que la dictadura tenía, al menos, estrategia de comunicación.
En el mismo periódico el veterano José María Carrascal replica a Burgos. ¡Esto es rapidez! El octogenario periodista reprocha a los partidarios de Rajoy que le critican el modo de presentar sus reformas:
«Otra vez los españoles confundiendo la paja con el grano. Posiblemente hay un problema de comunicación, pero lo importante son la medidas.»
Pilar Rahola nos cuenta en su columna de La Vanguardia que está en Miami para ser entrevistada por Andrés Oppenheimer en la CNN sobre el islam en Europa. Aprovecha el viaje para descubrir Cataluña a los norteamericanos:
«Y pasamos a hablar de Cataluña, tierra ignota para esta amalgama de norteamericanos, argentinos y cubanos que conforma el grupo con el que comparto la tarde, aun constatando por enésima vez que Cataluña tiene que ser explicada siempre de nuevo, como si su historia fuera una especie de día de la marmota.»
Pese a los esfuerzos de Rahola, España cubre con su sombra a Cataluña y a ella misma. Nos revela que España preocupa incluso a Obama:
«Pero España hierve en las conversaciones americanas, y la clave la da uno de mis interlocutores: «Si España cae, Obama pierde las elecciones». ¿Obama pierde si España no cuadra los números?»
Santiago González en El Mundo escribe una de las columnas más divertidas y a la vez profundas que hemos leído en mucho tiempo. El marido de la infanta Cristina le sirve para describir el modo de ser de los nacionalistas vascos y la adopción por la realeza de los hábitos de la clase media.
«la Infanta Cristina optó por un jugador de balonmano, que además pertenecía a una familia de nacionalistas vascos. La cosa chocó un poco en su día, aunque no entiendo por qué. Después de todo, el nacionalismo siempre había aspirado al pacto con la Corona, aunque lo que hicieron con Urdangarin más bien era un endoso: desde que se empezó a airear el caso Nóos, los nacionalistas empezaron a tratarlo no como a uno de los nuestros, carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre, sino como a un Borbón sobrevenido. Era inevitable que Urdangarin respondiera a una lógica de clase.»
Carmen Rigalt, también en El Mundo, deja una perla del pensamiento profundo de los viejos (y viejas) progres: la culpa de todo la tiene la Iglesia, en este caso de las vacaciones. Rigalt perora sobre las teorías protestantes y germánicas que sostienen la vagancia de los europeos del sur se debe al catolicismo. Y lo dice quien se ha pasado años contándonos sus veraneos en Marbella y Mallorca.
«Es apabullante la cantidad de vírgenes y santos que dan titularidad a nuestras fiestas. Aquí, todos los pueblos tienen un santo, por lo menos. La Iglesia, que es de natural ocioso, debería ponerse las pilas. Ella tiene mucho que ver en nuestra crisis. Debería pagar peaje por cada fecha roja que pone en el calendario.»
Rigalt, como Emilio Botín, quiere suprimir las fiestas. Como me decía un amigo enfermo de conspiranoia, los progres son los aliados objetivos de la plutocracia. A ver si tenía razón…
En el editorial de El País sobre el Primero de Mayo encontramos otra lanzada que propinan Juan Luis Cebrián y sus cortesanos a Zapatero. Entre los palos al Gobierno, asoma la siguiente frase:
«Que la «herencia recibida» de Zapatero sea mala, lo es y mucho…»
¡Qué memoria de elefante tiene la progresía! Glub, he escrito elefante… quería decir mamut.