El multimillonario trotskista Roures apuesta por declarar ‘Público' en quiebra para recomprarlo por dos duros
Venga, vamos directos a los titulares. «El PP presenta la denuncia por las filtraciones a Prisa del caso Gürtel«; «Presentada la denuncia del PP por las filtraciones a ‘El País»; «Conde-Pumpido habla de ‘errores’ en las filtraciones a El País».
¡Vaya, qué cabeza la mía, me equivoqué de fecha! Ya me disculparán. Quería decir: «El pantallazo de la ‘filtración Báñez», en ‘El País’ y, sobre todo, la indignada tribuna de Fernando Vallespín, «Bañezgate«.
Es divertidísimo ver a ‘El País’, el BOE oficioso de todas las Administraciones socialistas, que ha gozado de todas las filtraciones habidas y por haber, en el papel del Capitán Renault -¡Qué escándalo, aquí se juega!- con la filtración de la ministra de Empleo, Fátima Báñez, al diario ‘La Razón’.
Hay indecencias e indecencias
«Decir que la filtración del ERE es poco ética -se echa Vallespín las manos a la cabeza- parece demasiado suave. ¡Es indecente!».
De lo que deducimos que lo indecente es que ‘El País’ haya perdido el monopolio sobre las filtraciones gubernamentales.
Nos recuerda bastante al asunto Somoano: de repente, ese comisario que se rodeó de fieles de probada lealtad llamado Fran Llorente era un paradigma de imparcialidad y el nuevo es la voz de su amo pepero.
Si me preguntan -que no-, el único sentido de mantener una televisión pública es, precisamente, poner guapo al Gobierno, lo que exige un comisario más o menos hábil. Otra cosa es que haya gente que aún crea en el Ratoncito Pérez.
Otro tanto pasa con el Poder Judicial. No saben cómo me aburren las dos partes. Las dos, palabra.
Para ‘MásPúblico’ (digamos, ‘Público Auténtico’), ‘El Gobierno busca asegurar el control de los conservadores en el Poder Judicial’, algo que, si uno cambia ‘conservador’ por ‘progresista’, es exactamente lo que sucedió con el PSOE (y lo que sucederá mientras exista un CGPJ).
Su ‘matriz‘ y rival, ‘Público.es’, se pasa unos cuantos pueblos titulando «Gallardón mete la motosierra en el Poder Judicial».
Por decirlo suave, la sutileza no es su fuerte. Por ejemplo, tres centros educativos acaban de recibir el concierto en Baleares.
Que estos colegios ahorran dinero al Estado es sobradamente conocido, y la diferencia de costes de cada plaza -de una escuela pública y otra concertada- se ha calculado a favor de la segunda hace tiempo. No debería ser noticia, sin más.
Pero díganselo a ‘Público.es’, que titula:
«Bauzá apuesta por la educación del Opus para Baleares».
Hala. Aquí, en cambio, no nos parecería ético o preciso titular «El multimillonario trotskista Roures apuesta por declarar ‘Público’ en quiebra para recomprarlo por dos duros».
Aunque sé de alguno que estaría tentado de hacerlo, créanme, y no están de este lado.
A la educación diferenciada, por cierto, la llaman ‘segregacionista‘, que suena muy a profundo Sur de Estados Unidos en los años cincuenta.
La progresía, ya lo tenemos dicho, es muy de pretender que el debate ideológico no enfrenta distintos modos de entender la estructura de gobierno óptima para la vida social, sino, directamente, el bien y el mal, la luz y las tinieblas.
De «no entender», por citar a Arturo González, «que alguien pueda ser de derechas«. Se es de derechas porque se es malvado y por oscuros intereses. O porque se es idiota.
Esta arrogancia, sin ser universal, es harto frecuente en la izquierda mediática. Ayer mismo me topé con ella en la red Twitter.
Una periodista de progreso, Rosa María Artal, entra en discusión con una particular criticando duramente al Gobierno y, al responder su interlocutora que el Gobierno del PSOE hizo lo mismo que el actual en esto o en aquello (no hace al caso), Artal replica:
«¿En tus cortas entendederas no cabe que quien no es el del PP, como tú, puede no ser del PSOE?».
Creo que se llama tolerancia a esa virtud…
Intrigado por tan exquisita cortesía he buscado la obra de esa periodista y he encontrado su blog, ‘El Periscopio‘, y su último comentario, «Inermes ante el golpe neoliberal», un ejemplo de periodismo objetivo e imparcial, como probablemente deducirán del titular.
La primera frase lo dice todo:
«La presidenta de facto de la UE, Angela Merkel, acaba de visitar su protectorado italiano».
Una visión maravillosamente simplificadora, ¿verdad?
Más revelador, sin embargo, es el comienzo del tercer párrafo, que viene a confirmar lo que decíamos arriba:
«Salivaba la alemana viendo cómo se van a quedar los ciudadanos sin hospitales, camas donde los hubiere, y sin Estado directamente, ese que sufragan con sus impuestos cada vez más elevados».
Merkel no se equivoca sencillamente; ni siquiera lo suyo es mera insensibilidad ante los ‘daños colaterales’ de sus políticas, no: le gusta que la gente sufra; se le hace la boca agua viendo a los enfermos sin camas. Usted, señor de derechas, dígame: ¿lo suyo es porque es tonto o porque es sádico?
Que una explicación tan infantil y maniquea la firme una periodista con experiencia da una idea del privilegio del que goza el rojerío.
NOTA.- leer artículo original en ‘La Gaceta’