¡Horror! Exteriores no manda prensa de papel a las embajadas
Veo en la portada de El Mundo el destacado que anuncia una tribuna de José Luis Rodríguez Zapatero y me preparo para leerla. Primero, un café entero, luego un cigarrillo y por último la columna de Carmen Rigalt, ‘Líos de familia’, donde ésta empieza a hacer lo que sabe mejor: el cotilleo sobre la Familia Real. Empieza así:
«Las noticias que genera la Familia Real, a estas alturas de la película, son variadas y no están necesariamente sujetas a hechos probados.»
«La Infanta Cristina es la única que nos despista. La infanta Cristina está triste ¿qué tendrá la Infanta Cristina? Pues yo lo diré: un cabreo mayúsculo con papá, un cabreo directamente proporcional al que mantiene el papá Rey con ella. La Reina, bien, como siempre. Arreglando a los nietos para la foto.»
Con el ánimo ya despejado por el café y la columna de Rigalt, me sumerjo en la tribuna del gobernante que no sabía si el préstamo hipotecario que pagaba era a interés variable o fijo, que declaró que teníamos uno de los sistemas financieros más sólidos del mundo y que afirmó que el Euríbor lo fijaba el banco Central Europeo.
Mi conclusión es que alguien se la ha escrito, quizás Jordi Sevilla, el que le dio las dos tardes de clases de economía, porque Zapatero es incapaz de pronunciar esta frase sin leerla:
«Pues bien, ese anuncio debería consistir, en mi opinión, en un programa de compra de deuda soberana en el mercado secundario para estabilizar las primas de riesgo de España e Italia en una horquilla en torno a los 200-300 puntos básicos, así como en una reducción del tipo oficial del dinero.»
Y mientras Zapatero defiende el euro, uno de los que fueron sus economistas de cabecera, Paul Krugman, vuelve a arremeter contra la moneda europea en El País, vendido al oro de Nueva York. Ésta es una de las principales frases del artículo de Krugman: «Pero, ¿se salvará realmente el euro? Eso sigue siendo muy cuestionable».
En El País Miguel Ángel Aguilar se remonta a su juventud para proponer pistas sobre la solución de la crisis o sus consecuencias; como solución da la sustitución de Suárez por Calvo-Sotelo y como consecuencia el Desastre del 98. ¡Venga alegría! Además escribe:
«Nuestro Gobierno oscila de la insolencia a la desolación mientras por todas partes cunde el desafecto a los políticos y a los partidos de todo el arco en que se encuadran.»
Por todas partes, en efecto, Miguel Ángel, incluso en el mismo El País, con Krugman.
El perrito Marcello ha abierto una porra con nombres de ‘técnicos’ que podrían sustituir a Rajoy. Los dos primeros son el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez-Galán, y el consejero delegado de Inditex, Pablo Isla, más el funcionario metido a político y directivo Manuel Pizarro. ¿Alguno querrá cambiar su sillón por el de Moncloa?
Curri Valenzuela sigue dándonos noticias. Nos está acostumbrando mal.
«Las embajadas españolas en el extranjero ya no reciben prensa de nuestro país, como hasta hace poco sucedía por gracia del ministerio de Asuntos Exteriores. Es un recorte con el que se pretende ahorrar, que deja a los embajadores sin otro remedio que recurrir a sus ipads para enterarse de lo que ocurre en la madre patria. «Los ipads se los pagan ellos -se queja el topillo-, no como es el caso de diputados o senadores, que los disfrutan gratis».»
Bueno, sinceramente, ¿por qué el Ministerio de Exteriores mandaba prensa en papel a las embajadas y no suscripciones a las versiones digitales? Más barato, ¿verdad?
LOS PEAJES CATALANES LOS COBRA LA CAIXA
El vicedirector de La Vanguardia apoya la tesis del nacionalismo catalán de que los peajes en las autopistas son un chupasangres de ‘Madrit’.
«El Gobierno se propone convertir las autopistas catalanas en un matadero de coches. Desde el domingo, los peajes han subido un 7,5% en los dos grandes ejes de circulación: la AP-7 y la AP-2. Fomento, tijeras en ristre, ha dejado de pagar una bonificación anual, pese a que el Govern cifra en casi 400 millones de euros la aportación que hacen los catalanes al Estado por pagar sus autopistas.»
Alfredo Abián no cuenta que la mayoría de las autopistas catalanas la explota la empresa Abertis, cuyo principal accionista es La Caixa, ni que muchas de las concesiones las renovó, una vez vencidas, la Generalitat, la de Pujol y la Montilla.
El catedrático Emiliano Fernández de Pinedo publica una tribuna en El País explicando que no queda otra que emigrar, bajar los sueldos y suprimir organismos inútiles para salir de la crisis. Pone un ejemplo de política social que disgustaría a los liberales.
«A lo largo de la guerra de Secesión de EEUU la industria textil catalana tuvo serios problemas para abastecerse de algodón en rama. (…) El cónsul británico en Barcelona relataba que los obreros sin trabajo eran empleados por los ayuntamientos o por las autoridades civiles en obras municipales. Grandes cantidades de dinero público, señalaba, se habían gastado juiciosamente. (…)
No parece que los ediles de aquellos tiempos tuvieran demasiada idea de modelos económicos. Sencillamente, bien por caridad, bien por temor a motines populares, recurrían a incrementar el gasto público, incluso endeudándose, con lo que buscaban paliar las consecuencias negativas de la crisis.»
La tontería del día la firma David González en La Vanguardia, que compara la retirada por el PP catalán de su apoyo al Gobierno de Mas a la supresión en la guerra del concierto a Vizcaya y Guipúzcoa por Franco. Las comparaciones las carga el diablo.
«Alicia Sánchez-Camacho amenaza a Artur Mas con negarle el acceso al Fondo de Liquidez -el vergonzoso rescate interno para pagar vencimientos de deuda hasta fin de año- si persiste en el ‘desafío’ del pacto fiscal. En España, la ‘unidad de destino en lo universal’ siempre va por barrios. En 1939, Franco declaró ‘provincias traidoras’ a Vizcaya y Guipúzcoa y les derogó el concierto que Álava y Navarra salvaron por su lealtad al Alzamiento. ¿Es esta la España por la cual tiene que seguir apostando Cataluña? Apagando y yéndonos.»