Alude de refilón al tórrido vídeo, en el que parecía con on corsé rojo y actitudes sexualmente sumisas junto a la vigorosa guineana Exuperancia Rapú
Le gusta ser la novia en la boda, el niño en la comunión y sería el muerto en los entierros si no hubiera que fallecer antes.
Pedrojota Ramírez es así y su ego exige que saque regularmente una nota en su periódico anunciando que aparece en la lista de más influyentes del planeta o que conspiran contra él las fuerzas del mal.
Esto último va de eso. Como no podía ser de otra forma, la carta dominical de Pedrojota -bastante soporifera por cieto- está dedicada esta semana al escándalo de la empresa Interligare, sobre el que su propio periódico lleva días dando entregas.
El director de El Mundo no duda en señalar esta noticia, y las que se intuyen que llegarán sobre el mismo tema, como «la madrastra de todos los escándalos» y señala la reacción del equipo más cercano a Rubalcaba y de Prisa, «su fiel grupo mediático», como la mejor prueba de ello.
Sostiene que sólo con lo revelado sobre los contratos presuntamente fraudulentos adjudicados a Interligare:
«Rubalcaba debería estar ya dando explicaciones convincentes de que no sabía nada y exigiendo que todo el peso de la ley caiga sobre esos colaboradores desleales».
«Amenazas mafiosas»
Sin embargo, lo más llamativo de la carta de Pedrojota llega cerca del final, cuando el periodista habla de las cloacas de Interior y de que el PP parece estar «cometiendo ya la misma trágica equivocación que cometió en el 96» al mantener en el ministerio a altos cargos relacionados con la guerra sucia.
En ese punto, el director de El Mundo revela que «uno de esos individuos», se entiende que un alto cargo policial, «con mando clave en plaza y licencia para casi todo» lleva varios días amenazándole «con venganzas mafiosas si El Mundo sigue publicando cosas que le comprometan».
Y fiel a su estilo , Pedrojota hace una refrencia lateral escribiendo; «ya lo hicieron una vez».
Alude de refilón al tórrido vídeo, en el que parecía con on corsé rojo y actitudes sexualmente sumisas junto a la vigorosa guineana Exuperancia Rapú, y con el que se le intentó chantajear hace años.
Y concluye con un «aquí estamos».