Las columnas de la prensa de papel este 4 de octubre de 2012 no sorprenden en cuanto a los temas que tratan. De hecho, prácticamente todas tratan de lo mismo. Una vez más, las rotativas han lanzado una gran cantidad de palabras dedicadas a Cataluña.
En esta ocasión se habla, sobre todo, de la idea de Wert de subvencionar colegios privados para ofrecer educación en español en dicha comunidad. No se centran los comentarios en la medida en sí misma, sino lo que representa como síntoma de la situación de España. Algo más hay dedicado a «ese pequeño país de ahí arriba», que dijo Guardiola. Pero hay quien mira para Madrid, y no para elogiar a un alto cargo precisamente.
La última página de El País nos ofrece un texto de Maruja Torres en estado puro, esa columnista que no duda en lanzar insultos e improperios contra toda mujer que no comparta su ideología o se sitúe incluso más a la izquierda. Esta señora trata a las féminas del PP con una dureza que no muestra ni tan siquiera con sus pares masculinos. Podríamos hablar incluso de saña. Modúlame el el título de este anti ejemplo de moderación en las formas y elegancia estilística escrito contra la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes:
Es lo que tienen estas amazonas del PP: cuando se les desborda el cauce hasta piden música. En el caso de la delegada del Gobierno central en Madrid debo reconocer que su hallazgo semántico es de los que arrebatan el aliento y empujan a la genuflexión. ¡Modular!
Torres atribuye a las «damas» del PP características como «la mediocridad y la ignorancia». Ya sabemos, la única mujer brillante es la que escribe columnas en El País o llegó a ministra con Rodríguez Zapatero como la ‘miembro’ Bibiana Aido. Las ‘populares’ merecen para doña Maruja la peor de las opiniones:
Pero las guerreras sin antifaz van por libre, lo cual nos lleva a la conclusión de que el prototipo de mujer-mujer glosado en su día por Pequeño Bigote Siempre Alerta tenía menos que ver, contra lo que supusimos, con Ana Botella -se está revelando como una tímida intelectual- que con el ejemplar de mitad madrastra, mitad soldado, que tan bien representa doña Cristina Cifuentes.
Y finaliza con un toque erótico sado-maso con el añadido de sus ‘obsesiones’ ideológicas:
Nos están modulando, efectivamente. A mí el término me erotiza en cierto modo perverso: es como si te modularan dándole vueltas al pezón izquierdo con unas tenacillas, hasta sintonizar con la Cope.
Pero en El País a veces hay lugar para todo. El mismo día en el que publica este ejemplo de zafiedad periodística, ofrece un estupendo análisis sobre la situación de Venezuela, las próximas elecciones presidenciales en ese país y la figura de Hugo Chávez. Lo firma uno de los más brillantes analistas de la América de habla hispana, el mexicano Enrique Krauze. Ocupa una página completa y lleva por título La esperanza de Venezuela. Este humilde lector de columnas les deja unas cuantas muestras del texto, pero les recomienda encarecidamente que lo lean completo:
Es posible que nunca un candidato opositor haya enfrentado un poder similar al que representa Hugo Chávez. Su régimen no aplica la violencia física como principal política de Estado, pero ejerce otro tipo de violencia coercitiva y amenazante, omnímoda y opresiva. Su poder proviene de las urnas… estrechamente controladas por las armas, por sus armas.
En Venezuela los demócratas deberán comenzar antes del principio: deberán restituir el sentido verdadero a una democracia pervertida. Igual que Castro (y los viejos dictadores sudamericanos como el Doctor Francia o Juan Vicente Gómez), el designio explícito de Chávez ha sido imperar al menos hasta el 2030, su 76º cumpleaños (y si llega a los 76 años, sin duda alguna, querrá seguir). Pero a diferencia de Castro (y de los generales sudamericanos o los sandinistas) Chávez ha usado astutamente a la democracia para acabar con la democracia.
Chávez no es solo un caudillo: es un redentor. Para apuntalar esa torcida dimensión religiosa, Chávez ha abusado del púlpito mediático (…) Un amplio sector de la sociedad venezolana rechazaba este espectáculo. Pero más de la mitad del electorado lo celebraba. Para ellos Chávez ha sido la reencarnación de Bolívar y hasta un vicario de Cristo, más ahora que ha convertido su penosa enfermedad en un calvario público.
Nos asomamos a La Vanguardia con la esperanza de que Pilar Rahola se hubiera animado a escribir sobre el borrado de las mujeres del catálogo de Ikea en Arabia Saudí. Decepción, aunque no descartamos que lo haga en los próximos días. Por el momento, ella sigue fiel y constante en su ideal independentista. En esta ocasión escribe sobre los empresarios catalanes y las declaraciones de Lara diciendo que, en caso de secesión, se llevaría sus empresas fuera de Cataluña. En De Lara al señor Esteve, Rahola acusa al editor de «usar su empresa para el discurso del miedo» y dice que el resto de empresarios catalanes «están mayoritariamente callados».
Y ella nos desvela por qué callan:
Lo que no han entendido los micrófonos mesetarios es que el empresariado catalán también está harto de esta situación vampírica con España que arruina la economía catalana y reduce sensiblemente su competitividad.
Seguro que hay empresarios que están a favor de la independencia y callan. Pero, sin duda alguna, los hay que están en contra y no lo expresan en público. Parece un poco osado tratar de interpretar en un sentido u otro el silencio de todos ellos.
Tomamos el ‘puente aéreo’ de vuelta a Madrid para leer algo digno de reseñar precisamente en el diario de José Manuel Lara, La Razón. Alfonso Ussía da un ejemplo de honestidad podo común en la prensa española y pide perdón por un artículo suyo de dos días antes.
El periodista había lanzado un sonoro «que le den» a Dani Pedrosa por no lucir la bandera española tras ganar una carrera y las excusas ofrecidas para este comportamiento —Ussía, cabreado con Dani Pedrosa por no lucir la bandera española: «Que le den»— .
En Justicia y decencia explica que escribió aquel artículo tras leer una entrevista al motociclista en la que este le decepcionó por sus argumentos, sobre todo después de que siempre hubiera lucido la bandera española. Añade que había en el texto una omisión importante:
Pedrosa terminó la entrevista diciendo que lamentaba mucho su despiste, y que por supuesto, como ha hecho en tantas ocasiones, volverá a pasear la Bandera de España para celebrar sus victorias en todos los circuitos del mundo. Ese colofón no fue publicado. De haberlo sido, el artículo no se habría escrito por carecer de sentido y fundamento. Lo del peso de la Bandera y la lentitud de la marcha son desafortunadas apreciaciones. Lo de no meterse en esos asuntos en los tiempos que corremos, también se puede interpretar al revés, intención que se asegura desde el entorno del piloto español. Pero ese final de la entrevista es el que me obliga a rectificar.
Concluye:
Ruego pues a Dani Pedrosa que disculpe mi involuntario error. Dí por hecho que sus palabras principiaban y terminaban en las versiones de la entrevista que leí. Y he comprobado que se borró el final. Finalizaba así mi texto:«Pues mis asuntos, que también los tengo, me dicen con toda claridad que termine este artículo de la siguiente guisa: Pedrosa, que le den».
Pues nada. Que me den a mí.
Desconocemos su opinión, estimados lectores, pero a este humilde lector de columnas el «que me den a mí» final le parece una lección de señorío y honestidad.
Ana Samboal escribe en La Gaceta sobre lo que considera ‘La rendición del Gobierno’. Analiza, como señalábamos más arriba, la propuesta de Wert como un síntoma de algo más general:
La última intención del ministro de educación José Ignacio Wert, dispuesto a pagar para que los colegios privados impartan sus clases en castellano, es la demostración palmaria de la impotencia, incapacidad o rendición del Estado a la hora de hacer cumplir la ley. Así que Mas y los suyos tienen motivos más que de sobra para celebrarlo, para seguir espoleando el independentismo. Si no es hoy, algún día lo lograrán.
Están en ello.
En la misma línea se sitúan varios artículos de El Mundo. Nos quedamos con dos. A pesar de su título frívolo, Una pijería, el de Arcadi Espada es un texto de fondo:
El castellano ocupa en la escuela catalana un lugar secundario, como en cualquier otra institución que depende de la gestión autónomica, y puede que eso influya en la fabricación de nacionalistas. En el imaginario escolar la lengua formal, importante, prestigiosa es el catalán, aunque el castellano sea (cuando no la persiguen) la lengua del patio. Esa es toda la importancia del veto del castellano como lengua vehicular de la educación.
Tras recordar que la inmersión lingüística es «un problema de soberanía», concluye:
Durante los últimos treinta años una buena parte de la burguesía no nacionalista ha resuelto el molesto problema de la inmersión ejerciendo su ilimitada soberanía económica y mandando los nenes al extranjero. Asombra que el gobierno se apunte ahora a la solución pija del asunto. Es público y notorio que yo adoro a los pijos. Pero dudo que su indolencia constitucional sea la mejor forma de combatir el nacionalismo.
Manuel Jabois se pone televisivo con el título de su artículo, Españoles por el mundo. Es un texto muy duro con el Gobierno. Dice de la propuesta de pagar a los colegios privados para que den clases en español:
En este sentido los logros del ministro Wert son asombrosos. Se ha decidido que donde no llega la ley llega la cartera, y que si uno no es español por desprotección jurídica pueda serlo subvencionado. El impacto es aún mayor si se compara con los nacionalismos, pues de este modo el Estado asume sus principios: a la patria con la paga del domingo.
Finaliza:
Ahora lo que quiere hacer el Gobierno es rescatar a España de sí misma y en lugar de apelar a razones legales se rasca el bolsillo, como un mafioso que empieza a mirar sin ternura a los caballos. Si quiere usted que sus hijos sean españoles le pagamos la tortilla y el idioma, pues queremos tenerlos en nómina, viene a decir el ministro. Y ante la justificación familiar de que ya están en nómina y dados de alta en la Seguridad Social, pero no reciben nada a cambio, lo mismo acaba el Gobierno pagando con fondos reservados su asentamiento en la meseta, dejando ellos atrás su vida y el Gobierno su país.
Muy mal lo debe de estar pasando el ministro Wert, cuando ni en los periódicos de los que el podría esperar algún apoyo celebran su ocurrencia.