Manuel Jabois: "No deja de ser curioso que los que más presumen de españolidad sean las putas y los pobres"
Este humilde lector de columnas ha de recuperar el 24 de octubre de 2012 un lamento que ya expresó en el pasado —El País y el director de La Vanguardia celebran la libertad condicional para el terrorista Bolinaga–. Nos preguntábamos entonces, de forma retórica y para expresar una queja, a qué hora debía ocurrir algo para que fuera comentado por los columnistas del papel: ¿A las 7 de la mañana?
Aquello sigue siendo válido, con el añadido de que el siniestro protagonista de la noticia es el mismo.
Apenas pasados unos minutos de las 7 de la tarde del 23 de octubre, la mayor parte de los medios españoles ya habían contado que el terrorista Bolinaga se marchaba a su casa. A pesar de que hubiera dado tiempo a que algún columnista tratara el tema, nadie lo hizo. Suponemos, es cierto, que les daría pena descartar un texto ya escrito para hacer el esfuerzo de escribir otro diferente.
En definitiva, en el mundo del papel funciona todavía esa vieja lógica de publicar opiniones el jueves sobre lo ocurrido el martes. Siguen sin darse cuenta que, para entonces, cualquier cosa que se pueda decir habrá sido ya expresada en algún medio online.
Y, en esa misma lógica de la prensa de papel, el tema dominante en las columnas del miércoles sigue siendo las elecciones gallegas y vascas del domingo. Cierto es que existe alguna otra cuestión, y lo más destacable será comentado en este ‘Alfilando columnas’.
Comencemos en esta ocasión en La Gaceta, donde el PP recibe elogios y duras críticas a partes iguales. Vayamos a las segundas, de la mano de Xavier Horcajo y su artículo ‘La ley del recorte’. Compara los sistemas políticos español y estadounidense, con datos que muestran al primero como sobredimensionado. Recuerda que España, con 45 millones de habitantes, tiene 350 diputados y 266 senadores, frente a un EEUU (311,5 millones de habitantes), con una Cámara de Representantes con 435 miembros y un senado con 100 escaños. Añade:
La cuestión es que la terrible crisis arroja un saldo del 8% de desempleados en EE UU. Y que eso le puede costar a Obama la Casa Blanca. En España el saldo es del 24,5%, incluso en Mali, la tasa de paro es más baja.
Dice además que en EEUU creen «en reducir el Leviatán público y fomentar el esfuerzo propio». Y compara una vez con España:
La alternativa -el PP- habla se subir impuestos como el PSOE; no apoyan a los pequeños empresarios y a los autónomos para que sigan vivos. Han decidido sangrarles para tapar las vergüenzas de un sistema político que ha dejado de ser sostenible y no son capaces de recortar ni las subvenciones.
Crítica, por tanto, al PSOE. Pero sobre todo al PP, que actúa al contrario de cómo debería hacerlo.
En el mismo periódico encontramos, sin embargo, también elogios al partido de Rajoy, sobre todo a su líder en Galicia. Javier Algarra sostiene en ‘Maneras de gobernar’ que:
La clamorosa victoria de Alberto Núñez Feijóo en las elecciones del domingo pone de manifiesto que no todo está perdido en este desestructurado país en el que vivimos y que todavía el trabajo bien hecho y la gestión acertada al frente de la administración se ven recompensados por el apoyo de los votantes. No solo ha vuelto ha ganar, sino que lo ha hecho con una mayoría absoluta todavía más abultada.
Concluye con un mensaje al presidente del Gobierno:
Que no se engañe Rajoy, las manifestaciones y algaradas callejeras no son más que el ruido de una minoría, sectaria y demagógica, que no responde a la voluntad de la mayoría. Pero que tampoco olvide cuál era el programa que prometió al solicitar el voto. Puede pedir esfuerzos si a cambio demuestra firmeza en sus convicciones y no se aleja de sus promesas. Todavía está a tiempo. Alberto Núñez Feijóo lo ha demostrado, hay maneras y maneras de gobernar. Y él ha escogido la buena.
En El País prefieren centrarse en el futuro del PSOE. Y quien trata a fondo el tema es el escritor Félix de Azúa, que firma el artículo Después de la caída. Predice que el desastre socialista en Galicia y el País Vasco es sólo un «anticipo» de lo que ocurrirá en Cataluña, y añade: «Este país es peligroso, pero lo sería mucho más sin el PSOE». A partir de ese punto se muestra immisericorde con la formación de Rubalcaba y Elena Valenciano:
En primer lugar, los dirigentes del partido han de ser lúcidos sobre sus errores. Han de averiguar (o decidir) si la desafección se produce, sobre todo, por su incomprensible deriva nacionalista. La habitual alianza con toda clase de partidos patrióticos ha acabado por desconcertar al elector. Si alguien vota socialista, ¿qué está eligiendo? ¿A los que legalizaron Bildu? ¿A los casi independentistas catalanes, como el conjunto Maragall? ¿O a los sindicalistas andaluces? Este primer punto debe esclarecerse de inmediato, teniendo presente que el socorrido «federalismo» no se lo cree nadie. Es más, no se lo creen ni quienes se dicen federalistas porque no han sido capaces de aclarar a qué federalismo se refieren, en qué consiste y por qué iba a servir para algo.
Sobre este punto, el antiguo votante socialista cree recordar que el partido fue, algún día, un partido español y constitucional. Y que tenía perfectamente claro que el nacionalismo solo puede ser una ideología reaccionaria.
Sigue con el clientelismo:
Sin llegar a la siniestra etapa de Zapatero, los lugares en donde aún mandan los socialistas, como Andalucía, son semilleros de funcionarios, de empresas paraestatales o semiestatales, de subvenciones opacas, de ayudas nepóticas, de consejeros, ayudantes, comisionados y una infinidad de empleos subalternos que no tienen la menor utilidad, pero gracias a los cuales viven miles de afiliados al partido y sus familiares.
Y no termina ahí la cosa. Tras defender que hace falta un pacto entre el PP y el PSOE contra la crisis, dice:
No hay la menor indicación de que ese pacto haya sido imposible debido al rechazo del PP, como suelen aducir en el PSOE. El constante acoso a los ciudadanos (esta semana hay en Madrid convocadas 80 manifestaciones, ¡80!, además de la huelga de transportes) se percibe siempre, justa o injustamente, como una cacería propiciada por el partido socialista, como si este buscara la identificación con Grecia en las fotografías de la prensa anglosajona.
Pide que cambie la cúpula dirigente, procedente en gran parte «de la nefasta etapa de Zapatero». No libra a nadie de sus dardos, dirigidos contra Rubalcaba, Chacón y Pere Navarro, del que dice que «ha logrado convertir a Montilla en un Churchill». Añade:
Por mera prudencia, el PSOE debería ir preparando un desembarco en Cataluña con sus propias siglas.
El artículo concluye:
De manera que son las nuevas generaciones socialistas las que deben imponer su criterio. Si este es el de una radicalización que les aproxime a los comunistas, bienvenida sea. Y si por un milagro se plantean una política menos ideológica y más pragmática, menos reaccionaria y más técnica, una política que tenga menos que ver con la imagen y más con la realidad, a lo mejor es posible volver a votarles algún día.
Elvira Lindo trata en la contraportada del diario de PRISA, bajo el título de ¡Emprendedor!, una cuestión muy diferente. Habla, precisamente del término «emprendedor». Sostiene que:
Pueden ser manías personales, lo asumo, pero esta palabra contiene, en el uso actual, unas connotaciones ideológicas que detesto.
En algo coinciden Lindo y este humilde lector de columnas, aunque nos tememos que por motivos diferentes. Tanto como detestar, no, pero no nos agrada que se hable de «emprendedor». Se trata del modo políticamente correcto de llamar al empresario, esa persona muchas veces admirable –también los hay detestables, no nos engañemos– y en ocasiones heróica a la que muchos izquierdistas y no pocos derechistas quieren ver como la personificación del mal.
Lo que llaman emprendedor no es más que eso, alguien que se lanza a una aventura empresarial, asumiendo riesgos y jugándose mucho. Es por tanteo, un empresario.
Para la columnista:
Lo inaudito es que la palabra se haya colocado en el top ten de términos que tienen como fin ennoblecer cualquier discurso precisamente cuando a las personas jóvenes más difícil les resulta levantar de la nada una empresa. No ya porque los bancos no den créditos, sino por la interminable burocracia que se ha de sortear y sobre la que este periódico informaba ayer mismo con datos provenientes del Banco Mundial. Por un lado, se extiende la idea de que del paro y la desesperación puede salir uno mismo si se atreve a montar una empresilla original, rompedora, atractiva y medio artesanal; por el otro, la estructura legal de este país no hace más que poner palos en las ruedas a quienes tratan de hacerlo.
Concluye con algo que es muy cierto:
Es un discurso muy americano ese que entiende que la salvación depende solo de uno mismo. La diferencia es que allí esa feroz mentalidad capitalista cunde de manera mucho más coherente y la palabra emprendedor cobra sentido: asumes riesgos pero el Estado no se dedica a castigarte por ello.
¡Qué se paren las máquinas! ¡Elvira Lindo ha descubierto las virtudes del capitalismo, del libre mercado, y el daño que hace el intervencionismo! Pero no se lo cuenten a ella, no vaya a ser que el próximo artículo que escriba sea para pedir perdón por este hermoso momento de debilidad.
Enric Juliana habla del PSOE en La Vanguardia, con el título de El envenenado regalo de Lakoff. El arranque es propio de una novela, casi cinematográfico:
El PSOE comenzó a perderse el día que José Andrés Torres Mora regaló a todos los miembros de la ejecutiva socialista el libro de George Lakoff ‘No pienses en un elefante’. Debo de advertir que Torres Mora es una excelente persona. Un hombre de trato cordial, inteligente, sinceramente preocupado por la injusticia social y por los mecanismos económicos, tecnocráticos e incluso tecnológicos que refuerzan el carácter oligárquico del poder, en una sociedad aparentemente democratizada por los dispositivos electrónicos de intercambio ultrarrápido de sonrisitas, fotos de cumpleaños y mensajes de 140 caracteres, más o menos ácidos o ingeniosos.
Repasa en qué consiste la obra en cuestión, que ha sido clave en la estrategia de Obama (aunque su aplicación en España es más complicada):
El neurolingüista Lakoff, asesor del Partido Demócrata de Estados Unidos, estudió con atención las tácticas de polarización del movimiento neoconservador, llegando a la conclusión de que los progresistas han de combatir en ese mismo terreno. Olvidémonos del centro y de la falsa moderación, dice Lakoff, lo importante es quién construye los mejores frames, los marcos mentales, las metáforas que logran articular el debate político, puesto que el hombre piensa siempre con imágenes. Torres Mora difundió el libro y el PSOE comenzó a pensar en los elefantes. Además de los cursillos de telegenia en la sede de la calle Gobelas de Madrid, todos a construir marcos. Pasión por el frame. Hasta que se produjo el accidente.
Tras repasar los errores de Aznar al aplicar las técnicas de comunicación de los neoconservadores de EEUU, analiza a Zapatero, y se muestra cruel:
El accidente de Zapatero fue distinto. Cuando aparecieron los primeros nubarrones de la crisis -verano del 2007-, algunos de sus asesores y un ilustre financiero (entonces ocupado en la adquisición de un banco en la temible City) le dijeron: «Presidente, no pienses en la crisis, esas nubes son americanas y seguramente pasarán de largo». Lakoffianamente, Zapatero negó la crisis con tanta obstinación que después, cuando se desató la tormenta, pasó lo que pasó. Desde entonces, el PSOE está aprisionado por una máscara de hierro. La máscara de Lakoff.
Concluye:
A veces pienso que la política española, desgraciadamente carente de tradición democrática en los años de lenta cimentación del ideal europeo, ha manejado de manera infantil las técnicas de combate importadas de Estados Unidos. Ha comprado los marcos y los ha colgado en la sala del comité ejecutivo sin quitarles las cantoneras de cartón.
En El Mundo nos encontramos a un Rubén Amón que en Tiempos modernos se muestra fascinado con el nacionalista gallego Xosé Maniel Beiras . Tras defender que las elecciones gallegas «tanto las ha ganado Rajoy como las ha perdido Rubalcaba», sostiene:
El problema es que la evidente agonía política de Rubalcaba no justifica la euforia temeraria del PP. Temeraria porque se pretende trasladar que Rajoy ha ganado las elecciones gallegas mientras que las vascas las ha perdido Basagoiti. Temeraria porque el presunto plebiscito de Galicia subestima los méritos concretos de Núñez Feijóo. Temeraria porque el rescate político de Santiago Apóstol relativiza la envergadura del frente independentista en el País Vasco. Y temeraria porque la paradoja de estos comicios periféricos consiste en que la gran revelación ha sido precisamente el candidato más anciano de cuantos se presentaban: Xosé Manuel Beiras.
Dice del nacionalista gallego:
Su aspecto patriarcal y su discurso alternativo lo convierten en un tipo simpático y extravagante. Nos cae bien Beiras porque sabemos que no va a gobernar, pero la sorpresa de su resultado desahucia a los sabuesos del CIS -le otorgaban un escaño y ha ganado nueve- y se antoja un síntoma preocupante del antisistema.
Concluye:
Resulta asombroso su parecido físico con Beppe Grillo. La diferencia es que el humorista italiano no parece resignado al papel de una extravagancia territorial, sino a un fenómeno transversal que amenaza la supervivencia de la casta política. La italiana en primer lugar. Y cualquier otra en cuanto surja un mesías accidental. Exactamente igual que Chaplin recogiendo del suelo la bandera roja sobre el asfalto caliente de ‘Tiempos modernos’.
Por su parte, Manuel Jabois se pone provocador con Españolizar la pobreza. Comienza diciendo que se multiplican en la calle carteles como «Español sin trabajo» o «Español en paro», a lo que añade:
No deja de ser curioso que en España, cuando no hay fútbol, los que más presuman de nacionalidad sean las putas y los pobres, y que lo hagan además por negocios. Son dos colectivos que entienden que cuanto más cerca, mejor, pues el morbo y la compasión exigen denominación de origen.
Concluye:
Si algo se ha españolizado en los últimos tiempos es el pordioseo, a donde han ido a parar los expulsados de sus casas por bancos sostenidos con el dinero racaneado a la prevención del pordioseo. Esa pescadilla no se muerde la cola sino el culo, por eso ahora hay tanta gente sentada al frío españoleando, que es lo que le queda al patriota cuando su Gobierno redecora los despachos antes que limpiar la grasa de la cocina: pintar la banderita en un cartón y decir olé para que distingamos el hambre española de la otra. Aún nos va a rescatar Uganda.
Decíamos al iniciar este repaso diario a las columnas de opinión de papel que ningún columnista ha escrito sobre Bolinaga. Siendo cierto, hay que reconocer que al menos uno sí ha tratado algo relacionado con este asunto.
Se trata de Alfonso Ussía, que siempre se ha mostrado muy próximo ha quienes han sufrido en sus propias carnes el terrorismo de ETA. Su columna en La Razón se titula Las pesadas víctimas. En realidad, es una queja de la deriva del trato a las víctimas por parte del Partido Popular:
Muchos años más tarde, y no del todo, los familiares de aquel atentado de la ETA [el incendio provocado del hotel Corona de Aragón] fueron reconocidos como víctimas del terrorismo. Pero con reservas. Los familiares de las víctimas, como dijo meses atrás un impertinente dirigente del PP en las Vascongadas, eran unos pesados. Unos pesados sin padres, sin hermanos y sin hijos, dato que se le olvidó al moderno dirigente.
Recuerda:
Sucede que en el País Vasco nacía un Partido Popular sin complejos, fuerte, salido de la casi nada, compuesto por auténticos héroes. Gregorio Ordóñez, Jaime Mayor Oreja, María San Gil, María José Usandizaga, Regina Otaola, José Ramón Caso, Miguel Ángel Blanco… Podría llenar la página con sus nombres. Unos viven y otros fueron asesinados. Aquel Partido Popular se enfrentó al terrorismo para defendernos a quienes vivíamos cómodamente en la lejanía de la tragedia. Aquella firmeza, aquel valor y aquellos argumentos, recibieron en las urnas vigiladas por los asesinos un apoyo ciudadano consistente y admirable.
Compara:
No pretendo menospreciar el trabajo de Basagoiti y su equipo, pero nada tiene que ver aquella firmeza con las actuales componendas, que se han traducido en un rotundo fracaso electoral.
Y concluye:
Jaime Mayor y los suyos supieron mantener, después de reivindicarlas, unidas a las víctimas. Hoy están diseminadas y enfrentadas. Jaime Mayor y los suyos se hartaron de llorar en los entierros de sus compañeros asesinados. Jaime Mayor y los suyos encontraron en la ciudadanía vasca la recompensa merecida de los votos. Hoy, nada de aquel PP valiente y decidido, o casi nada, queda y se mantiene. Se les ha llamado estridentes y exagerados, y no han errado ni un milímetro en sus vaticinios. Han sido exterminados por la envidia y repudiados por los cantos de sirena. Y ahí están los resultados. Hoy les dedico a todos ellos estas palabras de gratitud. Sin ellos, llevaríamos tiempo en la antesala de la casi nada. Ahí, donde ahora nos encontramos con argumentos, con palabras, con la razón y sin escaños.
Habrá que esperar al jueves para leer alguna columna sobre un Bolinaga que el martes se marchó tranquilamente a su casa y fue recibido por alegría por los proetarras. Pero, al menos, el miércoles hemos podido leer una columna en homenaje a las víctimas de este y otros muchos etarras.