El juez Baltasar Garzón es el símbolo de la división ideológica
Parecen haberse borrado todos los senderos de la política y me siento paseando por ninguna parte. ¿Dónde, exactamente, está la izquierda? O si, como en mi caso, su respuesta es «por todas partes», la replantearé: ¿dónde está la derecha?
La respuesta automática sería: «En el Gobierno».
Después de tanto fatigar ejemplares de ‘Público’ y ‘El País’, de tantas tertulias y noticias de la SER, de tantos telediarios de La Sexta, tenía muy claro que el PP era la derecha.
Incluso, en ocasiones, la «derecha extrema», la «derecha radical» y los «ultraconservadores», y tanto rechazo por parte de la ‘progresía caviar’ y del ‘Indignados Times’ no podía estar mal dirigido.
Pero me pregunto si ahora están tan desconcertados como yo, o si me podrían señalar una medida aprobada hasta la fecha por el Gobierno Rajoy que no hubiera aplicado el de Zapatero.
¿Los recortes? ¡Por favor, si fueron los primeros en aplicarlos, y ya le habían dicho a ‘Merkozy’ que serían buenos y se comerían la sopa de la disciplina presupuestaria!
¿Entonces? Entonces nada. Queda la camiseta, los colores. Y en eso nada ha cambiado, y ‘El País’ criticará al Gobierno desde su olímpica altura y ‘Público’ lo atacará con el cuchillo entre los dientes sencillamente porque son los otros.
Recesión: igual para todos
A ver, ‘El País’ abre con la noticia de que «Un informe del FMI prevé dos años de recesión para España».
Muy deprimente, pero ¿en qué se distingue de la portada del ‘ABC’ («Dos años más de recesión para España»), o incluso de este su diario («El FMI condena a España a dos años más de recesión»)?
‘Público’, mi consuelo, se desmarca con sus obsesiones republicanas y un «El juez citará a declarar al asesor legal del Rey» en el ‘caso Urdangarín’.
Huelen sangre, y no van a soltar la presa pero, por lo demás, es un titular noticioso y verídico.
Garzón nos salva. El de Garzón parece el ‘caso Dreyfus’ de nuestro tiempo, en que nadie parece tener dudas ni mantener posturas tibias, y si para unos es ya culpable o, al menos, un pésimo juez y un mal precedente con respecto a la independencia judicial y la separación de poderes (cual es mi caso), para los otros es un purísimo arcángel de la Justicia, la versión castiza de un héroe Marvel convertido en mártir de la causa.
‘El País’ saca su foto a primera, con el contenido titular: «Garzón se declara inocente con el respaldo del fiscal». ‘Público’ es algo más lírico y abre con un Garzón de cuerpo entero y por titular, sus palabras:
«Asumo todas las decisiones que tomé».
No es exactamente «si ustedes me condenan, la Historia me absolverá» pero tiene un pase.
Un gran paso
No es que signifique mucho: se ponen la frase en negativa, verán que no tiene mucho sentido, y que todos, de un modo u otro, ‘asumimos’ las decisiones que tomamos.
El duelo en el PSOE pone una pequeña nota de interés. Abajo, en un recuadro, el diario de Roures va con su candidata: De la Vega apoya a Chacón:
«Sería un gran paso que una mujer encarne el liderazgo».
Esta frase no es meramente huera, como la anterior, sino horriblemente manida, y atufa a sexismo: ¿por qué es un gran paso que Chacón sea una mujer?
¿No se trata de ver quién es mejor para liderar el PSOE, quién representa mejor lo que quieren sus militantes?
¿No estamos ya muy creciditos para seguir jugando a ese juego políticamente correcto y demencial?
Escolar El Chico, don Ignacio, está pesadísimo con Valencia. Aprovechando que el juez ha impuesto una fianza récord al político Carlos Fabra, del PP valenciano, Nacho desempolva unas declaraciones halagadoras hacia Fabra de Rajoy en su comentario ‘online’ «Un político ejemplar».
¡Oh, vamos, Nacho! Es la cosa más fácil del mundo encontrar a Felipe González o a Zapatero poniendo por las nubes a correligionarios acusados o sospechosos de corrupción, más si es una autoridad regional o local.
Es lo que se hace en política todo el rato para ganar elecciones, y no hablemos de ‘manos en el fuego’ o ‘dos por el precio de uno’.
Si fuera un periodista tan aplicado como Escolar, me limitaría a coleccionarlas. Pero seguro que a ustedes se les ocurren algunas, y no quiero abusar de su paciencia.
Democracia culpable
Quizá la falla de separación más clara que queda entre izquierda (la izquierda de ‘Público’, al menos) y los demás sea que los primeros ven en los recortes meramente una añagaza de los mercados para…
Bueno, no es fácil saber bien para qué; el caso es que los recortes son innecesarios. Lo ‘explica’ Luis García Montero en el diario de Roures bajo el titular «La democracia como culpa».
«De todos los papeles que la crisis económica está repartiendo en la farsa de la política española, uno de los más dañinos para la democracia es el de los moralistas que justifican el desmantelamiento de los servicios públicos como una necesidad para acabar con el despilfarro».
«En vez de explicar las raíces profundas del declive, la construcción deficiente del Estado europeo y las estrategias de la economía especulativa, prefieren acomodarse en su sentido atávico de la penitencia: ustedes deben pasarlo mal ahora, porque durante años han vivido en pecado y por encima de sus posibilidades. Hay moralistas que se lo creen de verdad, por su educación cristiana, forjada entre los excesos del carnaval y el ayuno de la cuaresma».
Ya saben: un sistema basado en una deuda siempre creciente y en gastar mucho más de lo que se tiene es perfectamente sostenible incluso con la inversión de la pirámide demográfica y el declive del crecimiento.
Si se aplican -y aceptan- sacrificios es por el ‘mal rollo’ que nos ha inculcado la Iglesia durante siglos.
Debe ser que Angela Merkel es mujer muy pía y Nicolas Sarkozy un modelo de cristiano devoto.
NOTA.- leer artículo original en La Gaceta.
