“Sólo hay un caso en la historia de España donde el magistrado que firma unas escuchas acaba juzgado”, escribe Escolar el Chico, don Ignacio, “Lo nunca visto”. “Garzón es, sin duda, un bicho raro”.
Un juez que, contra la ecuanimidad y discreción que uno espera de un juez –¡ay, dichoso el país que no conoce el nombre de sus jueces!–, acapara las causas célebres y eterniza las poco mediáticas; que se pone por su cuenta a investigar los crímenes del franquismo después de haber desestimado una querella contra Santiago Carrillo, igual que persigue a Pinochet e ignora a Fidel. ¿Vemos una pauta aquí?
Un juez que se presenta como ‘número dos’ por Madrid de un partido, el socialista, y a poco, en vista de que no le dan cartera, airea la cuestión de los GAL para que sus ex jefes se vayan enterando.
Un juez que ordena escuchas entre abogado y cliente en un supuesto delito económico, ignora al Supremo en asuntos de jurisdicción y cobra cursos de las mismas empresas que debe juzgar.
Un juez, en fin, cuya presencia en el banquillo es el tema con el que ataca la prensa roja día tras día, inasequible al desaliento, y convoca manifestaciones que, a juzgar por pancartas y banderas, más que defender la inocencia de Garzón, avanza su agenda republicana y color sangre.
Sí, Nacho, muy raro: como un perro verde.
“Apoyo masivo a Garzón”, titula en primera ‘Público’, bajo una foto sospechosamente cerrada de la manifestación en la que aparece la consabida bandera republicana. Por cierto, camaradas, si acabáis trayendo la Tercera, un asunto: plantearos seriamente seguir con la rojigualda. Además de que fue la bandera de la Primera República, no hace falta ser un ‘fashion victim’ para advertir que el morado y el rojo se dan de bofetadas.
‘El País’ también da una fotografía muy parcial de la marcha en su primera, aunque evita banderas. El titular de la fotonoticia, en cambio, no tiene desperdicio: Contra los ‘juicios de la vergüenza’. Que alguien me recuerde todo esto cuando el PP ponga mohínes a una sentencia que no le guste y Marco Schwartz adopte su tono más solemne para exigir “respeto a la independencia judicial”. Para echar unas risas, digo.
Leo el titular de la columna de Almudena Grandes, «Rencor«, y mi corazón salta en el pecho, henchido de esperanza: por fin -me digo- va la izquierda a reconocer el sentimiento que les mueve. Vana esperanza. Almudena, la que se echaba unas risas a costa de las monjas violadas por milicianos, habla de la reforma de Gallardón, y lo entiende todo al revés. «Cuando llego al poder, ceso a los tuyos, pongo a los míos, deshago todo lo que has hecho, y trágala, trágala… Luego, cuando vuelvas tú, pues haces lo mismo, trago yo, y tan amigos».
Mira, no, Almudena. Si los jueces eligen a los jueces en vez de hacerlo los políticos, entonces ya no hay míos ni tuyos, o eso es lo que se pretende. En cualquier caso, serán los jueces de los jueces. Montesquieu y esas tonterías burguesas, ya sabes.
Pero, sobre todo, la columna de Grandes me confirma que la mejor manera de mentir es hacerlo a lo grande, diciendo exactamente lo contrario de la verdad, y así la escritora achaca a la derecha lo que tantas veces he hecho notar sobre la izquierda: «Hasta ahora, el PP se comportaba como si España fuera la finca de Cayetano, una propiedad privada, suya por la gracia de Dios. Por eso, su actitud estaba impregnada a partes iguales de desprecio y paternalismo hacia la izquierda, esa insolente advenediza que, por otra parte, gobierna con el complejo de inferioridad que menos le conviene».
Pues si llega a gobernar con complejo de superioridad, no quiero imaginar lo que tendríamos. Veamos: ha hecho del aborto un derecho, ha situado a las mujeres jurídicamente por encima de los varones, saltándose de paso principios elementales de Derecho y la Constitución, ha creado ex nihilo una institución -el matrimonio homosexual- sin bien jurídico protegido distintivo y absolutamente impensable en cualquier otra época. Creo que voy a pedir por mi cumpleaños un complejo de inferioridad así.
La derecha arrogante y despectiva, en cambio, se ha desdicho de innumerables promesas para hacer seguidismo de la izquierda, ha aprobado leyes socialistas que ni estos se atrevían a sacar adelante (como la ley Sinde) y gobiernan con el mismo lenguaje políticamente correcto de sus rivales, pidiendo permiso para alzar la voz.
Y puestos a entenderlo todo al revés, ahí está Antonio Cazorla, en El País, con la vieja cantinela keynesiana bajo el título «La socialdemocracia perdida, otra vez«, donde nos asegura que «en el combate contra la crisis, los que han ganado son la derecha pura y dura y el capital especulativo. Los «mercados» no han ganado a la «política», sino a las políticas progresistas y los socialdemócratas han ayudado».
Por lo visto, esto de que el sector público controle directamente la mitad de la riqueza nacional es de lo más libertario. «Lamentablemente, el valor y la imaginación de los socialdemócratas suecos, que les valió estar en el poder durante décadas, contrasta con la amnesia autodestructiva de los socialdemócratas europeos de hoy, y, por supuesto, los españoles, que hace unos meses expulsaron a Keynes de nuestra Constitución».
Quizá Cazorla debería dar un paso más y preguntarse por qué los socialdemócratas suecos perdieron el poder. ¿No sería que se les acabó el dinero, que el destino inevitable de toda socialdemocracia? En cuanto a «expulsar a Keynes de nuestra Constitución», la verdad, no recuerdo en qué artículo se le cita.
PÚBLICO CONTINUA SUS ATAQUES A OBISPOS
Público está muy clerical últimamente, que es ver sus fotos y pensar que aquello es Alfa & Omega, pero al revés. El prota ahora es Munilla, obispo de San Sebastián. Pero cito el titular: «El obispo de Donostia compara el aborto con «la esclavitud de los negros de África«. Imagino que tendría que escandalizarme muchísimo, pero no me sale. En un país donde uno puede pasar cada día ante abortuorios donde unos tipos con batas blancas y título de médico se hacen de oro matando niños antes de nacer no me sale hacer gracias con este asunto. A lo mejor, si los redactores de Público se plantean durante dos segundos que están masacrando niños, no sé, a lo mejor la comparación no les parecía tan escandalosa.
Lea La Gaceta