El polémico perfil que El País dedicó a Carmen Chacón el 29 de enero de 2012, en el que se analizaba el lobby empresarial de apoyo con el que cuenta la ex ministra, sigue suscitando airadas reacciones —El País le enseña los dientes a Chacón disparando contra el lobby de su marido–.
Tan sólo un día después de que Público, en boca de su director Jesús Maraña -en su intervención en ‘Los desayunos de TVE’-, y El Mundo a través de un editorial en el que se culpaba a Rubalcaba de urdir una «guerra sucia» contra Chacón, arremetieran contra el diario de Prisa —Público y El Mundo cargan contra Rubalcaba por el ataque a Chacón en El País–, las espadas de los dos diarios siguen en alto.
Así, con título ‘Rubalcaba y la guerra sucia‘, el columnista del periódico de Jaume Roures, Juan Carlos Escudier tacha de «bastante mezquino» el reportaje de El País y critica que Rubalcaba no aprovechará su participación en TVE para hacer algunas aclaraciones sobre el escrito:
Ha aclarado Rubalcaba que él no se dedica a hacer la guerra sucia y, de paso, no hubieran estado de más algunas matizaciones, tal que Barroso fue asesor suyo, y de Maravall, y de Almunia y del propio Felipe González, y que si reapareció en el PSOE a principios del 2000 fue porque él le llamó, hasta que le madrugó la pieza del favor de Zapatero y no sólo le retiró la palabra sino que usó a Pepe Blanco para exigir su despido.
Chacón no mata, pero es bastante mezquino presentarla como el instrumento de unos conspiradores que tratan de poner el PSOE a su servicio.
«EL PAÍS DESPRECIA YA HASTA LAS APARIENCIAS QUE ANTAÑO CUIDABA»
El Mundo no se queda atrás y también, por segundo día consecutivo, dedica un espacio entre sus páginas para hablar de la ‘ojeriza’ del diario de Javier Moreno por Carmen Chacón. Victor de la Serna en su columna ‘Salto hacia el vacío’ cree que esto demuestra su «sectarismo»:
Es evidente que todos los periódicos tienen, tenemos, sus preferencias y sus fobias, con líneas ideológicas e editoriales diferentes que atraen a públicos lectores diferentes.
El País es de los más monolíticos y, si se quiere emplear el término, sectarios, pero durante sus tres primeros decenios de vida exhibió mucho arte para vestirlo con un lenguaje aparentemente frío y anglosajón, lo cual -unido desde luego a su profesión de fe progresista- le valió para mantener una prístina reputación de periódico de referencia, modelo de prensa moderna.
Los actuales responsables de El País se han lanzado a la piscina -con o sin agua- despreciando ya hasta las apariencias que antaño sus predecesores cuidaban.