La muerte de Germán Sánchez Ruipérez el 12 de febrero de 2012 supone el fin del hombre que levantó un imperio como la editorial Anaya. Sin embargo, su gestión deja un punto «oscuro», el fracaso de Sánchez Ruipérez en su intento de ser magnate de medios de comunicación con la cadena Telecinco y el periódico El Sol, una operación realizada bajo la sombra del que fuera todopoderoso vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra.
FRACASO DE LA OPERACIÓN TELECINCO
En mayo de 1989 se presentó oficialmente en Madrid un grupo de empresarios que querían participar en el concurso convocado por el Gobierno para conceder las tres primeras cadenas de televisión privada en España. Ahí estaban, hombro con hombro: Germán Sánchez Ruipérez, como presidente del Grupo Anaya, Miguel Durán, como director general de la ONCE y Silvio Berlusconi, como capo de Mediaset, la ‘troika’ que creó la cadena Telecinco, cada uno con un 25% de las acciones, que era el máximo permitido por la ley de entonces (una ley fácil de incumplir , puesto que se adquirían acciones a través de testaferros).
Aquella cadena ha sido a lo largo de los años uno de los mayores éxitos económicos de la televisión de nuestro país. Pero de los «tres fundadores», sólo Berlusconi ha permanecido al frente de la sociedad.
La operación no era sólo crear una cadena de televisión. Anaya, ONCE y Mediaset pactaron crear un nuevo periódico El Sol (la cabecera que hizo famosa José Ortega y Gasset), en aquel segundo proyecto el capital mayoritario estaba en manos de Sánchez Ruipérez, mientras Durán y Berlusconi mantenían pequeños paquetes. La primera «guerra accionarial» estalló antes incluso de que la cadena de televisión hubiera empezado a emitir.
Sánchez Ruipérez había asumido la presidencia de Telecinco y pretendía que Telecinco fuera la cadena ‘afín’ al PSOE, o para ser más exactos al sector «guerrista» del PSOE.
Para entender la situación hay que recordar el contexto mediático de 1989-1990: la división del PSOE entre ‘felipistas’ y ‘guerristas’. Los ‘felipistas’ gozaban de la simpatía del Grupo PRISA y del apoyo incondicional de la muy felipista María Antonia Iglesias, jefa de informativos de TVE, por lo que Alfonso Guerra decidió apoyarse en Anaya para contar con su grupo «amigo», lo que le valió la antipatía de varios ministros (Maravall, por ejemplo, en el libro ‘La Memoria recuperada – precisamente publicado por María Antonia Iglesias – reprocha a Guerra que utilizara su cargo para intentar crear un grupo mediático).
Sin embargo que Telecinco fuera la cadena ‘guerrista’ no estaba en los planes de Silvio Berlusconi, que quería una cadena comercial al estilo de su televisión en Italia con su colega Valerio Lazarov al frente. Para solucionar la guerra entre Berlusconi y Sánchez Ruipérez se convocó una tormentosa junta en enero de 1990 en el que la ONCE y Miguel Durán decidieron decantarse por el modelo que defendía Berlusconi frente a los dos consejeros de Anaya, Ruipérez y Pedro Higuera.
En declaraciones a Periodista Digital, Miguel Durán explicó que los planes de Sánchez Ruipérez incluían un gigantesco despliegue informativo, con muchas sedes territoriales y colocando al frente a Ramón Colom, en aquel entonces directivo de TVE y vinculado al PSOE. Y también explica que las malas relaciones entre Valerio Lazarov (Mediaset) y Pedro Higuera (Anaya) no ayudaron.
Sánchez Ruipérez fue destituído como presidente de Telecinco, por lo que Anaya anunció que rompía con el proyecto de Telecinco poniendo en peligro la concesión otorgada. Berlusconi y Durán encontraron en Javier de la Rosa el aliado para salvar la situación comprando el 25% que vendía Ruipérez y Telecinco pudo empezar a emitir sin Anaya en su accionariado. Sánchez Ruipérez aceptó su retirada a condición de que Berlusconi y Durán abandonaran todo vínculo con El Sol.
FRACASO DE LA OPERACIÓN EL SOL
Para encabezar el proyecto de El Sol eligió de director a José Antoni Martínez Soler, que abandonó el periódico de Javier de la Rosa (La Gaceta de los Negocios) para tomar las riendas. Mientras que Pedro de Vega, desde el consejo editorial, era el ‘enlace con Alfonso Guerra’, en palabras de Miguel Ángel Aguilar en una entrevista al portal Hemerotecadelbuitre.com. Aguilar fue también miembro de ese consejo editorial de El Sol.
El desastre empresarial que supuso el diario El Sol, se evidencia echando un vistazo a su cronología:
Mayo de 1990 – Germán Sánchez Ruipérez saca a los quioscos El Sol, con Pedro Higuera de consejero delegado. Su lanzamiento fue un gran despliegue con una tirada de 140.000 ejemplares y una flamante sede en la plaza de Callao.
Julio de 1990 – No habían pasado ni dos meses cuando se produjo la primera crisis interna: Martínez Soler e Higuera se declaraban «incompatibles» con Pedro de Vega y Sánchez Ruipérez, que resolvía la crisis destituyendo a ambos y ascendido Pedro de Vega al cargo de «editor» de El Sol, en representación de Sánchez Ruipérez. El 14 de julio de 1990 Miguel Ángel Aguilar era nombrado nuevo director de El Sol, intentando hacer un gran seguimiento a la guerra del golfo. El periódico publicó casi a diario avanzados mapas gráficos con el seguimiento de aquel conflicto.
Cuando parecía que el periódico iba a despegar Sánchez Ruipérez y Pedro de Vega decidieron despedir a Miguel Ángel Aguilar en enero de 1991.
Enero 1991- Sánchez Ruipérez y Pedro de Vega deciden despedir a Miguel Ángel Aguilar pocos días después de la caída de Alfonso Guerra de la vicepresidencia del Gobierno. Eduardo San Martín asumía la dirección. En la entrevista de Aguilar a Hemerotecadelbuitre este culpaba de su despido a Pedro de Vega por negarse a secudarle en el caso Guerra, «Yo endendía que El Sol no fuera la punta de lanza contra Guerra, pero no que lo silenciáramos».
Abril de 1991 – Eduardo San Martín era igualmente despedido por Vega y Sánchez Ruipérez por diferencias sobre la línea editorial del periódico. San Martín defendía que el director, con la ley en la mano, era el responsable último de los contenidos, mientras que Vega pretendía para él tales atribuciones. El nuevo director fue Ignacio Alonso. Con él fueron nombrados subdirectores Pedro Altares y César Alonso de los Ríos. Estos saldrán en defensa desde El Sol del guerrista Benegas tras una campaña de la SER en su contra.
Octubre de 1991 – Germán Sánchez Ruipérez decide la destitución en pleno de toda la cúpula de El Sol. Son despedidos Pedro de Vega, Altares, Alonso de los Ríos e Ignacio Alonso. El argumento para tantos despidos era que en El Sol «había demasiadas cabezas».
Marzo de 1992 – Para sorpresa de la redacción, Germán Sánchez Ruipérez ordena el cierre del periódico El Sol. La redacción encabezada por Manuel Colomina trató de llamar a la rebelión en busca de inversores, y llegaron a sacarse hasta tres ediciones más del periódico por iniciativa de la redacción, ediciones cargadas de ataques e insultos contra Sánchez Ruipérez. No por ello evitaron el cierre. El proyecto mediático del presidente del Grupo Anaya había finalizado.
Periodista Digital intentó sin éxito ponerse en contacto con Pedro de Vega para conocer su versión de estos acontecimientos.
DURÁN: «SÁNCHEZ RUIPÉREZ ESTUVO MAL ACONSEJADO»
En la entrevista antes citada Miguel Ángel Aguilar tachó de disparatada la forma de dirigir El Sol, «era como Jesús Gil, cambiando de entrenador cada dos meses».
En lo que se refiere a Miguel Durán, en declaraciones a Periodista Digital, el problema era del entorno del presidente de Anaya:
Él sabía mucho del mundo editorial, pero muy poco del mundo mediático. La gente de la que se rodeo. Estuvo muy mal aconsejado. (…) Y esa gente que aconsejaba al Sr. Sánchez Ruipérez le decía que Alfonso Guerra estaba mucho interesado e implicado en el proyecto de lo que en realidad estaba. A mí nunca me llamaron desde el Gobierno.
En lo que se refiere al proyecto de El Sol, del que inicialmente Durán fue accionista de hasta un 18%, ve el mismo problema:
Sus consejeros le llevaban a competir con Polanco, y él tenía esa idea de crear un gran grupo mediático.
Entre los motivos del fracaso de El Sol, el ex director general de la ONCE considera que en aquel momento había demasiados periódicos de ámbito nacional: El País, ABC, El Mundo, Ya, Diario 16, Claro, El Sol y El Independiente. De este último caso Durán lo recuerda bien, puesto que fue su editor en su última etapa y, en sus palabras, fue un «regalo envenenado».