Cuando Ana Pastor le ponía banderillas a Dolores de Cospedal en una entrevista y algunos peperos denunciaron el sesgo gubernamental de RTVE surgieron como un solo hombre de todos los medios de la progresía opinadores defendiendo la corporación como «la más imparcial de la democracia». La idea me pareció entonces tan peregrina que me obligué a asistir a dos o tres partes televisados para comprobar el aserto, y tengo que decirles que lo que vi no me sorprendió: RTVE era la voz de su amo, como lo ha sido de todos los Gobiernos.
Lo dije en su momento y me desdigo ahora. Me equivoqué, y lo honrado es rectificar: la televisión de todos no es gubernamental. Si algo, es un verdadero baluarte contra el poder. Lean y admírense: «La primera manifestación contra la reforma laboral concentra a cientos de miles de personas«, reza su versión online, con el subtítulo «Sólo en Madrid, se manifiestan medio millón de personas, según los sindicatos». Puede llamarse ente o corporación, pero es una entidad tan estatal como la Policía. De ahí que, puestos a calibrar el volumen de una manifestación, lo suyo -lo imparcial- sería dar todas las estimaciones o, si el espacio lo exige, la de la Policía. Pero dar por buena la cifra de los organizadores viene a ser como informar de Siria por lo que diga Bashar el Asad.
No hay que decir que la izquierda gráfica se apunta al número dado por los sindicatos como un solo rojo. De Público esperábamos lo más, así se hubieran presentado Méndez, Toxo y el gato, y no defrauda, en su habitual vena lírica: «Clamor contra el decretazo«, titulan en su versión online. Y después: «Más de 500.000 personas han salido a las calles de Madrid y más de 400.000 a las de Barcelona, según los sindicatos. Un total de 57 ciudades se han manifestado contra una «reforma laboral injusta». «CC OO y UGT buscan con la primera movilización corregir el golpe a los derechos laborales». No sabemos si, para corregir el particular golpe contra sus propios derechos laborales, los redactores han cobrado ya íntegras las pagas que les adeuda la empresa.
Pero en El País tiene más delito, por aquello de ir por la vida como el diario de referencia: «Cientos de miles de personas rechazan en la calle la reforma». Y a continuación: «En el primer pulso al Gobierno del PP, CC OO y UGT han movilizado a decenas de miles de personas en 57 ciudades. Barcelona, con 450.000 manifestantes, Valencia (80.000) y Madrid, con 500.000, han sido escenario de las protestas más masivas, según cifras sindicales». ¿Ustedes recuerdan de alguna marcha organizada por grupos non sanctos para la progresía de la que El País haya informado dando en el titular o como primer dato la cifra ofrecida por los organizadores? Pero ¿qué digo?: este es el diario que se tomó la molestia de demostrar con un mapa en la mano que la manifestación contra el matrimonio homosexual no podía tener más de 180.000 asistentes dado el espacio. Esfuerzo que, por cierto, revela imposible que la marcha sindical haya llegado, ni de lejos, al anunciado medio millón.
Yo digo que no pasaban de 50.000, y me temo que mi cifra vale tanto como la de cualquiera. Por lo demás, la marcha ha sido lo esperado, con las esperadas banderas, los discursos del siglo XIX, el obrerismo cansino de un Cándido Rolex Méndez, que bien se notaba que estamos en Carnaval y estaba aquello hasta la bandera de paniaguados disfrazados de trabajadores.
OTRA REALIDAD VIRTUAL
Mientras, en las redes sociales, arrasaba una manifestación virtual contra los sindicatos, pero no esperen leerla en su periódico de reverencia progre. De las dos, apuesto a que la tuitera era más multitudinaria y, desde luego, sus consignas eran más ingeniosas. Frente a «Españoles, Franco ha vuelto», «¡A las mariscadas, a las mariscadas». Claro que también en Twitter tenemos a ese alivio cómico de la red social que es Gaspar Llamazares, que rompe la monotonía de la jornada con comentarios como este: «Cuando un pueblo elige a los amos en el Gobierno, se arriesga a que les traten como siervos. Estatuto de depredadores y trabajo de excepción«.
Bueno, ya nos hemos reído bastante; vamos con las primeras del día, aunque se hayan quedado viejas. Rectifico: estaban viejas ayer a primera hora. La izquierda está de un viejo que da miedo, con tanto anunciarnos la última exclusiva de 1936. Lo más reciente lo da Público: «La izquierda se une por primera vez para quitar privilegios a la Iglesia«. Eso tan moderno y tan cosmopolita de ir con el palo detrás del cura, vamos. Todo el mundo sabe que el problema que tiene España es -bostezo- la Iglesia, y que lo racial en estos avanzadísimos progres es volver a la retórica de El Frailazo.
Pero he vuelto a distraerme. La primera de El País podría resumirse con las palabras del coronel Kurtz en Apocalypse Now: «¡El horror, el horror!». «Los recortes causan el mayor deterioro de la sanidad pública» y «Rajoy pide pleno apoyo al PP ante el tijeretazo».
Público, siempre más desenfadado, más gráfico, más para alumnos de la Logse, abre con la foto de ocho empleados del Teatre del Liceu bajo el titular: «Las primeras víctimas del decretazo». Ocho diluidos en cinco millones no me parecen como para abrir; más fueron las víctimas del particular decretazo-antes-del-decretazo aplicado por Roures en Público y no abrió el periódico en su día.
En fin, que con esto de repasar diariamente las páginas de la izquierda se me va a poner cara de anticuario…
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