El apasionante misterio del asesinato de Público

La culpa del cierre del diario de Roures la tiene cualquiera menos Roures, al parecer

Noticia de última hora: para La Gaceta también existe Internet e incluso, vaya, la crisis económica

Empezaré a lo Scarlett O’Hara. Sí, me han cerrado ‘Público’ y esto no va a ser una sección dedicada a glosar el papel de un fondo americano de capital riesgo -AKA ‘El País’-, por muy diario de referencia que, cada día con menos excusa, pretenda ser. ¿De qué voy a escribir en adelante? Pues eso: ya lo pensaré mañana. Hoy quiero seguir un poco con ‘Público’, que hasta el rabo todo es toro, aunque haga referencia a un proyecto tan beligerantemente antitaurino. El otro día me salió una cosa marcadamente sentimental.

La sigo firmando, de la cruz a la fecha, pero de entonces a acá se ha hablado mucho, se han dicho muchas cosas y algunas de ellas vale la pena comentarlas. Lo primero que se me viene a la cabeza al leer muchas de ellas, columnas y comentarios de periodistas de ‘Público’, es que todo parece una inmensa broma. Quiero decir, todo ese hablar de pobres y ricos, de derechos de los trabajadores, del abismo entre los de arriba y los de abajo; todo ese jalear al 15-M, esa llamada constante (y pasablemente irresponsable) a la insurrección.

Al final, el patrón no es culpable de nada. El multimillonario que abrió todo este imperio mediático a la llegada del zapaterismo -una mera casualidad, no vayan a hacerse ideas raras- y lo va cerrando cuando el cuerno de la abundancia se agota en La Moncloa no tiene nada, pero nada que ver con la muerte de ‘Público’, y nadie le pide cuentas, al menos en público. No, la culpa la tienen los curas. No se rían. La izquierda no toca suelo, vive de narrativas legendarias, muchas de las cuales hemos diseccionado aquí. Y en torno al cierre de ‘Público’ ya se está creando otra.

De hecho, veo con asombro la aparición de la noche a la mañana de un subgénero dentro de la novela negra o, al menos, una serie temática: ¿Quién mató a ‘Público’? Y al igual que en una buena novela policiaca, vale culpar a cualquiera menos al sospechoso evidente.

El ejemplo perfecto está en la viñeta del más sectario de nuestros ilustradores de prensa, Manel Fontdevila. El fenecido diario aparece en la forma y postura del célebre miliciano muerto fotografiado por Robert Capa, cayendo ante el regocijo de un obispo, un empresario y un ‘facha’ brazo en alto.

Así se pinta la historia, supongo. Hasta la celebérrima instantánea que ha decidido parodiar es perfecta para el caso, porque se ha podido determinar que es falsa. Como tanto en la izquierda, como sus premisas y sus coartadas. Roures, que estaba de fiesta en Los Ángeles, a ver si le cae un Oscar, mientras sus chicos echan el cierre y culpan hasta al lucero del alba -pero no a él, nunca al patrón, como los jornaleros de ‘Los santos inocentes’-, ha dicho que si Internet, que si la crisis… Del cuadro que vendería para salvar al diario no ha vuelto a hablar.

PARA LA GACETA TAMBIÉN EXISTE INTERNET

Les voy a revelar algunos secretos íntimos: para La Gaceta también existe Internet. La crisis afecta exactamente al mismo país donde La Gaceta tiene al grueso de sus lectores. ‘Público’ no se lee, o no se lee suficiente, o no se vende bastante o su modelo de negocio, basado en la munificencia inagotable de un poder favorable, no soporta el veredicto de las urnas. Yo puedo decirlo desde un grupo con el que el poder durante siete largos años ha tenido una sencilla consigna: a estos, ni agua.

Fíjense por dónde, el «Gracias y adiós a ‘Público» de Luis Matías López me ha recordado a mi periódico, aunque imagino que la idea al autor le daría urticaria oírla. López hace una reflexión por puntos, que en eso Escolar parece haber creado (y perdonen el calambur) escuela. Me fijo en el segundo: «2. No sólo hay que lamentar la muerte de un diario, sino que será muy difícil, por no decir imposible, que vuelva a surgir en España otro medio de comunicación tan crítico con los poderes fácticos, tan iconoclasta, tan defensor de causas perdidas, tan alejado del pensamiento único, tan atento a los derechos de las minorías».

Solidaridad según con quién. ¿Dónde he visto yo un medio tan crítico con los poderes fácticos que ha sufrido un verdadero ‘embargo publicitario’ no declarado? ¿Dónde uno tan iconoclasta que ha sido tratado como un apestado por tantos de nuestros colegas que, incluso en la ‘derecha’, no tenían reparos en codearse con la izquierda más incendiaria? ¿Dónde tantas causas perdidísimas, arrumbadas al trastero de las opiniones tabúes, que nos han valido algún esperpéntico conato de multa?

Les desafío, en fin, a que me citen un grupo multimedia que se haya alejado más que el nuestro del verdadero ‘pensamiento único’, que no es ese que sólo existe en la febril mente de la izquierda, sino aquel del que disentir tiene castigo inmediato y fulminante.  —Los trabajadores de ‘Público’ votan a favor de enterrar la edición en papel: «Basta ya de tanta tomadura de pelo. Este cuento se acabó»

Todo es muy sencillo. ¿Quiere saber cuál es el pensamiento único en un momento dado? Piense en lo que no podría decir en público de ninguna manera pero oye en las conversaciones privadas. Y le garantizo que no es lo malos que son los mercados…

Ya ven, hay cosas que se dicen de ‘Público’ que son mucho más aplicables a La Gaceta. Otras, en cambio, no se aplicarán, me temo, jamás a mi periódico. Las muestras de solidaridad y buena voluntad hacia ‘Público’ en las redes sociales han sido abrumadoras. Muchas, desde el otro lado de la barrera ideológica; no pocas, desde el propio Grupo Intereconomía, ya sea en forma de columnas o comentarios en las redes sociales.

En la eventualidad de que este periódico o este grupo echaran el cierre, ¿leeríamos algo igual? —Roures tenía decidido cerrar ‘Público’ pero IU le convenció de ofrecérselo a Chávez— A dudarlo me llevan ya años de peticiones de que se cierre Intereconomía -ni siquiera de que lo haga el mercado: que la cierre el poder- por parte de ‘colectivos’ y personas con nombres y apellidos.

El último intento violento de no dejarnos informar lo sufrió una compañera de la televisión en Valencia. El último de una ristra interminables.

Lo comenté en un Trasgo reciente. ¿La respuesta más común desde el otro lado (entre las reproducibles)? «No vayáis ahora de mártires». ¡Ups, en qué estaríamos pensando! El de mártir es un papel que ya se lo ha pedido la izquierda.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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