¡Ah, dónde estarán aquellas sabrosas subvenciones, esas deliciosas suscripciones oficiales en bloque!

La progresía no tiene quien le escriba

Roures no ha pagado nómina de febrero ni indemnización a Susana Hidalgo

Empezaré -para acabar muy deprisa- con publico.es. Lo hago, más que nada, por nostalgia del papel y porque sospecho que no va a durar mucho. Entiéndanme, le deseo, por mi propio bien, toda la suerte del mundo, pero ¿con qué cara pueden seguir fingiéndose en la trinchera (Trinchera digital, por cierto, se llama el blog de su excelentemente pagado y acertadamente apellidado ex subdirector, Manuel Rico) cuando su dueño se acoge a la denostada reforma laboral de Rajoy para despedir a sus empleados? ¿Cómo seguir vistiendo el mono obrero cuando el multimillonario que viajó a Hollywood en pleno cierre no ha pagado aún la nómina de febrero, les adeuda una nómina más y días acumulados y hasta la indemnización, a decir de Susana Hidalgo, ex redactora jefe de Actualidad del diario?

Dice Escolar el Chico en su espacio en Internet que el que «alguien sea rico o simplemente tenga el piso pagado no le inhabilita para ser de izquierdas». Cierto, ahí están él y su jefe Roures para demostrarlo. Y antes de que Nacho me recuerde que vive en un barrio marginal (¿Usera?) y tiene un coche viejo y modesto, cambiaré la palabra: empresario. Eso sí, ¿no, Nacho?

No es extraño, pues, que se queden en noticias como esta: «Un zapatazo en la boca’ que no calla las críticas». Se refieren al sensato informe de la RAE sobre el lenguaje no sexista (también conocido por orwelliano), y aseguran que el comunicado de la Academia «ha recibido ya un alud de réplicas». Sí: creo que están inundados, los pobres.

La sección de Opinión es un erial. La mayoría de las columnas que aparecen son anteriores al cierre, porque los columnistas han desaparecido casi todos. Queda un Arturo González que titula su columna «Españoles pasmados«, y uno no puede evitar preguntarse quién es el pasmado en este caso. ¿Muerte digna, alguien?

El País trata de salvar su prestigio de diario rojo con alguna radical a lo Almudena Grandes que contente a la parroquia con columnas como la de ayer, «Perversión«, en la que sostiene que «en España, con la ley en la mano, atacar a la dictadura es sinónimo de atacar al Estado democrático». Si uno no peinara ya canas, creería realmente que denostar el franquismo es cosa inédita y peligrosa en nuestra democracia, cuando ha sido la condición sine qua non para obtener el carné de demócrata-de-toda-la-vida, aunque se hubiera servido en altos cargos a la dictadura.

Pero si Grandes quiere seguir con su queja, sólo tiene que dirigirse al consejero delegado del diario en el que escribe, Janli Cebrián, retrato del progre transicionita y último jefe de los Servicios Informativos de RTVE con Franco. Quizá él pueda aclararle. Yo era muy pequeño.

Por cierto, que la prensa digital progresista se ha arrojado como un solo hombre sobre El País por su ansonada del otro día. Nuestro Javier Vizcaíno no acaba de creérselo en su recién creada página en Internet, Diestrilandia, de la que hablamos el otro día: «Ni idea, oigan, de por qué salieron por tal petenera en Liberty-Prisa, pero la cosa es que eso quedó negro sobre blanco y listo para guardar en la hemeroteca«. Y en La Tercera Información lo dan como primera noticia (bueno, no es que tengan muchas…): «El País como cancerbero del orden monárquico«. Almu, di algo, que te están secuestrando el papel.

Gramática siniestra

Bueno, venga, acabemos de una vez… Ya hablamos el otro día de diarios online como La Tercera Información, que viene a ser un Público sin correctores. No creo que ningún redactor jefe serio consintiese un titular así: «Un magistrado acusa a Grande-Marlaska de haber dado validez a una confesión que pudo haber sido otorgada de manera verosímil o probable mediante tortura». «Retorcido» es la palabra que inmediatamente viene a la mente. «Ilegible», también.

Es como si la izquierda, después de haber tratado de buscar nuevos caminos tras la caída de Moscú, se hubiese dado cuenta de que eso no lleva a ninguna parte y hubiese vuelto a sus envenenadas raíces. En La Tercera hay mucho Marx, Marcuse, Chomsky… Todo el horror.

Y el error, porque a su público potencial lo que le gusta son las frases cortitas y las excusas para quemar contenedores. No es probable que se traguen algo así, extraído de la columna (salomónica) «Cultura occidental y represión«, de Víctor Atobas: «La importancia de analizar las formas de reproducción cultural proviene de que el capitalismo se afianza no sólo en el sistema económico, en la desigualdad y la explotación de la clase trabajadora, sino también en el desarrollo de los mecanismos de dominación». ¿Qué, cómo se les queda el cuerpo? Y aún denme las gracias de haberles ahorrado a Marcuse, Freud Foucault, Gilles Deleuze y Félix Guattari.

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Autor

Juan F. Lamata Molina

Apasionado por la historia en general y la de los partidos políticos y los medios de comunicación en particular.

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