El fotoperiodista español Gervasio Sánchez ha reunido en una exposición antológica muchas de las imágenes captadas por su cámara en distintos conflictos armados de Centroamérica, Europa y África, con las que ha querido homenajear a sus compañeros fallecidos mientras ejercían un oficio «tantas veces pisoteado».
La muestra, que se puede disfrutar también en un libro editado por Blume, recorre los últimos 25 años de trayectoria profesional del autor en numerosos escenarios bélicos y posbélicos a través de 148 fotografías, 96 retratos y seis piezas audiovisuales.
Juantxu Rodríguez, Jordi Pujol Puente, Luis Valtueña, Miguel Gil, Julio Fuentes, José Couso, Julio Anguita y Ricardo Ortega son sólo algunos de los ex compañeros y amigos nombrados por Gervasio Sánchez en la presentación de la muestra, «la pócima mágica» que -ha dicho- le da fuerzas para seguir trabajando «en un mundo cada vez más injusto».
En la presentación, Gervasio Sánchez lamentó que muchos periodistas hayan dejado de ser «los vigilantes del poder político y económico para convertirse en sus amigos más privilegiados», y recordó que España sigue escalando puestos como país productor y exportador de armas.
Las antiguas naves sin restaurar de Tabacalera en Madrid no podrían ser un mejor lugar para las dramáticas imágenes de Sánchez hasta el próximo 10 de junio.
La exposición, comisariada por Sandra Balsells, se divide en cinco bloques que se inician en Centroamérica en 1984, donde aprende a fotografiar sobre el terreno, de forma autodidacta, en escenarios tan convulsos como El Salvador, Nicaragua o Guatemala para pasar después a Chile, Panamá, Perú y Colombia.
Las fotografías de esta época, casi siempre en color y algunas de ellas inéditas, muestran escenas cercanas y sobrias, en las que los niños son muchas veces protagonistas involuntarios.
La desintegración de Yugoslavia marca un punto de inflexión decisivo en la trayectoria de Gervasio Sánchez, que con 32 años empieza en 1991 a trabajar en los Balcanes cubriendo la cruel guerra serbo-croata o el sitio de Sarajevo.
De allí proceden algunas de sus imágenes en color más icónicas del sometimiento de la población civil, que el fotoperiodista combina hábilmente con el seguimiento de la vida diaria en la retaguardia en blanco y negro.
En 1995, al finalizar la guerra en Bosnia, Sánchez inicia un largo seguimiento de algunos de los protagonistas de sus imágenes de guerra, a muchos de los cuales vuelve a fotografiar en el mismo sitio ya reconstruido o mostrando el efecto de las minas antipersona y desvelando el drama de los desaparecidos.
África centra la tercera parte de la muestra, con un periodo que va desde 1994 a 2004 y en el que el periodista, cordobés afincado en Zaragoza desde la década de los ochenta, reconoce haber vivido sus «peores momentos profesionales», al tener que retratar a miles de niños moribundos por los estragos del cólera en Ruanda, el penoso éxodo de refugiados hacia Congo, la devastadora hambruna en Sudán o las salvajes mutilaciones de Sierra Leona.
El bloque integrado por Vidas minadas (1995-2007), realizado íntegramente en blanco y negro, muestra las devastadoras consecuencias de las minas antipersonas, en el que incluye la fotografía más reciente de la muestra: la de la mozambiqueña Sofía Elface Fumo retratada hace tres semanas, a la que Sánchez fotografía en distintos momentos de su vida, desde su infancia rota por una amputación, hasta su madurez con dos hijos.
Desaparecidos es el último apartado de la muestra, que abarca desde finales de los noventa al 2010, en el que se pone al espectador ante el drama de los desaparecidos en diez países de tres continentes, incluida España, un país en el que el autor nunca había trabajado anteriormente.
Además, la muestra incluye ocho murales con los retratos de cien personas víctimas de mutilaciones y ex niños soldado, así como siete audiovisuales en los que se muestran fotografías obtenidas a lo largo de 25 años de producción.
Entrevista en vídeo: Daniel Jarreta y Sandra Besga