Nada, no hay caso. El Trasgo sigue arrastrando su crisis de identidad, y ustedes van a entender por qué. A mí se me pide, como reza el antetítulo de esta sección, que pasee por la izquierda. Y hasta hace poco me atenía a la definición formal, estricta, de la cosa y echábamos juntos unas risas con los descarados intentos de manipulación aparecidos en El País y Público, fundamentalmente, dos medios sedicentemente izquierdistas.
Ahora ha desaparecido Público –Publico.es es una broma, más sobre esto luego- y calificar de izquierdas a El País es reconocer que de izquierdas puede ser cualquiera, incluyendo el papel de un fondo americano de capital riesgo (no, no voy a cansarme de recordarlo). Y esa es, precisamente, la cuestión.
BIENVENIDOS AL SISTEMA
La izquierda se ha convertido en el sistema, igual que la contracultura es ya la cultura oficial y al que quieren prohibir por políticamente incorrecto es a Dante (no es broma). Hasta Gallardón, para lanzar un guiño a su flanco conservador y enfurecer a la siniestra usa una expresión, «violencia estructural», que es pura jerga de esta gente, creada para minimizar la violencia de toda la vida. La consecuencia de todo esto es que lo que se escribe y dice en el espacio público es, por defecto, izquierda.
La izquierda ya no quiere hacer la revolución proletaria; ahora es sólo lo que decía Chesterton, la «gente guapa» decidida a divertirse caiga quien caiga. Y la progresía les da la coartada perfecta.
El 15 de marzo de 2012 por la mañana las redes sociales ardían comentando un anuncio de Loewe, la firma de lujo. Seguro que ya lo saben, pero la cosa es una sucesión de jóvenes guay que sueltan una sarta inacabable de vaciedades mientras promocionan la marca. La campaña ha sentado como un tiro en un país la mitad de cuya población joven está en el paro y buena parte del resto de lo que El País llama «nimileuristas», y se han hecho un sinfín de parodias.
Pero lo curioso es que estos jovenzuelos insustanciales, ricos y despreocupados son los hijos de la izquierda exquisita. Está una hija de Verónica Forqué, dos sobrinas de Ana Belén, una hija de Ouka Lele, quien en la década de los 80 fue una de las protagonistas principales de la Movida madrileña… En fin, ya van viendo.
Recientemente preguntaba Ignacio Escolar si es que no se podía ser millonario y de izquierdas. Bueno, es evidente que se puede. Ahí están, a más de toda la gente chiripitifláutica que se pirra por bolsos de 3.000 euros, empresarios modelo como Jaume Roures o consejeros delegados como Janli Cebrián, que se subió el bonus con Prisa acumulando deuda como una pequeña Grecia.
La izquierda ya no insiste mucho en aquello de la famélica legión, y está más en luchar contra cosas como el heteropatriarcado,que tiene la enorme ventaja de no existir, proporcionar excusas intelectuales a todos los vicios de su dorada aristocracia y un claro sentido de superioridad moral. Es lo que se llama tenerlo todo. El reportaje-denuncia de El País sobre los «nimileuristas» es perfectamente compatible con los anuncios y noticias sobre los productos más exclusivos en Smoda. Bébase el Moët-Chandom sintiéndose por encima de los burgueses.
Luego está la izquierda de ciencia-ficción, la que vive en otro planeta y parece informar desde él. Son los medios que escriben en un lenguaje sólo al alcance de los iniciados, con frases como «La precariedad neoesclavista es un mecanismo de dominación, no sólo de explotación» (Naturaleza de la dominación, de Jorge Moruno, en Kaosenlared).
LA IZQUIERDA LISÉRGICA
La Tercera Información, uno de estos fanzines lisérgicos ‘online’, abre con «Una semana para luchar por el Derecho a la Vivienda«. Que un sistema, el que sea, convierta la vivienda en un ‘derecho’ -como hace, por cierto, nuestra Constitución- es deshonesto y estúpido, porque las viviendas no se encuentran en estado de naturaleza, hay que construirlas, y puede o no puede haber dinero. Si pudiera garantizarse un derecho a la vivienda, ¿quién sería el idiota que la compraría?
Pero imagino que de algún modo también la vivienda se la han ganado hasta los que no han trabajado un solo día de su vida y, si no se la dan, es que ‘los mercados’ se la han ‘robado’. Cada día que pasa sin que los políticos expliquen de una vez cómo funcionan las cosas es un día más de fraude masivo. Y así vamos.
De Público.es, ya digo, da alipori comentar. «El PP usa un doble lenguaje para justificar el copago en Catalunya» pasa por noticia, como si el doble lenguaje no fuera el obligado en la política o no constituyera la especialidad de la ‘gran casa de la izquierda’. O del propio Roures, cuando pedía a sus redactores que confiaran en él.
Pero es lo que yo digo, que ser de izquierdas es todo ilusión, como estar enamorado, y «estar enamorada es superguay, porque es como… todo te da vueltas, son como mariposas», que dice Andrea Ferrer.
¿O no?
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