El escritor Antonio Gala dedica el 22 de marzo de 2011 una dura ‘Tronera’, nombre genérico de su breve artículo diario en El Mundo, a la canciller alemana —La generosa–. Tras criticar la falta de lealtad, según él, tiene Angela Merkel con los hombres que han pasado por su vida personal y política, concluye con una poco delicada mención a sus características físicas: «De los gafes con cara de suavones tendríamos que huir a toda prisa. Y, sin son gordos, más».
Tras decir de Merkel que «ha quemado» en menos de dos años a dos políticos «de mayor tamaño que ella», arremete contra su pasado personal:
A eso está acostumbrada: al marido que le dio el nombre que aún conserva y que le limpiaba la casa sacrificando su proyecto vital, lo dejó en cuanto concluyó su doctorado: no dio más explicaciones que llevarse la nevera.
A partir de ahí, le reprocha le prescindiera de Kohl y de Wulff, este último quemado por un escándalo al que Gala no hace mención. «Parece ser que a esta Angela, con alas sólo para el ascenso personal, no le sobrevive íntegro nadie». También predice que traicionará a la UE, augurio aliñado con una insinuación a la obesidad: «En cuanto a la Unión Europea, está al caer también: el de ella es demasiado peso».
