El título de la columna de Arcadi Espada en El Mundo resume perfectamente el ridículo en que cayeron varios de los principales opinadores al buscar esvásticas que se le hubiesen caído del bolsillo al asesino de niños judíos en Toulouse: «El nazi ‘yihadista'».
«Dada la sorpresa que ha provocado el yihadista entre los que esperaban ver aparecer un nazi tras los asesinatos de Montauban (un nazi que liquidara a Le Pen e ilustrara letalmente la política inmigratoria de Sarkozy), el caso de Brescia probaba con gran plasticidad que se puede ser yihadista y nazi. Comprendo que eso sea difícil de integrar en el cerebro de los que tras la matanza yihadista de Madrid llamaron asesino y nazi al presidente Aznar; pero uno de los problemas de la realidad es la dificultad con que se instala en algunos cerebros»
El autor de la columna del GEES en Libertad Digital lo describe de otra manera: El neonazi se llamaba Mohamed.
Ante la ausencia de un fascista al que culpar, comenzaron las disculpas. Nadie podía comprender cómo un muchacho tan simpático como Mohamed cometió, presuntamente, los siete asesinatos.
Y Ramón Pérez-Maura en ABC titula la suya ‘No es lo mismo’, al comparar al noruego blanco, masón, cristiano, sionista, templario y antisocialista Anders Behring Breivik con el ‘yihadista’ Mohamed Merah.
Sugiero a los lectores de Periodista Digital el reportaje de Antonio J. Chinchetru y J. F. Lamata en el que éste recopila las afirmaciones de numerosos periodistas buenistas, como Nativel Preciado, Javier Valenzuela y Carles Francino, tan similares que parece que hubieran recibido un argumentario. La maldad del asesino la habían engendrado Marine Le Pen y Nikolas Sarkozy; el único inocente, el socialista François Hollande. —Tertulianos de TVE y laSexta culpan a Sarkozy de la matanza del terrorista islamista—
El editorial de El País ya da más consignas:
Francia debe abogar por la convivencia y evitar a toda costa la xenofobia y el populismo
Parece que lo anterior es más importante que hacer justicia y perseguir a los terroristas.
EL PAÍS SACUDE A EL MUNDO POR EL 11-M
Entre la operación de captura de Mareh y las elecciones andaluzas y asturianas, seguramente pasará desapercibida la réplica de El País a las informaciones publicadas por El Mundo sobre los falsos testimonios de unos testigos del 11-M.
Según una denuncia presentada el 20 de marzo en la Audiencia Nacional, unos periodistas de El Mundo trataron de que dos mujeres rumanas con la condición de testigos protegidos, se retractasen de su declaración y exculpasen a Jamal Zougam, condenado como autor material del atentado a más de 40.000 años. Les ofrecieron mejoras laborales y ayuda para evitar el desahucio de a una de ellas. Además les ofrecieron camisetas del Real Madrid.
Junto con la denuncia se aportan los relatos manuscritos de las dos testigos -ocho y nueve páginas, respectivamente- así como actas notariales de constatación de los mensajes telefónicos recibidos.
Salvador Sostres trata el sectarismo del pensamiento progresista relacionado con la delincuencia, aunque ajustado a otro hecho: la orden judicial de repetir el juicio por jurado a Lluis Corominas que mató a un ladrón armado.
Me pregunto cuándo empezamos a perder la empatía, cuándo nos volvimos tan cretinos y tan necios. Me pregunto cuándo empezamos a confundir a las víctimas con los verdugos.
Otro que tiene que defender lo obvio es Francesc Carreras en La Vanguardia, al explicar por qué tenemos que conmemorar la Constitución de 1812.
En España aún había una organización política estamental, en fase agónica desde principios del siglo XVIII con la llegada de los Borbones, pero todavía con residuos feudales importantes. En definitiva, el rey no tenía aún el monopolio del poder.
Pues los nacionalistas y vascos prefieren los residuos del feudalismo. Éstos de los que piensan que de haber vivido en el Egipto de los faraones habrían sido Cleopatra o Ramsés II, y no esclavos en las pirámides.