¡Quién lo iba a esperar! La victoria amarga del PP en Andalucía es un alivio y una oportunidad para Mariano Rajoy. Es como decir que los triunfos de un mariscal en el campo de batalla eran una amenaza para Napoleón y que, en cambio, la derrota de Joaquín Murat en España fue una ocasión para reforzar su poder. Y en esta interpretación tan propia de un estratega de salón coinciden dos periodistas que no son precisamente afectos a Rajoy.
Lluís Bassets en El País:
Arenas mandaba demasiado. Este es otro dato de la realidad que se deduce de la campaña, no de los resultados directamente. También en el PP los barones territoriales merman poder y márgenes de maniobra al Gobierno. Y no lo hacen por altruista sentido de Estado, sino por rastreros cálculos electorales: como todos. El vencedor inconsolable, como le ha calificado Ignacio Camacho, condicionó cuanto pudo a Rajoy durante la campaña sin sacar luego fruto alguno del poder propio ni de la debilidad ajena. Alguien deberá sacar conclusiones.
Jesús Cacho en VozPopuli se centra (con perdón) en la derrota de los democristianos dentro del PP:
Ha sido la democracia cristiana de Javier Arenas, tan poderosamente representada en el Gobierno de la nación, es decir, el ala más populista del PP, la que se ha estrellado al sur de Despeñaperros. El programa del PP andaluz no era tan distinto al del PSOE. De hecho, Arenas y su gente parecían encantados con la perspectiva de mantener el esquema de subvenciones creado por el socialismo a lo largo de 30 años de poder omnímodo, y jamás plantearon una ruptura radical.
Y por eso, concluye, Mariano Rajoy tiene ahora las manos más libres para aplicar el ajuste que exige la Unión Europea a España.
Mariano podría decir como otro gallego célebre cuando le mataron a su presidente de Gobierno: «No hay mal que por bien no venga».
José Antonio Zarzalejos aventura que Javier Arenas se trasladará a Madrid a disfrutar de un sillón en el Consejo de Estado, junto con Zapatero:
María Dolores de Cospedal librará de inmediato orden de licenciamiento y amortización para el andaluz que con tanta labia como donosura se ha cargado la oportunidad histórica más clara de que el PP lograse el Gobierno de la comunidad con mayor extensión, más alta demografía (ocho millones) y el censo más importante (seis millones y medio de votantes) se tome una merecidas vacaciones.
Enric Juliana destaca en La Vanguardia que el PP ha perdido la mayoría absoluta en las provincias costeras, en municipios gobernados desde hace tiempo por alcaldes populares:
La izquierda ha resistido todo lo que ha podido y el PP ha flojeado en la costa. Atención, atención, problemas con el electorado urbano. Tema Arriola.
Concluyamos con una propuesta, la que hace Arcadi Espada, impulsado por el congreso donde Convergencia y Unió se ha decantado por el separatismo, para que el PP y el PSOE formen una gran coalición en todas las Administraciones .
Es urgente que populares y socialistas pacten en todas aquellas circunstancias donde dependan de IU o de los partidos nacionalistas. Unos y otros son fuerzas que se sitúan al margen del sistema y no hay razón para que éste les favorezca.
Arcadi, para que ocurra esto los políticos del PP y del PSOE deberían tener patriotismo en las venas y no el culo cuadrado de sentarse en consejos de administración.
Y otro que piensa en toda España es David Gistau. El enfado de numerosos columnistas de muchos periódicos de papel y digitales con los andaluces que han votado al PSOE o que no han ido a votar es motivo de protesta para él:
No acepto que un resultado electoral ajeno a los intereses de la calle Génova baste para decir que Europa acaba en Despeñaperros, como decían los franceses de antaño que terminaba en los Pirineos.