Javier Arenas, de quien Santiago González escribe el 28 de marzo de 2012 en su columna que «lleva tanto tiempo ensayando el asalto al Palacio de San Telmo que parece no haber hecho otra cosa en su vida», tiene también la responsabilidad de que la huelga contra el Gobierno de su partido sea un triunfo.
Así lo piensa Ignacio Camacho en ABC:
El tropezón andaluz del PP ha recalentado como un microondas una huelga que antes del domingo parecía condenada a cierto rango secundario. Como la política tiene mucho de estado de ánimo, una victoria clara del centro-derecha en Andalucía hubiese desactivado en gran medida las protestas contra el ajuste que el Gobierno pretendía considerar revalidado en las urnas, pero ahora las tornas se han invertido y es la izquierda la que se siente crecer alas después de haber planteado una campaña plebiscitaria sobre los recortes y la reforma laboral.
Manuel Martín Ferrand, a quien el fumador recuerda haber leído en ABC ya en 1976, tiene -por fin- una idea original:
El Estado del bienestar, por decadente que parezca, es rotundamente antirrevolucionario y la defensa del proletariado es algo inalcanzable en un Continente que no tiene más prole que la que aportan los inmigrantes, menos cansados de la vida que nosotros, los sabios europeos.
El Estado de Bienestar es inasumible porque se basa en la existencia de un número mayor de cotizantes que de perceptores, y con la desindustrialización, las prejubilaciones, el aborto y la caída de la natalidad esa relación es imposible de alcanzar.
González, a quien citábamos al principio, reprocha al PSOE su afán de conseguir poder a cualquier precio (precio que pagamos los españoles, por cierto):
Los programas del PSOE tienen más en común con los del PP que con los de IU. Eso sin contar con que la mitad de esos 12 escaños buscaban castigar al PSOE, no recompensarle por los ERE. El zapaterismo inauguró aquella delirante geometría variable que consistía en aliarse no importa con quien, para desplazar del poder al PP donde no alcanzara la mayoría absoluta.
Es hora de acabar con esa perversión y afrontar los pactos con moral unívoca.
Entre los columnistas de El País, Elvira Lindo es de los pocos que muestra ciertos escrúpulos por el resultado andaluz:
A los que interpretan estas elecciones como la feliz demostración de que en esta comunidad siempre acaba venciendo el anhelo de justicia social no estaría de más pedirles que reflexionaran sobre qué significa para una sociedad que un partido se perpetúe en el poder durante 30 años. Está visto que en España las corruptelas no disuaden a los votantes fieles
Para despedirnos, taremos un ejemplo de víctima de la LOGSE, la redactora Natalia Junquera, de El País, que ha escrito la siguiente frase: «El ADN prueba en un 99,70% que no murió al nacer, sino que fue dada en adopción.» El ADN prueba los vínculos de sangre entre dos personas, no si están vivas o muertas. Esto último lo demuestran, por ejemplo, los ojos o los oídos.