El Congreso ha encargado la ejecución del retrato del expresidente de la Cámara José Bono al pintor Bernardo Torrens por un importe de 82.600 euros, cuando los recortes sociales son norma común para todos los españoles e instituciones –El retrato de Bono en el Congreso costará más del triple que el de Marín-.
La Mesa, además, ha presupuestado el retrato del también expresidente Manuel Marín, que será al final una fotografía de Cristina García Rodero de un precio de 27.000 euros. Con el de Bono se completa por tanto la colección de los retratos de los expresidentes del Congreso, y al igual que los de sus antecesores, éste se colocará en la galería de la primera planta del Palacio, cerca de los despachos de algunos componentes de la Mesa.
La estampa de Bono será una pintura, como es tradición en la Cámara, y llevará la firma de Bernardo Torrens, pintor que ya cuenta con una de sus obras en la galería de retratos del Congreso, ya que fue quien realizó la semblanza del expresidente Félix Pons. Sólo habrá un retrato que no siga la tradición pictórica de la Cámara, y ése será el de Marín, quien se decantó por una fotografía y creó polémica.
Porque el entonces presidente del Congreso en la pasada legislatura, José Bono, se puso en contacto con su antecesor para pedirle que reconsiderara su decisión, ya que la costumbre consiste en exhibir retratos que sean pinturas, y no fotografías.
Marín no cambió de opinión, por lo que la decisión sobre si su retrato sería una pintura o una foto se aplazó a la formación de la Mesa de esta legislatura, con mayoría del PP. A finales de enero, el órgano de gobierno del Congreso dio vía libre a que fuera una fotografía de García Rodero.