Este martes santo 3 de abril de 2012, El Fumador cierra los periódicos satisfecho. Las columnas que más le han interesado son un ejemplo de sinceridad y de originalidad, dos virtudes muy escasas.
¿Son mejores los catalanes que los andaluces?, ¿son más honrados, más trabajadores, más valientes? Salvador Sostres se plantea de forma tácita estas preguntas, constantes en la política y la cultura españolas desde finales del siglo XIX, y concluye que, al menos, Artur Mas es más honrado y más atrevido que Mariano Rajoy, ya que él no engañó a los catalanes con los recortes como hizo el gallego con los andaluces.
«Artur Mas fue sincero con los catalanes, tomó severísimas medidas de ajuste nada más llegar a la Generalitat, prescindiendo de urgencias electorales y electoralistas, y el resultado fue que, al cabo de un año de intensos recortes y restricciones, por primera vez CiU obtuvo el Ayuntamiento de Barcelona y ganó claramente las generales en Cataluña.»
Sostres se apunta en El Mundo a la tesis del maricomplejismo de Rajoy y su partido:
«Lo peor de Rajoy es la mala conciencia de ser de derechas, la actitud vergonzante con que acomete sus reformas, tan necesarias como insuficientes, precisamente por culpa de esta mala conciencia. Si tan incómodo se siente Rajoy con su política y con sus políticas, que se presente a las elecciones bajo las siglas del PSOE y a ver qué pasa.»
Y, por último, una conclusión propia de la Generación del 98:
«Lo dramático es que con un líder u otro sale derrotada de cualquier batalla significativa y determinante; esta España terca, adusta y brutal que por culpa de los elementos, de la obcecación o de las circunstancias no pierde ninguna oportunidad de perder una oportunidad y se va quedando, vencida y desahuciada, en el rincón más lúgubre de la Historia.»
Otro catalán, Juan Carlos Girauta, partiendo del comportamiento del Gobierno, refuta la idea de que existe un pensamiento único en economía de carácter liberal, al menos en España:
«Argüir que el PP es en realidad liberal, que cree en los impuestos bajos y el Estado pequeño, pero que al llegar al poder se encontró con una situación más grave de lo que se imaginaba, constituye un insulto a la inteligencia y al ideario liberal; equivale a presentar las políticas socialdemócratas como la fórmula que verdaderamente funciona cuando las cosas se ponen muy feas.»
Rosa Montero, en El País, firma una excelente columna, por su ecuanimidad, insospechada en el diario de Liberty, donde Forges, que no hizo huelga el día 29, publica una viñeta grosera y encima reprocha al Gobierno que se olvide de Haití. Montero escribe las amnistías fiscales, la anunciada y las anteriores, y de ahí deduce la hipocresía de los dos principales partidos:
«Para mí el mayor problema es que veo que la hipocresía política se reparte por igual entre todos. ¿Cómo creer a nadie si, en vez de argumentar en torno a las ideas, solo se chillan y se insultan unos a otros? Demasiado cinismo para unos tiempos demasiado angustiosos.»
Otro columnista que recurre al recurso escaso entre la fauna de opinadores de mostrar la verdad oculta es Javier Neira, en La Nueva España de Asturias, que se centra en el sistema energético:
«El tinglado energético es, a mi juicio, un negocio escandaloso y, aún peor, un sistema para hundir a España. Me explico. En su día la ETA atacó la central nuclear de Lemóniz -secuestró-asesinó a su director, José María Ryan-, que estaba en construcción, y desde entonces, moratoria nuclear, así que nuestros vecinos -competidores y a la postre amos- franceses tienen sus estupendas centrales nucleares y por eso energía barata y nosotros, nada de nada.»
«Y la termosolar, lo mismo. Además de un negocio de miedo -hipersubvencionado- para cuatro ya supermillonarios, es la forma de que la energía española sea imposible para desarrollar nuestra industria. Si a eso se añade que ZP renacionalizó Endesa, ¡pero para Italia!, lo que puede ocurrir con Repsol y tal y tal y tal, apaga y vámonos.»
Varios columnistas se ocupan del trigésimo aniversario de la guerra de las Malvinas y de la campaña de la presidenta contra el Reino Unido. Traemos la columna firmada por el GEES en Libertad Digital, que recuerda que, sin esa guerra decidida por la estúpida Junta militar argentina, la dictadura habría caído más tarde:
«Los hay que no aprenden de los hechos, pese a que los hayan vivido, y uno de esos hechos es que sin la victoria británica, la democracia habría regresado a Argentina muchos años más tarde.»