¡Ha ocurrido! Por primera vez desde que fue proclamado rey por las Cortes franquistas en 1975, los españoles hemos escuchado a Juan Carlos decir unas palabras que no son «la Reina y yo», «en estas fechas tan entrañables», «declaro inaugurado el año judicial» y «es para mí un motivo de orgullo y satisfacción». ¡Ha pedido perdón!
Esta disculpa barre en la prensa del 19 de abril a todas las demás noticias, incluso a la instauración por el Gobierno nacional y las autonomías del copago sanitario. Todos los periódicos (salvo el proetarra Gara) celebran las palabras del Rey y algunos hasta caen de rodillas al escucharlas. Es el caso de La Razón.
«El valor de la monarquía» titula en su portada. Y añade la intervención del Príncipe en este acto. El heredero de la corona, según el periódico propiedad del marqués de Pedroso de Lara, está a favor de un estatuto de la Casa Real, cuando su padre se negó a que se aprobase.
A La Razón le ha dado tiempo para que la empresa de encuestas que trabaja para ella, NC Report, elabore una en la que el 80% de los encuestados afirma que «el gesto ennoblece al Rey». ¿Y qué pasa con ese peligroso 20%? ¿Cómo se puede ennoblecer a un rey?, ¿nombrándole emperador?
En su editorial La Razón subraya la bondad del Rey para con sus súbditos, ya que no tenía obligación moral ni constitucional de hacerlo y, además, el viaje no le había costada nada al Estado. Parece que Francisco Marhuenda desconoce ese dicho de que la mujer del césar no sólo debe ser honrada, sino parecerlo. Se comprende que después de que la redacción haya llenado ocho páginas con esta información, su director no esté para sutilezas.
ABC, con la sobria elegancia que dan los años, titula, sencillamente, «La humildad de un Rey». Mucho mejor. Moderación hasta en los elogios. En el interior, el periódico de Bieito Rubido le dedica ‘sólo’ cinco páginas al corto parlamento real.
Algo pasa detrás del trono para que El País, que ha publicado editoriales de advertencia al titular de la corona por algunos de sus actos, dedique más páginas que el ABC a este asunto: seis más el editorial. En éste, El País da la orden de que cese la campaña contra el Rey. A partir de ahora, El País considerará toda mención a este lamentable incidente como populismo o periodismo amarillo. Avisados quedáis:
«solo el populismo o el amarillismo periodístico permiten confundir la crítica que merece el comportamiento de un familiar del Rey, o del propio Rey en un caso concreto, con un debate sobre el futuro de una Monarquía que protagonizó la devolución de las libertades y la soberanía al pueblo español.»
El Mundo teoriza sobre la monarquía. Para Pedrojota «reinar consiste en saber decir: Lo siento». ¿Decía eso Maquiavelo? Y concluye el editorial que dedica al asunto así:
«lo mejor es dejar de lado este incidente y conceder al Rey el margen de confianza que se ha ganado a pulso durante estos 37 años.»
Aunque la orden es la misma que la de El País, se agradece que El Mundo emplee un tono menos chulo de lacayo hablando a los siervos.
Nos sorprende que otro periódico de esencia monárquica, La Vanguardia, no publique ningún editorial al respecto. ¿Ha habido problemas para fijar una posición común?
Las críticas sólo las encontramos en Internet. ElPlural de Enric Sopena no se ha enterado de la reconciliación del Rey con su pueblo, periodistas incluidos, y nos informa en una pieza colocada encima de la petición de disculpas, de que don Juan Carlos posee «tres escopetas Fabbri valoradas en 100.000 euros cada una» y encima son «regalos de sus amigos».