Nunca hemos tenido tantos canales, tantas plataformas, tanta distribución de la información y tampoco nunca hemos estado tan mal informados
La Kamikaze es una novela negra ágil y escrita con estilo cinematográfico en el que la autora, Mayte Carrasco, narra las dificultades de Yulia, una reportera de guerra freelance española que decide viajar a Afganistán tras una serie de fracasos.
Decepcionada con su profesión y con la vida, sin salida, busca esa gran exclusiva que cambie su suerte y la saque de la precariedad.
Sin embargo, por el camino se encontrará con dificultades y peligros inesperados, entre ellos, los escuadrones de la muerte, responsables de las violentas operaciones de castigo a supuestos miembros de la insurgencia en las que mueren civiles inocentes.
Mayte Carrasco, (Granada, 37 años) es reportera de guerra freelance. Acaba de regresar de Siria, donde ha sido una de las pocas periodistas españolas que ha logrado entrar de forma clandestina en Homs, donde permaneció casi un mes.
El Club Internacional de la Prensa le acaba de otorgar el Premio a la Mejor Corresponsal Española en el Extranjero, que le entregarán los Príncipes de Asturias el próximo 18 de abril. Además, ha recibido la mención especial Mare Terra del premio Ones de la Fundació Mediterrania por su larga trayectoria profesional.
Ha cubierto para medios nacionales e internacionales las revoluciones árabes (Siria, Libia, Egipto), la guerra entre Georgia y Rusia, el conflicto de Afganistán, el terrorismo de Al Qaeda en Malí o la guerra sucia del Kremlin en Chechenia e Ingushetia, y ha sido corresponsal en Francia y en Rusia. La Kamikaze es su primera incursión en la literatura de ficción.
«LA ONU SOLO QUIERE SALVAR SU CARA»
Periodista Digital: Dices que la revolución en Siria está muriendo…
Mayte Carrasco: Me decían allí la gente de la resistencia que una vez cayera Ohms, el bastión de Ohms, que ellos se iban a sentir así, como que la revolución había muerto. Creo que en estos momentos ellos saben que no les quedan balas, como dice ya el ejército sirio libre, no les queda dinero. Toda esa teoría de la conspiración de que hay ayuda extranjera de forma masiva entrando en Siria no es cierta, por lo menos por lo que yo he visto en la frontera con el Líbano.
Es un ejército libre sirio que está sin dinero y sin medios y ellos saben que no van a poder resistir mucho tiempo. Estoy en contacto con gente allí sobretodo de la zona colindante con el Líbano y me dicen que efectivamente no podrán resistir mucho más y la pena es que no hay voluntad de la comunidad internacional que ha puesto en marcha este plan de paz de la ONU que para mi es simplemente un lavado de cara, quieren salvar la cara y hacer ver que están haciendo algo pero, en realidad, no sirve de nada.
PD: Durante la gran ofensiva salir a la calle era una muerte segura, en Baba Amr caían 500 bombas al día…
MC: Bueno, eso era cuando la gran ofensiva, porque después las tropas de Al Asad lograron entrar. Cuando yo llegué al barrio de Baba Amr estaba cercado, entramos con Alexis Ramonchín, fotógrafo; y Roberto Fraile, cámara freelance español; y logramos acceder porque había un túnel en las cloacas.
No lo sabíamos, nos llevaban, no sabíamos muy bien, era el ejército sirio libre el que nos iba indicando el camino; íbamos, más o menos, disfrazados para pasar desapercibidos y, entonces, nos metieron en un túnel y eran 3 km de cloacas donde comprendimos que por allí no podía salir de forma masiva mucha gente, era por debajo de las tropas de Al Assad y comprendimos que no podían entrar alimentos, ni medicamento,ni nada de nada. Entonces, a la salida, bombardearon ese túnel tres días después de que saliéramos.
Era una situación tremenda la noticia allí era la gente que estaba muriendo, hombres, mujeres y niños en el salón de su casa. La ofensiva comenzó ese día que llegamos nosotros que era, creo recordar, el 5 de febrero, y caían 500 bombas al día y la gente estaba ahí en esa ratonera porque no tenía escapatoria.
Periodista Digital: Has afirmado que Siria no es Egipto ni Túnez. ¿Cuáles son las diferencias que marcarías?
MC: Hay una cosa en común en todas las revoluciones árabes y es que todas son una búsqueda de un pueblo que ha pasado décadas de represión bajo un régimen policial y mafioso donde todo el poder está concentrado en unas manos y sólo la gente que hay alrededor del poder puede evolucionar.
Hay una cosa en común en todas ellas que es la búsqueda de la libertad y de la dignidad del ser humano, algo que está pasando también aquí en Europa cuando se monta el 15-M, etcétera, luchamos contra la corrupción, luchamos por la dignidad también y por la libertad, en cierto modo, por nuestros derechos.
Allí también está ocurriendo eso en un pueblo que es muy joven, el pueblo árabe y que realmente era una anomalía histórica que estén todavía bajo esas autocracias -en estos momentos- que oprimen al pueblo. Lo único que hacen es eso. Ahora, las diferencias son muchas entre unos países y otros. No tiene nada que ver Egipto con Túnez o Túnez con Libia o Libia con Siria.
Hay que diferenciar que son realidades históricas muy distintas. Siria, la mayor diferencia es que está en Oriente Medio, que es una zona muy distinta al Norte de África y donde se tocan muchos intereses. Es un gran problema porque en estos momentos da mucho miedo al mundo, a la comunidad internacional, que Al Assad caiga, y de ahí el ‘status quo’ que estamos viviendo.
PD: No voy a preguntarte por lo que compartes en común con Yulia, el personaje de ‘La Kamikaze’, reportera de guerra freelance, precaria, frustrada en el amor, quien deprimida aterriza en Afganistán. Algo que sí me atrevo a conjeturar que tienen en común es que no les es indiferente el horror y que no son indiferentes a las miles de personas que quedan abandonadas a su suerte.
MC: Claro que hay cosas de Yulia, hay algunas anécdotas que he contado. Efectivamente, Yulia no soy yo en el sentido de que es un personaje destrozado que quiere morir, que es una suicida, porque ha pasado varios fracasos sentimentales y laborales.
Entonces, se va a la guerra porque no le importa morir -como dice ella- y yo no soy así. Yo soy muy prudente y sí me importa mucho la vida y de ahí el nombre de ‘La Kamikaze’.
Yo no soy una kamikaze pero sí es verdad que comparto eso con Yulia, que me importa. No creo que no sólo a mí sino, por ejemplo, a los freelance, que estamos viajando en estos momentos a las zonas de conflicto. No estamos ganando dinero, no vamos por dinero y por lo tanto quiere decir que tenemos un sentimiento de compromiso y que creemos en el mundo del periodismo, del reporterismo de guerra todavía y en que alguien tiene que seguir haciéndolo.
No somos inmunes a ese dolor, porque realmente creo que debemos seguir contando el sufrimiento de esa gente que no es tan distinta a nosotros -como estaba contando hace un momento- lucha contra la corrupción, por la dignidad y por la libertad. Cosas que están ocurriendo aquí también en Europa. Por lo tanto, tenemos muchas cosas en común, y creo que debemos ir contando esas revoluciones árabes que son importantísimas porque van a tener consecuencias en el futuro y en el nuevo orden global y lo vamos a ver dentro de unos años.
Creo que la gente quiere seguir informándose sobre eso, no es ajena al dolor humano, igual que yo o igual que Yulia o igual que tú has podido sentirte movido por algún capítulo del libro que habla de la muerte de niños, de inocentes civiles en esos conflictos.
PD: Luego te preguntaré sobre eso. Sigamos con la novela. Describes en el libro muy bien a una suicida, una kamikaze fruto del desamor. Y es un buen personaje de novela negra porque si te pones a pensarlo, no tiene nada que perder. Y allí radica su valentía y su humanidad. A ti te apetecía hacer una novela negra desde tu infancia. Cuéntanos un poquito sobre eso.
MC: Sí, la verdad es que yo de pequeña leía mucho, porque tuve una abuela, ‘la Lala’ -que se llamaba como yo-, que falleció, que descanse en paz. Y mi abuela me enseñó a hacer dos cosas en la vida: a barrer y a leer, porque era profesora.
Entonces, nos ponía a barrer, de forma disciplinaria cada día -estuviera limpio o no- y nos ponía a leer después de comer todos los días. Desde pequeña. Entonces yo leía Hitchcock y leía, no sé… ‘Viento del Este, viento del Oeste’, me encantaban todo tipo de libros porque ella los tenía en casa. Leía mucho.
Y con diez años pues tenía una máquina de escribir y me puse a escribir una pequeña novela negra -porque ya leía cosas de misterio por aquel entonces- y me inventé que mi otra abuela, que había fallecido en la realidad, había desaparecido en la novela y la había secuestrado la mafia italiana. Tengo esa novela en casa escrita con la máquina y se titula ‘Los Anónimos’. Es una novela inacabada, es decir, es cortita tiene muy pocas páginas, pero me parto de risa cuando la veo.
PD: A Yulia le pasa de todo, vive situaciones límites, situaciones dramáticas como el asesinato de un niño… y hay una cosa que me gustaría que me explicases, lo de los escuadrones de la muerte en Afganistán.
MC: El libro no trata de ser un ensayo, ni de ser un análisis geopolítico de Afganistán. Es un libro que tiene mucha fantasía, pero sí que está basado en algunos hechos reales, que periodísticamente hablando yo viví. Por ejemplo: en el episodio de los escuadrones de la muerte, que entran a la una de la mañana y asesinan a una familia entera, fue una noticia que yo publico en Informativos Telecinco en el 2009 -se titula ‘Asesinatos selectivos’ y está en la página web ‘maytecarrasco.com’- y en esa casa, efectivamente, a la una de la mañana entraron tropas extranjeras y mataron a una mujer embarazada de cinco meses y a los dos niños.
Entonces, esa circunstancia, las operaciones de castigo, son algo bien conocido en Afganistán. De hecho, el presidente Karzai se ha quejado en numerosas ocasiones. Forma parte del ‘Enduring Freedom’ que es la misión de la OTAN en la que participan los norteamericanos, los canadienses y en la que no están los españoles, y es una parte de la misión de la OTAN en la que sí que hay ese tipo de operaciones que son de aislamiento de los objetivos de supuestos insurgentes.
Esto se realiza por la noche y -como digo- el Gobierno de Karzai en numerosas ocasiones se ha quejado de que han muerto también inocentes civiles y, de hecho, hay un programa que tiene USA de ayuda para las víctimas inocentes que ha causado la OTAN. Son creo que 2.000 dólares por muerto. Es decir, que es algo que se conoce muy bien. Y luego, en el libro hay un dato real del que no se ha hablado prácticamente pero que periodísticamente es muy interesante, que es el ‘petting’. El ‘vetting’ existe.
Es cuando se envían entre los servicios de inteligencia de los países que conforman la ISAF -que es la misión de la OTAN en Afganistán-. Entre ellos se envían esa lista de objetivos que van a matar y al día siguiente, por si hay algún -digamos- confidente, los servicios de inteligencia de esos países puedan vetar el asesinato de esa persona. Pero es algo bien conocido en estos momentos en Afganistán.
PD: Un líder talibán cuando habla con una periodista occidental no mira a los ojos. ¿Cómo se le mantiene la mirada a un terrorista?
MC: Tuve la suerte de poder entrevistar a Ahmad Mutawakkil que es, en estos momentos ex talibán. Y por ejemplo, Mutawakkil, efectivamente, nos recibía -a mí y a todas las mujeres u hombres- para darnos un mensaje, porque allí no hay diferencias entre periodistas hombres y mujeres, al contrario del mito de que las mujeres tengamos más dificultades a la hora de trabajar en estos países musulmanes, donde la mujer está discriminada y apartada, digamos que nosotras no tenemos ese problema y sí nos reciben, lo único es que no nos miran a los ojos. Y cuando nos dan la mano nos dan así [señala la muñeca], no nos dan la mano en sí.
Pero vamos, ya me ha pasado en otros lugares musulmanes pero más allá de eso eso no impide que hagamos nuestro trabajo, preguntemos lo que queramos a través de un traductor -porque ellos miran a un traductor siempre- y podamos trabajar.
PD: ¿Qué precauciones hay que tomar en estos países?
Creo que más que precauciones es tenerle respeto a la sociedad a la que vas. Yo, por ejemplo, si me voy a quedar un tiempo, lo normal es que respete que ellas se tapan la cabeza pues te puedes tapar la cabeza también si estás viviendo con la resistencia. Por ejemplo en Siria, yo veía que, aparte de mejor camuflaje, porque buscaban a los extranjeros y si te pones un pañuelo pasas mejor desapercibida, incluso dentro de las casas llevaban puesto el pañuelo delante de los hombres.
En Siria nosotros no nos acercábamos donde estaban las tropas de Al-Assad. Estábamos en un pueblo que estaba dividido entre la zona liberada y la zona donde muchas calles donde las tropas de Al-Assad estaban escondidas en el hospital o en el ayuntamiento. Efectivamente eso se notaba por calles y tenías que ir siempre acompañado por gente de la resistencia y si llegan a descubrir a turistas occidentales, igual que si llegan a descubrir a gente del ejército sirio libre, disparaban a matar. Esas son las órdenes.
PD: Has dicho que el enviado especial es una figura que está en vías de extinción. Creo y esto es una opinión personal creo que muchos se lo han ganado a pulso. Lo discutimos muchas veces en la redacción: muchos corresponsales están allí y no cuentan nada. O lo que cuentan lo podría contar cualquiera navegando por Internet…
MC: Mucha gente de las redacciones no pueden ser enviada. No les envían porque la figura del enviado especial y del corresponsal de guerra está en vías de extinción por culpa de la crisis, que se utiliza como excusa para no financiar esos viajes, porque son caros. Enviar a la gente a la guerra es caro porque todo sube de precio; todo, absolutamente. Yo creo que es una excusa porque sí que hay dinero en los medios de comunicación para otras cosas: para ese circo-espectáculo que invade las televisiones, y para pagar todo tipo de cosas o grandes sueldos de las cúpulas de esos medios de comunicación.
El nivel del reporterismo, del periodismo de guerra, en España es un nivel muy alto. Desde mi punto de vista hay grandísimos maestros que ahora mismo se están yendo a la calle con los EREs de muchas redacciones y es una pena.
El nivel hasta ahora ha sido muy bueno y estamos intentando tomar el relevo y hacer un buen trabajo toda la gente de la generación de los 35 a los 45, que estamos intentando luchar para que no desaparezcan esas coberturas, que podemos seguir yendo allí a contar de primera mano, de forma honesta lo que está ocurriendo con nombres y apellidos, con rostros. Contar las historias que es lo que a la gente realmente le interesa.
Si la gente deja de leer cosas de internacional o de leer información internacional es porque se la contamos mal, porque en treinta segundos no se entiende Siria, ni una revolución árabe, ni Irán, ni Israel, ni nada de lo que pasa. Tampoco puedes contar en 30 segundos lo que está pasando en el Sáhara y se cuenta, ni puedes explicarlo con los titulares sensacionalistas que se hacen hoy en día, porque yo creo que estamos cometiendo un gran error, y es dejarnos llevar por esto de las nuevas tecnologías que manejan al periodismo, en vez de que el periodismo se haya adaptado esas nuevas tecnologías a esa calidad, excelencia y originalidad del periodismo.
PD: ¿Es únicamente un problema de soporte? Porque Judith Miller, del The New York Times, se inventaba las noticias sobre las armas de destrucción masiva.
MC: Ha habido un gran problema. Creo que con la llegada de las TICS, de las tecnologías de la información en la comunicación, en vez de eso de traerlas a nuestro campo y de hacer de ellas un instrumento para poder hacer con ellas un buen periodismo, es al revés.
Ellas nos han contaminado con cosas que requieren o que son necesarias, que es la simplicidad, lo que es reducir el lenguaje y la inmediatez; la urgencia. Eso ha llevado desgraciadamente a una competencia voraz y una necesidad de hacer el titular cada vez con más impacto y más sensacionalista para que se lea antes y sea el más ‘clickado’ y también nos ha llevado a hacer estereotipos y a fomentar los estereotipos, y eso no explica. No vamos a la profundidad.
Y luego está el oráculo Twitter, que parece que todo es cierto en Twitter, que a todo se le da más credibilidad. Se está invadiendo el papel del periodismo, y no se le está dando importancia a una profesión que realmente tiene un compromiso con la ciudadanía de contar las noticias, de ser veraz y ser honesto, y realmente la gente tiene que distinguir lo que es un periodista de un comentador que hace un tweet.
Creo que hay una saturación mediática. Yo tengo un curso en el máster de la UNESCO en filosofía para la paz que se llama ‘Los retos de los medios de comunicación en la construcción de la paz’. Creo que en estos momentos en la información internacional, está hecha desde un punto de vista anglosajón por completo porque la agenda la manejan las agencias y las previsiones son de las agencias, porque ya no quedan corresponsales nacionales, que lo que hacen es lanzar esos titulares que son recogidos por millones de televisiones.
Nunca hemos tenido tantos canales, tantas plataformas, tanta distribución de la información y tampoco nunca hemos estado tan mal informados, porque en realidad hay una saturación de la información. Luego parece que hay mucha información pero solo hay una información que responde al pensamiento único. Mucho ruido, mucha saturación pero un pensamiento único: o izquierdas o derechas.
También ocurre otra cosa, y es que fomentamos el choque de civilizaciones porque, ¿qué hemos visto en las revoluciones árabes? Sangre y violencia. Pero, en realidad, lo que ha pasado en las revoluciones árabes es que en la mayoría de ellas el pueblo se ha levantado de forma pacífica y ha conseguido derrocar al líder: Túnez, Egipto, que en Egipto se sigue luchando, pero de forma pacífica. Desde hace décadas han luchado contra la represión, y lo único que transmitimos los meidos es violencia y sangre.
PD: Te niegas a pensar que el periodismo esté muerto. Citas a tu admirada Rosa María Calaf cuando dice que cuando vamos a un hospital no pedimos un médico ciudadano, pedimos un médico.
MC: Creo que el periodismo no ha muerto, que tenemos que seguir luchando a pesar de que mucha gente está en la calle. Estos últimos premios yo los dedico a todos los compañeros freelance, a toda la gente que se ha quedado en el paro y a todos los que seguís luchando para que el periodismo siga existiendo, porque sin periodistas no hay periodismo, y el periodismo es un pilar básico de esta democracia que, pensemos lo que pensemos, todavía es muy jóven, y necesita de ese compromiso, de ese compromiso nuestro de seguir informado de forma veraz.