Siempre nos quedará Pedrojota Ramírez. A los que le admiran, a los que lo odian, a esos más exagerados que practican el vudú frente a su fotografía. Si en España no hubiese un Pedrojota, estaríamos intentando inventarlo.
Ha sido en la prensa, lo que Garzón en la justicia, dos señores que soñaron con ser ministros, que incluso tuvieron papeletas para el sorteo en sus manos. Pero habría sido una lástima que hubiesen posado en la tradicional foto en las escalinatas de Moncloa. Le habríamos sacado mucho menos jugo a su agradecimiento eterno que a su ira permanente.
Un Garzón ex ministro, por ejemplo, habría privado a éste país de momentos estelares en su historia reciente: Barrionuevo entrando en la cárcel, Felipe saliendo de La Moncloa, el mundo pendiente de la extradición de Videla a España, la innovadora irrupción de micrófonos entre clientes y abogados defensores o una iniciativa sobre la memoria histórica que habría convertido la excavación de Atapuerca en una anécdota, al lado de una España levantada por los cuatro puntos cardinales en una búsqueda proustiana del tiempo perdido.
España se estremeció cuando Pedrojota posó en el primer balcón de la victoria junto a José María Aznar. Sus adeptos, porque esa noche se acostaron convencidos de que iba a dejar de empuñar la pluma e iba a empezar a llevar una cartera. Sus detractores, porque si ya les jodía que firmase al pie de una página de periódico, ¡imagínense lo que pasó por sus cabezas ante la posibilidad de que firmase al pie de una página del BOE!
Así transcurrieron esas dos historias paralelas, con sendas versiones de la inmortal «venganza de Don Mendo» que se pueden reducir a un pasaje de Pedro Muñoz Seca:
¿Un juego?
Y un juego vil
que no hay que jugar a ciegas.
Pues juegas cien veces, mil,
y de las mil ves, febril,
que o te pasas o no llegas.
Y el no llegar da dolor
porque indica que mal tasas.
Pero ¡ay de ti si te pasas!
Si te pasas es peor…
Menos mal que nos queda Pedrojota. Éste mismo periódico apuntaba ya a primeras horas de la mañana que persigue el fichaje de Zapatero ¡Por fin una buena noticia!, aunque todavía esté por confirmar.
Finalizado el programa de José Mota, despedido Buenafuente y con Mourinho de vacaciones, esta España deprimida necesitaba una dosis de humor, más allá de los chistes placebo de Arturo Valls y la misma gracia crónica de Wyoming, exprimiéndose cada día el cerebro para intentar contarla de otra manera.
El mundo sin comillas le estará eternamente agradecido a «El Mundo» con comillas, si le regala cada mañana un espacio de humor, aunque sea negro, firmado por José Luís Rodríguez Zapatero.
Sobre todo si se toma España en serio, después de habérsela tomado de coña durante siete años. Los expertos en la materia aseguran que, no hay mejor combinación que los disparates expresados con trascendencia, para que el personal estalle en carcajadas.
Aporten ustedes sugerencias para el hipotético título de la sección del ex Presidente. Periodista Digital se decanta por un clásico: «BROTES VERDES». Pero estamos seguros de que nos superará la contrastada imaginación de nuestros lectores.