¡’Om mani padme hum’! O, para decirlo más en castizo: ¡Cuándo me llevará el Señor, que mi cuerpo pide tierra!
Será la sobrecarga, este bregar con la izquierda mediática seis días a la semana desde hace cosa de año y medio, o que les está entrando la prisa por volver a la poltrona y están más estupendos que nunca, o que ven que su gran coartada, el Estado del Bienestar, se está revelando como la estafa piramidal a lo Madoff que ha sido siempre, y han tirado por la calle de en medio.
No sé; el caso es que les veo alejarse a toda velocidad del último vestigio de realidad que les quedaba, de la postrera sombra de ‘fair play’ informativo. Les pondré un ejemplo, más por lo que tiene de gracioso que por lo que pudiera tener de significativo. ¿Qué ha pasado entre Rajoy y Merkel?
Para la Prensa afecta, «Rajoy se reivindica ante Merkel» (La Razón) o «Rajoy consigue inversión alemana para España» (ABC, en versión Bienvenido Herr Schäuble). Pero incluso la progresía zapateril e ilustrada va un poco por ahí, como El País («Rajoy descarta un rescate para la Banca y exhibe el apoyo de Merkel») o ‘El Periódico de Catalunya’ («Merkel da oxígeno»). Más o menos claro, ¿no?
Pues no. «Rajoy, por no saber, no sabe ni qué pedirle a Angela Merkel«, titula el Diario Progresista. ¿No es genial? Llevan desde el principio de la legislatura llamándole pedigüeño y riéndose de él porque supuestamente va a mendigar a Bruselas, y cuando resulta que no lo hace… ¡es porque no sabe qué pedir! Ya saben: cara, yo gano; cruz, tú pierdes.
La izquierda, que es más una tribu que una ideología, critica al Gobierno por ser el otro, no por hacer políticas que ellos no harían. Es más: después de defender el déficit y pedir que nos olvidemos de los recortes, se lanzan ahora al cuello del Ejecutivo porque no cumplirán el objetivo del déficit. ¿Han entendido? Yo tampoco.
Mientras, la izquierda oficial, la que aún tiene en los labios el regusto de las mieles del poder, no puede esperar para volver a ocuparlo. «Rubalcaba espera alcanzar un pacto con Rajoy porque es lo mejor para España«, leo en la web de la Cadena SER, que ha entrevistado a un jefe de la oposición que, por lo visto y tras dos legislaturas, no tiene nada que ver con lo que le pasa a España; Rajoy es el Superman de la malicia, y ha logrado él solito estropear la envidiable posición económica en que nos dejó Zapatero. Por eso tiene toda la lógica del mundo que su número dos crea que volver a enredar es «lo mejor para España». Me recuerda a esos boxeadores sonados que van diciendo que son «el más grande» después de haber besado la lona. Otra cosa que no entiendo, pero en fin…
Es curioso que la izquierda de raíz marxista fuera la primera ideología en postular que todo era economía, porque ahora es precisamente la que acusa a sus contrarios de juzgarlo todo por la economía. Heterogénesis de los fines, creo que se llama. Leo en La Tercera Información un delirante panegírico de François Hollande titulado «¿Cultura o dinero?«, donde el autor dice cosas como esta: «Antes de entrevistarse con Merkel, antes de su encuentro con Obama, antes de hablar de finanzas, Hollande dio prioridad a una riqueza, para él, más importante que el dinero, ese becerro de oro idolatrado por su predecesor, un capital que seguirá siendo siempre lo mejor del genio humano: el saber y la cultura. ¿Utopía? Tal vez. Pero vale la pena».
Precioso, pero si la cultura y el dinero se contraponen, ¿en qué se supone que consisten las políticas culturales? Si el Gobierno corta el grifo de las subvenciones y el rojerío se queja de que va contra la cultura’, ¿no es hipócrita, cuando se ha dicho previamente que esta no tiene nada que ver con el dinero?
Es otra de las fantasías compartidas, de esas en las que todos fingimos creer para mantener las formas aunque no tengan pies ni cabeza. Todo el mundo sabe que política cultural es un mero reparto del botín entre amiguetes, que si aceptamos el más que dudoso aserto que la cultura no tiene nada que ver con el dinero, mucho menos tendrá que ver con la burocracia y el poder, ¿no? Pues nada, que no entiendo.
MANIPULACIÓN
Pero siempre se puede rizar el rizo de la manipulación informativa, sí, hasta el ridículo más absoluto, como en este titular de Público.es que ganaría el premio a la Demagogia del Año: «El Gobierno rescata a la Banca; el 15-M, a los ciudadanos«. Podría empezar por decir que los ciudadanos tienen la costumbre, en una abrumadora mayoría, de depositar sus magros ingresos en la Banca y que, si esta se va al garete, iban a pasarlo bastante mal, pero no entraré en asunto tan vidrioso.
Prefiero la segunda parte, a saber, la noticia de que el 15-M nos está rescatando. Uno piensa en redes de ayuda, en voluntarios desinteresados que reparten mantas y comida o ceden sus ahorros a los necesitados. Pero no, eso es Cáritas y otras aborrecibles ONG católicas. Entro en la noticia y, nada, que avanzo y avanzo y no encuentro cómo nos rescatan los indignados hasta que, al fin, leo; «Mientras el Gobierno del PP anuncia que Bankia recibirá 7.500 millones más del Estado, después de los 4.500 millones que ya inyectó en su día, y las oficinas centrales de La Caixa de Barcelona siguen siendo cada día rodeadas por cientos de indignados armados con cacerolas, el movimiento ha decido poner en marcha esta herramienta, que pone en red, apoya y amplifica a los colectivos que proponen acciones directas para conseguir el cambio». Ah, vale, eso ya lo entiendo. Y me parto.