Pilar Rahola defiende a la clase media frente al Estado
Tengo que reconocer que no he ‘tragado’ nunca a Pilar Rahola, desde que apareció en la pantalla de las televisiones cuando llegó a Madrid como diputada de ERC en 1993. Sin embargo, algunas de sus últimas columnas me dan ganas de aplaudirle hasta que se me caiga la ceniza del pitillo. Este 30 de mayo de 2012 en La Vanguardia defiende a la clase media contra la voracidad del Estado.
«Centrar el debate en la Iglesia me parece cínico, porque la cuestión no es si la Iglesia paga el IBI, sino quién paga en este Estado tan sobrecargado de excepciones fiscales, que al final, y nunca mejor dicho, aquí no paga ni Dios. Es decir, sólo pagamos los imbéciles.»
«España extorsiona tanto a la clase media como parece odiarla, de ahí que sea la única que no tenga excepciones de nada. Por eso la primera decisión de Rajoy fue subir el IRPF, lo único en lo que pareció tener autoridad. En cambio, amnistías fiscales para grandes defraudadores, nada de tocar a los de Bankia, no hacer la reforma de la Administración pública, ni posponer los AVE pendientes, y así hasta el infinito. La clase media es el banco de sangre del Estado. Y el Estado se ha convertido en un vampiro.»
Junto a su columna, encontramos en el mismo periódico a Quim Monzó, que suelta una serie de tópicos y mentiras hilados por el sectarismo y la vagancia:
«Todo su patrimonio está exento del pago del IBI. Sin necesidad de viajar a Jersey o las Islas Caimán, la Iglesia vive en España en un perpetuo paraíso fiscal. Si pagase el IBI de todas sus propiedades inmobiliarias, el Estado ingresaría unos 3.000 millones de euros anuales.»
Éste ni ha preguntado que la Iglesia paga los vados de los edificios, las tasas de basuras, etcétera. Le dan igual los datos que ha publicado la Conferencia Episcopal y los recibos pagados. Que la realidad no te estropee una columna.
El asunto del IBI permite lucirse a los columnistas con lecturas, como Ignacio Ruiz Quintano en ABC, que recoge un retrato de Rubalcaba escrito por José María Pemán en los años 30:
«Rubalcaba ha roto ahora en Alvarito Palmares, aquel aviador de «De Madrid a Oviedo, pasando por las Azores» para quien ser izquierdista consistía en acostarse y levantarse tarde, no aplaudir en los toros cuando entraba el rey, decir que el problema de España es «un problema de cultura», creer que todas las cosas están hechas «con dinero de los jesuitas», pensar que el nuncio come todos los días salmón con mayonesa, decir «las urnas» en vez de «las elecciones» y la «calle» en vez de «la opinión pública» y, desde luego, pasarle al Arzobispado el recibo del Ibi que no paga la Ugt.»
Antonio Burgos se pregunta si se cobrará el IBI a las mezquitas:
«Lo que más gracia me hace es que mucho meterse con la Iglesia, pero no hay co… ranes para cobrar el IBI de las mezquitas. ¿Cuánto podríamos cobrar por la mezquita de Marbella? ¿Y por la de la M-30? Al mahometano, ni toserle. Y no me extrañaría que, tras la Iglesia, el próximo intento de cobro demagógico de IBI sea a las sinagogas. Ya saben: al topicazo del judaísmo capitalista y financiero internacional.»
La tontería del día para la veteranísima Curri Valenzuela en ABC, que puede hacerle la tertulia a Pilar Ferrer, de La Razón. Su topillo le dice sobre el futuro de Javier Arenas lo mismo que le podría haber dicho el portero de su casa:
«Como precisa el topillo, «nadie se atreve pronosticar si se quedará en Sevilla o se vendrá a Madrid, al Gobierno o al PP. Lo único que todo el mundo da por seguro es que Javier Arenas seguirá en política». La raza.»
El enchufe, Curri, el enchufe. No caigas en los eufemismos.
Jesús García Domínguez escribe en Libertad Digital una columna rebosante de ironía sobre los viejos jóvenes vanguardistas como Javier Krahe:
«Esos pequeños funcionarios de la provocación. Serviles monaguillos del statu quo moral en las antípodas del genuino disidente. La epopeya transgresora al alcance de cualquier payaso, he ahí la consecuencia de la postrera democratización, la de la épica. (…) Y es que en el aquí y ahora poscristiano, acaso ya nada resulte menos heterodoxo que hacer público escarnio de la religión.»
No hay tan aburrido en nuestros tiempos como el arte moderno o posmoderno. ¡La vanguardia se ha quedado taaaaaaaaaan vieja!