El PP rechaza pedir ahora explicaciones por Bankia», leo en Público.es. Correcto, pero, como sospechaba, incompleto. Después de todo, no hay que pedir maravillas a un diario online que considera noticia de portada que «Breivik se operó para tener una nariz más aria». Este es el nivel, ya ven. Por su parte, El País lo completa: «El PSOE pide más comparecencias pero no la comisión de investigación». ¡Vaya, vaya, vaya! ¿Qué tenemos aquí? El mayor rescate bancario de nuestra historia, pérdidas que se centuplican en semanas, un agujero de vértigo que pone a España al borde del rescate europeo y la prima de riesgo por las nubes, filtraciones de indemnizaciones muchimillonarias a los responsables de la catástrofe, ¿y la oposición no pide que se investigue, cuando se lo ponen como a Felipe II? ¿Ustedes entienden algo? Porque yo sí.
¡IBI, CÉSAR!
«Las principales fuerzas desmientes a los obispos y dicen que ellos sí pagan», leo en El País. Y también: «Los sindicatos responden a la Iglesia: Nosotros sí pagamos el IBI». Sindicatos y partidos han respondido inmediatamente a las palabras de Isidro Catela, responsable de la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal en el sentido de que los edificios dependientes de estas organizaciones no pagan el IBI que ahora el PSOE, en una conversión que Cayo Lara compara con la caída del caballo de San Pablo, quiere que abone la Iglesia.
«José Javier Cubillo, secretario de Organización de UGT, se manifestó en el mismo sentido que su colega de CC OO: Nosotros sí pagamos el IBI, no tenemos un tratamiento especial como parece que tiene la Iglesia, pero, en todo caso, yo no sé quién no paga o sí paga, lo que sí sé es que nosotros pagamos’, dijo».
Tratamiento especial, mmmmm. Si no pongo la cruz en Sindicatos dentro de mi Declaración de la Renta, ¿dejo de financiar a los sindicatos? ¡Ah, no, que eso no es opcional, que a los sindicatos les pagamos todos, seamos asalariados o no, nos guste o no nos guste! Igual con los partidos. ¿Y a mí que me da que a la Iglesia le encantaría ese tratamiento, y que hasta pagaría el IBI encantada? Pero la Iglesia sólo es mucho más popular y tiene muchos más seguidores voluntarios que cualquier partido o sindicato y esto es una democracia y… Bueno, no me líen, que yo sé lo que me digo. Que si pagan el IBI los obispos, la prima de riesgo cae en picado y ya no hay que rescatar España y comeremos perdices todos, a perdiz por español. Lo curioso es que este súbito interés por los que no pagan el dichoso impuesto nunca abarca otras entidades que, estas sí, están exentas del impuesto y por el mismo concepto que la Iglesia. Personalmente, me cargaría el IBI, pero cada vez que alguien pide al Gobierno que deje de quedarse con lo nuestro llora un socialdemócrata. La segunda mejor opción: que paguen todos.
Se acusa al Gobierno -con razón- de echar balones fuera con cosas como la pitada de la Copa del Rey, pero azuzar el monigote anticlerical no sé cómo llamarlo. O sí. Algo parecido a este titular de El País: «El juicio a Krahe se convierte en alegato por la libertad de creación». Creo que un titular más exacto sería «Intentamos convertir el juicio a Krahe el alegato por la libertad de creación», pero lo dejaré estar.
Juan Bedoya hace gala de su habitual autosuficiencia ilustrada para reírse de las reliquias penales que han llevado al cantautor a los tribunales. «Es que el castigo a los blasfemos es dogma eterno para los religiosos que añoran la Inquisición y leen la Biblia como si fuese un Código Civil«. Uno lo ve hincharse de la satisfacción de estar del lado de los ángeles laicos, de la Iglesia de la Santa Tolerancia. Bueno, pues no es así.
LAS VERDADERAS BLASFEMIAS
No soy, personalmente, muy partidario de los castigos por estas cosas, pero eso no viene a cuento. Lo que sí viene a cuento es que está absolutamente prohibida la blasfemia de los verdaderos dioses de la modernidad, de Prisa y de los Bedoya Boys. Bedoya no tiene media línea para decir que lo que hizo Krahe le parece censurable, pero estoy seguro de que si la chacota fuera con una fotografía de muertos de Auschwitz encontraría un huequito para escandalizarse. De hecho, les ha faltado tiempo para lanzarse sobre monseñor Reig, obispo de Alcalá, por comentarios infinitamente más comprensivos que hasta hace pocos años eran la opinión indisputada de la humanidad.
Todos sabemos cuáles son las blasfemias impronunciables. Todos sabemos las opiniones que nos pueden llevar a los tribunales penales o civiles, al acoso aplaudido desde los medios progresistas, a la pérdida del puesto de trabajo y el ostracismo social. Esas mismas que tiene en la cabeza. No digo que sean justas, ni siquiera que no sean extremistas: pero es un hecho que existen y es un hecho que expresarlas se paga. Así que, menos lobos, Bedoya.
Lea La Gaceta